NUEVA YORK — Cuando el cierre por la pandemia hizo que el restaurante de Manhattan donde era empleado Natanael Evangelista cerrara sus puertas para siempre, de inmediato comenzó a trabajar en aplicaciones de entrega de comida. Tenía pocas opciones. Era indocumentado, no hablaba mucho inglés y necesitaba mucho dinero. Debía meses de renta y su familia en México necesitaba ayuda.
Sin embargo, estaba preocupado. Dos de sus primos también eran repartidores: uno había contraído el coronavirus y caído en coma, mientras que al otro lo habían asaltado y le habían robado la bicicleta.
Con cientos de miles de neoyorquinos sin trabajo y una tasa de desempleo en la ciudad del 13,2 por ciento, mucha gente desesperada ha recurrido a trabajar en aplicaciones de entrega de alimentos como DoorDash, Uber Eats y Grubhub, las cuales han visto una gran demanda de los clientes que trabajan desde casa.
Si bien los repartidores han sido esenciales para alimentar a los neoyorquinos y mantenerlos a salvo, sus condiciones de trabajo, de por sí precarias antes de la pandemia, han empeorado.
El reciente aumento de casos implica un mayor riesgo de exposición al viajar de los restaurantes a los hogares. El aumento de la delincuencia en la ciudad de Nueva York también ha dado lugar a casos de asalto y robo de bicicletas.
“El trabajo de reparto es un negocio peligroso”, dijo Evangelista, de 27 años. “Es muy preocupante”.
Algunos trabajadores también se quejan de que muchos restaurantes les niegan el uso del baño por motivos de salud y los obligan a llevar botellas de plástico.
Aunque las empresas de reparto de comida han visto un aumento en sus ventas, el sueldo de los trabajadores ha seguido siendo irregular. Como los conductores son trabajadores independientes, no tienen derecho a un salario mínimo, horas extras ni cualquier otro beneficio, como el seguro médico. Los inmigrantes indocumentados, que no son elegibles a los beneficios de desempleo ni a la asistencia federal por coronavirus, constituyen la mayor parte de la fuerza de trabajo en Nueva York.
La competencia añadida por el aumento de nuevos trabajadores ha agravado los desafíos financieros. Aunque no hay cifras precisas, los grupos de defensa estiman que había casi 50.000 trabajadores de reparto antes de la pandemia, una cifra que, afirman, ha crecido de manera exponencial. Tan solo Uber dijo que había añadido 36.000 repartidores en Nueva York desde marzo.
DoorDash y Uber dijeron que habían proporcionado ayuda extra a los repartidores durante la pandemia, incluyendo el ofrecimiento de pago por enfermedad a aquellos que habían contraído el virus. DoorDash, la aplicación de entrega de alimentos más grande del país, dijo que proporcionó cubrebocas, guantes, desinfectante de manos y toallitas a los conductores, así como acceso a citas de telemedicina de bajo costo.
“Desde el comienzo de la crisis de COVID-19, hemos tomado medidas para proteger y apoyar a los ‘dashers’ que están en primera línea”, dijo Becky Sosnov, portavoz de DoorDash.
DoorDash dijo que había cambiado su modelo de pago, el cual fue objeto de críticas el año pasado después de que se reveló que las propinas se utilizaban para subvencionar sus pagos a los trabajadores. La empresa llegó recientemente a un acuerdo de 2,5 millones de dólares con los fiscales en Washington D. C., luego de ser acusada de engañar a los consumidores sobre la manera en que daba propinas a sus trabajadores.
En Uber Eats, “los repartidores reciben el 100 por ciento de todas las propinas”, comentó Meghan Casserly, portavoz de la empresa. Dijo que Uber Eats ha proporcionado diez millones de suministros de seguridad —cubrebocas, toallitas y desinfectante de manos— a sus trabajadores en Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, los trabajadores entrevistados para este artículo que conducen para otras aplicaciones de entrega de alimentos dijeron que a veces todavía no reciben todas sus propinas.
Algunas aplicaciones de entrega de alimentos dicen que los conductores pueden ganar hasta 22 dólares por hora, incluyendo las propinas, aunque muchos conductores dijeron que nunca ganaron ni cerca de esa cantidad.
En un parque del Lower East Side de Manhattan, Edgar Usac, un repartidor, estaba esperando pedidos un sábado reciente. Después de cuatro horas, dijo que había ganado 11 dólares. Otro conductor, Elías Pacheco, de 35 años, dijo: “He ganado 32 dólares hasta ahora. Empecé a las 10:30 de esta mañana”. Eran las 5 de la tarde.
Los conductores de las aplicaciones de entrega de comida suelen recibir pagos por entrega dependiendo de la duración estimada y la distancia del viaje, más las propinas. El trabajo puede ser conveniente para las personas que complementan una fuente principal de ingresos, pero es una lucha para aquellos que dependen de él como trabajo principal, dijeron los defensores de los conductores.
“La pandemia realmente exacerbó los desafíos que estos trabajadores enfrentan de manera regular”, dijo Maria Figueroa, directora de investigación laboral y de políticas del Instituto de los Trabajadores de la Universidad de Cornell. “Además de recibir un bajo salario, no obtienen suficiente trabajo de cada una de las solicitudes, por lo que tienen que trabajar para al menos tres o cuatro de ellas, y hay más trabajadores de los que el mercado puede sostener”.
Tratar a los conductores básicamente como trabajadores autónomos, dijo Figueroa, ha permitido que las aplicaciones de entrega de alimentos compensen márgenes de ganancia muy estrechos al no tener que pagar seguro médico, beneficios de jubilación ni indemnización a los trabajadores por lesiones en el trabajo.
En los días buenos, Evangelista gana casi 100 dólares después de trabajar cinco o seis horas, pero otros días puede percibir 42 dólares. En su antiguo trabajo, como empleado en la cocina de un restaurante en el centro de Manhattan, ganaba cerca de 15 dólares por hora, comentó.
Los trabajadores dijeron que las aplicaciones de entrega de comida no siempre les dan todas sus propinas o a veces las deducen de su sueldo.
“No piensan en ti, en tu vida, en tu bicicleta”, dijo Otoniel Timoteo, de 36 años, que se dedicó al trabajo de reparto en mayo después de ser despedido de un restaurante en Queens donde trabajaba como camarero. “No podemos exigir nada, de lo contrario te bloquean. Pero no tenemos otra opción. ¿Cómo podemos vivir?”.
La Comisión de Taxis y Limusinas de Nueva York adoptó hace dos años un salario mínimo de 17,22 dólares por hora para los conductores de aplicaciones de transporte como Uber y Lyft, pero no se aplica a los repartidores. Los esfuerzos en el estado de Nueva York para dar más derechos a los trabajadores de reparto, al reclasificarlos como empleados, se han estancado en la Legislatura.
En California, las empresas que emplean a trabajadores temporales obtuvieron una importante victoria el día de las elecciones, cuando los votantes aprobaron un referendo que permitió a las empresas seguir tratando a los trabajadores como contratistas independientes.
En todo el país, la demanda de comida para llevar durante la pandemia ha sido una bendición para las aplicaciones de entrega de alimentos.
“La pandemia en verdad ha sido un buen impulso para el crecimiento de los ingresos y también les ha ayudado a comenzar a cerrar la brecha hacia la rentabilidad de manera más rápida”, dijo Tom White, analista principal de Internet de D. A. Davidson, una empresa de gestión de patrimonio.
El servicio de entrega de Uber generó 1450 millones de dólares en ventas en todo el país entre julio y septiembre, en comparación con los 645 millones de dólares del mismo periodo del año pasado.
DoorDash, que también es propietaria de otra aplicación de entrega de alimentos, Caviar, reportó ingresos de 1920 millones de dólares en nueve meses, hasta septiembre, en comparación con los 587 millones de dólares que registró durante el mismo periodo del año pasado, según un folleto presentado a principios de 2020 para describir su oferta pública inicial prevista. También percibió 543 millones de pedidos hasta septiembre, en comparación con los 181 millones del mismo periodo de 2019.