Paris Hilton traía puesta una sudadera turquesa con capucha y se veía relajada, recostada en su cama con las piernas cruzadas en su casa de Beverly Hills, California. No había ninguna de las afectaciones que han definido su imagen ante el público durante dos décadas: su voz llana de bebita, los atuendos diminutos y brillosos, la bobería fingida, su actitud de que todo lo genial es “hot”.
“Construía esta especie de escudo a mi alrededor y esta como personalidad, casi para esconderme detrás de ella, porque he pasado por tantas cosas que ya no quería seguir pensando en ello”, dijo Hilton, de 39 años, por Zoom. Detrás de ella había un enorme espejo iluminado por un mar de focos LED, cuya luz se refractaba en sus mechones de cabello platino como si fueran diamantes.
Antes de que hubiera influentes teníamos a Hilton: una persona que era una hermosa hoja en blanco donde podía proyectarse todo tipo de ideas y patrocinios de marca. Fue la celebridad bruñida, si no es que creada, por un video sexual. Fue el rostro de los teléfonos Sidekick y víctima de un hackeo a su propio Sidekick que muestra al público más de su vida personal. Fue una estrella de telerrealidad que se aventuraba a realizar faenas manuales a pesar de ser una persona rica. Grabó discos, modeló, hizo apariciones en fiestas, realizó varios cameos en programas de televisión, escribió un libro de consejos. Fue criticada de manera incesante y no se le tomaba en serio por solo ser una persona “famosa por ser famosa”.
Sin importar si esa caracterización era justa o no en ese momento, ahora parece difícil de defender. Pasa más de 250 días al año viajando por el mundo para trabajar como DJ, y gana aproximadamente $ 1 millón de dólares por tocada. Supervisa más de 19 líneas de productos, incluyendo fragancias, ropa y accesorios. Además, ya hay tantas personas que son famosas por ser famosas que ahora podría parecer más una pionera venerable que una persona poco formal y desdeñable.
Ahora está lista para hablar del pasado. El lunes, se estrenará en YouTube el documental “This Is Paris”. Su objetivo es destruir la imagen que creó en la primera década de este siglo, por lo que más bien se centra en el decenio anterior a que se volviera famosa.
Hilton dijo que le dio a la directora, Alexandra Dean, control creativo absoluto sobre la película. “Fue muy difícil para mí porque estoy acostumbrada a tener un gran control sobre las cosas”, dijo. “Pero con esto tuve que soltar ese control y dejarlos usar todo”.
Hay momentos de opulencia en la película (viajes por todo el mundo, hileras de vestidos y tacones altos y clósets llenos de joyería que nunca ha usado) y no duda en recordarnos que nunca la “han fotografiado dos veces con el mismo atuendo”.
Pero en el corazón del documental hay traumas provocados por los años que Hilton pasó en internados para adolescentes problemáticos. El último al que acudió fue Provo Canyon School, un centro residencial de atención psiquiátrica en Utah, donde estuvo 11 meses.
“Simplemente supusieron que era un internado normal porque así es como se lo presentan a los padres ya la gente que mete a sus hijos a estos lugares”, comentó Hilton refiriéndose a sus padres, Kathy y Rick Hilton. Antes de hacer la película, Hilton nunca le había contado a su familia lo que le pasó ahí.
La noche que llegó a Provo, Hilton recuerda en el documental, la sacaron de su cama como si la estuvieran secuestrando. Mencionó que a ella ya sus compañeros con frecuencia les daban unas píldoras misteriosas y, cuando Hilton se rehusaba a tomarlas, la encerraban sola sin ropa en una celda de confinamiento hasta por 20 horas. También dice que sufrió maltrato emocional, verbal y físico por parte de los maestros y administradores. “Era como vivir en el infierno”, dijo Hilton.
La escuela ha mencionado en su sitio web que cambió de dueños en el año 2000, después de que Hilton estudió ahí. Un representante de Provo dijo que la escuela “no promovía ni consentía ningún tipo de maltrato”. Añadieron que “cualquier sospecha o acusación de maltrato se reporta a las autoridades regulatorias, a la policía ya los Servicios de Protección a Menores estatales de manera inmediata, como se requiere”.
En los años que han pasado desde entonces, Hilton ha lidiado con pesadillas y ha evitado ir a terapia, pues esta desempeñaba un papel importante en los programas de tratamiento de los internados. “Por haber estado en Provo y ese tipo de escuelas, sintió que los terapeutas de ahí no eran buenas personas”, dijo. “Nunca jamás él confiado en ellos”.
Esas experiencias dañaron de diversas formas su confianza en la gente, afirmó. En el documental, se le puede ver instalando un software espía en su casa antes de que su novio llegue a quedarse ahí mientras ella sale de la ciudad. “Eso sin duda me afectó en mis relaciones porque no sabía qué era el amor de verdad y, al sufrir maltrato, como que te acostumbras a eso al punto de creer que es normal”, comentó.
Algunos sucesos posteriores reforzarán esa creencia. Cuando un video sexual de ella y su exnovio Rick Salomon se filtró en línea sin su consentimiento en 2003, la filmación recibió mucha atención y ella fue ridiculizada.
“Que eso se hiciera público, un momento tan privado, y que todo mundo lo viera y se riera como si fuera una especie de entretenimiento fue traumatizante”, dijo. Sin embargo, en cierto sentido, esa publicidad potencializó su carrera como algo más que solo una rica heredera y le abrió las puertas a programas de telerrealidad y otros contratos; su amiga y antigua asistente, Kim Kardashian West, siguió el mismo camino.
No podría sentirme más orgullosa de todo lo que ha logrado, afirmó Hilton.
Originalmente programado para estrenarse en el Festival de Cine de Tribeca en abril, “This Is Paris” es solo uno de un puñado de documentales y docuseries de celebridades que han sido lanzados por los gigantes de la emisión en continuo en los últimos años. Taylor Swift, Demi Lovato, Justin Bieber y los hermanos Jonas se han unido a Hilton ofreciendo una “mirada íntima” a sus vidas.
Por supuesto, dependiendo de cuán involucradas estén las celebridades en sus documentales, una narración convincente puede ser una forma de construir o defender su imagen pública.
Susanne Daniels, la directora global de contenido original de YouTube, afirmó que no veía estos documentales como una “defensa”. “Saben que su imagen es compleja y, en algún momento, se sienten listos para compartir todas las complejidades de por qué han tomado cada una de sus decisiones”, dijo refiriéndose a las celebridades. “Hasta cierto punto puede considerar un acto valiente”.
Ahora, Hilton espera usar su marca para hacer el bien. Quiere denunciar a las instituciones que administran tratamientos psiquiátricos crueles a menores con la colaboración de antiguos que dicen haber tenido experiencias similares. “Voy a dedicar gran parte de mi vida a ayudar a que esto suceda ya cerrar estos lugares”, aseguró.
Dijo que ya no está interesada en interpretar un personaje: “Me da gusto que la gente sepa que no soy una rubia tonta. Solo soy muy buena fingiendo serlo ”.