Cristina Martínez pinta a las mujeres como si fueran flores. En sus imágenes de colores brillantes, sus cabezas se alzan y caen sobre sus cuerpos, como capullos demasiado pesados para sus tallos. A menudo están vestidas con vibrantes vestidos con pintura salpicada para imitar las lentejuelas; el color de su piel, como el de la terracota húmeda, es similar en sus matices a la piel de las mujeres negras y morenas que criaron a la artista.
“A veces estás floreciendo, a veces te estás marchitando, a veces tienes que echarte agua adentro”, dijo Martínez, de 33 años, durante una entrevista telefónica. “El año 2020 ha sido muy arduo para todos”.
Como muchos otros artistas, Martínez ha enfrentado la pandemia del coronavirus y las olas de disturbios sociales de este año como mejor sabe: tomando toda la vulnerabilidad que el momento ha expuesto y poniéndola en el lienzo. Tiene un objetivo muy específico: ilustrar la experiencia de la feminidad estadounidense multirracial.
En otras palabras, Martínez, que es una persona negra y mexicoestadounidense, espera que sus imágenes de mujeres —con diversos tonos de piel negra y morena, que representan un sinfín de identidades y culturas— hagan que sus espectadores, que incluyen más de 100.000 seguidores en Instagram, se sientan representados. O que sean más conscientes de las vidas de esas mujeres a su alrededor.
“Sé lo que es sentir que no soy lo suficientemente mexicana para mi lado mexicano ni lo suficientemente negra para la comunidad negra, pero no voy a elegir”, comentó Martínez.
La vida estadounidense multiétnica ha sido históricamente difamada en Estados Unidos. En 1915, durante el final de una ola de inmigración que trajo quince millones de personas al país, el expresidente Theodore Roosevelt dijo en un discurso que “no había lugar en este país para los estadounidenses de identidad multinacional”, porque las identidades mixtas indicaban una lealtad peligrosa al suelo extranjero. (El presidente de entonces, Woodrow Wilson, estuvo de acuerdo y dijo en 1919 que “cualquier hombre de ascendencia multinacional lleva una daga que está listo para clavar en los órganos vitales de esta República”).
En 2015, Bobby Jindal, entonces gobernador de Luisiana y candidato presidencial, hizo eco del mismo sentimiento en un anuncio de televisión que criticaba implícitamente a los inmigrantes, pues decía: “Estoy cansado de los estadounidenses que tienen ascendencia multinacional”.
Sin embargo, la mayoría de los estadounidenses, por defecto, caben en esa categoría. Todos los días, la gente les recuerda su estatus a quienes no pueden ocultar su otredad. Martínez quiere que su arte acoja esa realidad.
Ella es parte de una ola de artistas latinos que están usando su diversidad para crear arte inspirado en la actualidad, dijo Gabriela Urtiaga, curadora en jefe del Museo de Arte Latinoamericano en Long Beach, California.
“El arte es necesario para crear una sociedad diversa, y Cristina representa esa necesidad”, dijo Urtiaga. “El poder de su obra está en el lenguaje que utiliza combinando las raíces del trabajo abstracto pero también el arte muralista con una mezcla de juventud y diseño”.
Como desertora de la escuela de arte, Martínez ha encontrado una audiencia receptiva y entusiasta a través de las redes sociales. “Lo que me encanta de Instagram es que puedo tener momentos muy íntimos con mi trabajo artístico”, explicó. No obstante, “cuando lo decido, puedo compartirlos con el mundo y al instante leo cómo los hace sentir”.
Su popularidad en las redes sociales la ha llevado a colaborar con grandes marcas como Vaseline y Nike. Ha creado arte para los cantantes Ciara, H. E. R. y Jojo. Y ha sido prolífica durante la pandemia: durante gran parte de la cuarentena, Martínez creó quince pinturas en su estudio de Seattle.
Después de que George Floyd murió bajo custodia policial, Martínez recaudó 20.000 dólares para el movimiento Black Lives Matter tras vender un grabado llamado “BLM Keep Blossoming”, que debía servir como recordatorio para que “las personas negras y morenas sigan floreciendo”, como ella lo escribió en su pie de foto de Instagram.
El verano pasado, pintó un mural en el piso 79 del 3 World Trade Center, de mujeres con varias complexiones, alturas y texturas de cabello, frente a un fondo color azul lavanda oscuro. Sus cuellos están sostenidos por tallos de flores color verde irlandés.
En una entrevista, Martínez dijo que las crisis que han envuelto al país en los últimos seis meses la han hecho reflexionar, especialmente acerca de la forma en que las crisis se han superpuesto para los estadounidenses de ascendencia multinacional.
La pandemia de coronavirus ha afectado desproporcionadamente a los 60 millones de hispanos y latinos que viven en Estados Unidos, según un informe de McKinsey & Co. Los hispanos y latinos tienen tres veces más probabilidades que los blancos de contraer la COVID-19, pero se enfrentan a más obstáculos a la hora de buscar atención médica, y han experimentado la mayor tasa de desempleo, en comparación con los afroestadounidenses y los blancos, durante la pandemia.
“Definitivamente influye en mi trabajo de una manera en la que hago todo lo que puedo”, dijo Martínez. “Mi misión es contar las historias de las personas negras y morenas que tienen que luchar para ser vistas y escuchadas”, afirmó, y añadió que lo ha visto en ambos lados de su familia.
A medida que su público ha crecido, Martínez también ha vendido más arte a mucha más gente blanca, señaló. Y eso hace que su búsqueda de crear arte sobre las personas negras y morenas, y para ellas, sea aún más pertinente.
El hecho de tener un público blanco “me hace saber que, aunque no puedas relacionarte con las historias que estoy contando, hay un nivel de compasión o de deseo de entender”, comentó Martínez. “Esa es mi contribución. No puedo cambiar el mundo, pero puedo comenzar el cambio a través de mi obra”.
Una plauso a esta joven pintora que sabe manifestarse a través del arte. Es condenable la actitud discriminatoria de los estadounidenses ante la etnia negra para sembrar el odio y la malicia.