Armenia y la república autoproclamada de Nagorno Karabaj, poblada por armenios enfrentados a Azerbaiyán desde los años 1990, van a tener que ceder entre el 20 de noviembre y el 1 de diciembre tres distritos a su vecino azerbaiyano: Agdam, Kalbajar y Lachín.
El fin de las hostilidades se mantiene en Nagorno Karabaj una semana después del acuerdo que consagra la derrota de Armenia frente a Azerbaiyán. A pesar del despliegue militar ruso y la cesión de territorios, una solución duradera sigue en el aire.
– Cesión de territorios –
Armenia y la república autoproclamada de Nagorno Karabaj, poblada por armenios enfrentados a Azerbaiyán desde los años 1990, van a tener que ceder entre el 20 de noviembre y el 1 de diciembre tres distritos a su vecino azerbaiyano: Agdam, Kalbajar y Lachín.
A estos se suman otros cuatros territorios conquistados militarmente por Bakú en los combates entre el 27 de septiembre y el 9 de noviembre, y que no pertenecen a Karabaj, pero suponían un espacio de seguridad en la región desde hace 30 años.
Los miles de armenios que viven en esta zona tendrán que abandonar estos distritos, como lo hicieron en los años 1990 los azerbaiyanos.
La AFP fue testigo del éxodo de Kalbajar, que tendría que haber sido entregado a Bakú el 15 de noviembre pero que obtuvo de plazo hasta el 25 de este mes para que todos los armenios puedan dejar la región. Muchos queman sus casas antes de irse.
Para Armenia, un país pobre de tres millones de habitantes, acoger a esta población supondrá un desafío económico, social e humanitario.
– Protección rusa –
Nagorno Karabaj pierde además parte de su territorio al norte y al sur, en particular la estratégica ciudad de Chucha que es reivindicada como la cuna histórica tanto de los armenios como de los azerbaiyanos, todo un símbolo.
La república autoproclamada seguirá existiendo gracias al acuerdo firmado el 9 de noviembre entre Ereván y Bakú bajo la tutela de Rusia. Debilitada y despiezada, su supervivencia está asegurada por el despliegue de unas 2.000 tropas de paz rusas, cuya presencia se renovará cada cinco años.
Cualquier ofensiva azerbaiyana es, por lo tanto, improbable mientras el ejército ruso esté presente en la zona.
“La presencia de soldados rusos en la región será uno de los factores más importantes para garantizar que no haya una nueva guerra”, declaró el primer ministro armenio Nikol Pashinián.
Los soldado rusos protegen también el corredor de Lachín, una banda de tierra de 5km de ancho que constituirá el único nexo terrestre entre Nagorno Karabaj y Armenia.
Entre 75.000 y 90.000 de los cerca de 150.000 habitantes de la región habían huido por los combates y tiene que decidir si volver o no. Las autoridades locales pidieron a los residentes que volvieran y los primeros autobuses llegaron el sábado a la capital, Stepanakert.
– Sin solución duradera –
Sin embargo, la resolución del problema de Nagorno Karabaj, que afecta al sur del Cáucaso desde la caída de la Unión Soviética, queda en el aire.
El acuerdo tutelado por el presidente ruso Vladimir Putin que puso fin al actual conflicto no menciona ninguna solución a la largo plazo ni negociación. Desde mediados de los años 1990, la mediación del Grupo de Minsk, presidido por Rusia, Estados Unidos y Francia, no ha dado resultados concluyentes.
El presidente azerbaiyano, Ilham Aliev, apoyado en la victoria militar, adoptó un tono intransigente al proclamar, en contradicción con lo que había dicho antes de las hostilidades, que Nagorno Karabaj no tendrá autonomía dentro de Azerbaiyán.
“Karabaj no tendrá estatuto [de autonomía] mientra yo sea presidente”, proclamó la semana pasada.
Bakú puede contar con el firme apoyo de Turquía que, tras haber armado y respaldado a Azerbaiyán durante la guerra, se impuso de facto como un interlocutor fundamental en la zona.
De hecho, Ankara trabajará en las operaciones para asegurar la paz, aunque no están claros los límites de su participación y tendrá que negociarlos con Moscú.
El presidente Aliev, que consideró al Grupo de Minsk como demasiado proarmenio, celebró la “creación de un nuevo formato de cooperación con la participación de Rusia y Turquía”.
Para Ereván, Turquía es el enemigo ancestral dispuesto a borrar a Armenia del mapa, por lo que desea minimizar su implicación en una futura hipotética negociación sobre Karabaj.