Es más probable que los estadounidenses obesos, si se contagian del nuevo coronavirus, se enfermen a niveles peligrosos. Ahora las autoridades de salud están advirtiendo que un segmento de la población mucho más amplio también podría estar en riesgo, pues incluso tener un ligero sobrepeso podría aumentar las posibilidades de enfermarse gravemente de esta enfermedad.
La advertencia, publicada la semana pasada por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), podría tener implicaciones serias para los estadounidenses. Mientras que un 40 por ciento de los adultos estadounidenses son obesos, otro 23 por ciento, simplemente, tiene sobrepeso; este es uno de los índices de obesidad y sobrepeso más altos del mundo.
Según las nuevas estimaciones, casi tres cuartas partes de los estadounidenses tal vez corran un riesgo mayor de enfermar de gravedad si se contagian con el nuevo coronavirus.
“Es importante asegurarnos de que el público y los individuos estén conscientes de este posible riesgo”, sostuvo Brook Belay, un funcionario de salud de los CDC.
“El mensaje es que nos esforcemos por hacer cambios en la salud todos los días, prefiriendo alimentos sanos, durmiendo lo suficiente y tomando decisiones sobre actividad física”, añadió.
Según los CDC, otros padecimientos para los cuales la evidencia es poca o ambigua de un aumento en la gravedad del COVID-19 incluyen asma, enfermedades cerebrovasculares y fibrosis quística. Las afecciones que se ha demostrado que aumentan el riesgo de COVID-19 incluyen cáncer, insuficiencia renal crónica, enfermedad cardiovascular y anemia falciforme, entre otras.
El sobrepeso y la obesidad se definen por el índice de masa corporal de una persona, que es una relación entre su peso y estatura. La gente con un IMC entre 18,5 y 24,9 se considera que tiene un peso saludable; los rangos de sobrepeso van de un IMC de entre 25 y 29 y la obesidad empieza con un IMC de 30.
Por ejemplo, una persona que mide 1,75 y pesa entre 56 y 76 kilogramos está en el rango de alguien saludable; con un peso mayor se considera sobrepeso y, si tiene 92 kilogramos o más, entonces es un individuo obeso.
“Esto aumenta mucho el riesgo de una porción bastante grande de la población estadounidense”, dijo Barry M. Popkin, profesor de nutrición de la Universidad de Carolina del Norte en Chapell Hill, sobre la nueva información de los CDC.
En un repaso reciente de 75 estudios publicados en agosto, Popkin encontró que la gente obesa tenía el doble de posibilidades de estar hospitalizada con COVID-19, en comparación con los que tenían sobrepeso o un peso saludable, y casi el doble de probabilidades de llegar a cuidados intensivos.
Popkin y sus colegas no lograron señalar cuál es el riesgo si solo se tiene sobrepeso, porque muy pocos estudios han examinado esa variable.
Los médicos observaron al inicio de la pandemia que el peso excesivo parecía presentar un riesgo adicional para los pacientes. Pero, puesto que la obesidad suele estar acompañada de otros problemas de salud, les tomó un poco de tiempo a los investigadores saber si el peso excesivo, por sí mismo, era el culpable. Ahora muchos estudios indican que sí podría serlo, al menos en algunos pacientes.
El tejido adiposo, la grasa que acumula el cuerpo, es biológicamente activo y provoca cambios y anormalidades metabólicas. La adiposidad promueve un estado crónico de inflamación de bajo grado en el cuerpo, incluso sin una infección.
Además, la obesidad abdominal, que es más común en hombres, podría causar compresión del diafragma, pulmones y la cavidad torácica, restringiendo la respiración y haciendo que sea más difícil sanar una neumonía u otras infecciones respiratorias.
Los CDC basaron su advertencia en un número pequeño de estudios que han logrado diferenciar con éxito los efectos de la obesidad y el sobrepeso, incluyendo un artículo sobre los factores de riesgo para enfermarse de gravedad de COVID-19, basado en pacientes en el Reino Unido, y un informe donde se analizan los resultados de 500 pacientes que estuvieron hospitalizados en marzo y abril en Downstate Health Sciences University en Brooklyn.
En ese grupo de pacientes, 43 por ciento era obeso, 30 por ciento tenía sobrepeso y 27 tenía un peso sano. Después de considerar las variables de edad, diabetes y otros factores parecidos, los investigadores encontraron que los pacientes con sobrepeso u obesidad tenían un riesgo mayor de requerir asistencia mecánica para respirar y también era más probable que murieran. El artículo fue publicado en julio en la revista International Journal of Obesity.
Sorprendentemente, el riesgo de tener sobrepeso fue incluso mayor al relacionado con la obesidad. Los pacientes con sobrepeso tenían 40 por ciento más de probabilidades de morir que los pacientes con peso saludable, mientras que los pacientes obesos tenían un riesgo 30 por ciento mayor en comparación con las personas con peso sano.
Los hallazgos demostraron un riesgo mayor de enfermarse gravemente de COVID-19 en cualquier persona con un IMC de 25 o más, de acuerdo con los autores del estudio, Mohamed Rami Nakeshbandi, profesor adjunto de enfermedades infecciosas en Downstate Health Science University de la Universidad Estatal de Nueva York, y Rohan Maini, un estudiante de medicina.
No obstante, si bien la obesidad aumentó el riesgo de muerte para los hombres, no fue así para las mujeres, según indicaron (hay otros estudios que han señalado esta disparidad).
El estudio británico examinó factores de riesgo en el estilo de vida entre 387.109 hombres y mujeres, 760 de los cuales tenían COVID-19. La gente infectada y con sobrepeso tenía aproximadamente 30 por ciento más de posibilidades de ser hospitalizada que las personas que gozaban de un peso sano; los individuos que tenían obesidad tenían el doble de probabilidad en comparación con individuos con peso sano.
El estudio, publicado en julio en la revista Brain, Behavior and Immunity, también observó factores como fumar, consumo del alcohol y niveles de actividad física. Concluyeron que el ejercicio moderado reducía las posibilidades de que una persona infectada requiriera hospitalización.
“Con una sana distancia, la actividad física podría ser una práctica positiva”, escribió en un correo electrónico Mark Hamer, profesor de medicina del deporte y del ejercicio en University College London y un autor del artículo. “Otorga protección inmunitaria y también ayuda con la pérdida de peso”.
La actividad física puede reducir el riesgo de desarrollar padecimientos crónicos vinculados con el peso excesivo, como la diabetes y la presión alta; hecho que se ha estudio de manera amplia. Pero esta no eliminará por completo el riesgo de una función inmunitaria deficiente y una mayor inflamación, advirtió Popkin.
“El sobrepeso es muy diferente a otras enfermedades en términos de inflamación”, dijo. “Los tejidos grasos están inflamados por un largo tiempo, y, con el paso de los años, afecta la función inmunitaria. Es un ataque continuo”.