La banda secuestró a varias personas que estaban reunidas en bares mirando un partido de fútbol y las utilizó como escudo humano para atacar una base de la Policía Militar.
Un asalto a un banco con rehenes, explosivos y armamento pesado dejó un muerto y atemorizó la madrugada del miércoles a los habitantes de Cametá, una ciudad del norte de Brasil, un día después de un atraco similar en otra región del país.
Un rehén murió y otra persona resultó herida, informaron las autoridades del estado de Pará, que lograron restablecer la normalidad mientras seguían buscando a los ladrones.
Según el gobernador de Pará, Helder Barbalho, los ladrones “se equivocaron de cofre y no se llevaron ningún valor de la agencia bancaria” de Cametá, una ciudad de 130.000 habitantes a orillas del río Tocantins, unos 200 km al sur de la capital estatal Belém.
Eran “más de 20 delincuentes fuertemente armados, con armas gruesas como fusiles” que atacaron una agencia del Banco do Brasil, precisó la Secretaría de Seguridad Pública de Pará.
“Una persona usada como rehén fue alcanzada por [disparos de] los delincuentes y murió”, añadió la Secretaría.
Según relatos de vecinos al portal de noticias G1, la banda secuestró a varias personas que estaban reunidas en bares mirando un partido de fútbol y las utilizó como escudo humano para atacar una base de la Policía Militar (PM) y trasladarse por la ciudad.
Tras la fuga, la policía halló una camioneta con explosivos abandonada en una carretera cercana.
– Mucha planificación –
Este robo ocurrió un día después de un atraco similar en Criciúma, ciudad del interior de Santa Catarina (sur), en el que treinta hombres asaltaron una sede bancaria con explosivos y armas largas y tomaron rehenes, dejando heridos pero sin víctimas fatales.
“Ambos son asaltos muy bien planificados, que requieren meses para contratar a las personas, encontrar los vehículos para la fuga, contactar proveedores de armas”, dijo ala AFP Guaracy Mingardi, analista de criminalidad y miembro del Foro Brasileño de Seguridad Pública.
Los delincuentes escogen ciudades de medio porte, donde tienen “una facilidad razonable para robar [una buena cantidad de dinero] y huir”, apuntó Mingardi.
El especialista no ve sin embargo conexión aparente entre ambos episodios, como no sea la similitud de un método que tiene precedentes en Brasil desde 2016.
Si bien es probable que cuenten con cierto apoyo logístico y material de grandes grupos criminales como el Primer Comando de la Capital (PCC), el experto señala que no son atracos planeados desde dentro de las cárceles o por la cúpula de estas organizaciones.
Al igual que ocurrió con otras modalidades delictivas como los secuestros relámpago de los años 90 o los robos a cajeros automáticos, Mingardi sostiene que este tipo de operativos ocurrirá esporádicamente hasta que la policía sofistique sus métodos de investigación y represión, de tal forma que deje de ser atractivo para los criminales.
En julio pasado, decenas de asaltantes aterrorizaron una pequeña localidad en el interior de Sao Paulo, Botucatu, en una acción que incluyó tiroteos, explosivos y toma de rehenes. Esa misma ciudad ya había vivido un episodio similar en diciembre del año pasado.
Un intento de asalto a dos agencias bancarias en el estado de Ceará (noreste) en 2018 dejó 12 muertos, entre ellos cinco rehenes.