Cuando Casey Boykins, una actriz de 24 años de Brooklyn, Nueva York, empezó a salir con Allie, una actriz de 26 años, en marzo, la química entre ellas era innegable. Las dos mujeres se habían conocido dos semanas antes en el Magnet Theater Training Center de Manhattan, cuando ambas fueron elegidas para participar en la misma obra.
Sin embargo, antes de que tuvieran la oportunidad de convivir fuera del trabajo, el cierre del coronavirus obligó a Boykins a pasar la cuarentena en Chicago con su padre. Decidió enviarle un mensaje a Allie en Instagram y entablar una conversación que esperaba que diera como resultado una relación.
Organizaron una cita por FaceTime con tragos caseros.
“Se sintió exactamente como una primera cita, excepto que no puedes besar a la persona al final”, dijo Boykins. “No pasábamos más de dos o tres días sin vernos por videollamada. Y luego también hablábamos por teléfono durante horas”.
Después de cuatro meses de videollamadas, su nivel de comodidad aumentó y sus conversaciones se volvieron más íntimas.
“No creo que haya hablado con alguien por teléfono tanto tiempo desde que era estudiante de secundaria”, dijo Boykins. “Aprendimos mucho la una de la otra y pasamos tanto tiempo hablando que parecía que estábamos en una relación”.
Cuando Boykins regresó a Nueva York en julio, invitó a Allie a una cita en su departamento. De manera sorprendente, la química en persona no coincidió con la que se sintió durante los cuatro meses de citas por videollamadas.
“Había hablado con ella durante tanto tiempo que parecía que nos conocíamos”, dijo. “Lo único raro fue cuando me pregunté cómo nos íbamos a tomar de la mano o cómo sería el primer movimiento”.
No obstante, cuando llegó el momento de abrazarse, Boykins notó instantáneamente que algo parecía fuera de lugar. Durante el resto de la noche, no se tocaron.
Cuando la cita terminó, se encontró con un mensaje de texto de Allie en el que le decía que su energía en persona se sentía amistosa.
“No creo que trate de enamorarme de alguien de esa manera otra vez”, comentó. “Fue muy triste y también confuso, porque sentí que estaba siendo realmente yo misma. Pero no todo el mundo es la misma persona por teléfono y en la vida real”.
La química percibida que se desarrolló por video, pero que no está presente en la vida real, no es poco común para los solteros que optaron por las citas por videollamadas durante la pandemia. Las habilidades de selección no son el tema en ese tipo de desconexión, sino más bien los límites de un escenario bidimensional.
“Lo que sucede es que cuando conocemos a alguien por primera vez después de una cita por video, ya hay algo de familiaridad”, dijo Jacqueline Mendez, terapeuta matrimonial y familiar, y terapeuta sexual certificada en Los Ángeles. “Sentimos que conocemos a esa persona, pero en realidad solo conocemos la fachada de la persona.
“El video nos da solo una vista de alguien”, dijo. “Hay una pieza faltante de la energía física de la persona. Por eso, lo que termina sucediendo es que empezamos a desarrollar una fantasía del otro solo con la información que tenemos. Y entonces la ilusión toma el control, y empezamos a imaginar cómo será esa persona, cómo será cuando finalmente nos encontremos, y comenzamos a alimentar y nutrir la fantasía”.
Boykins aprendió la importancia de la interacción física al decidir si realmente hay una conexión.
“Hay tantos detalles que se suman para que me guste una persona, y tiene que ver con la manera en que mueve su cuerpo, la manera en que te toca el brazo cuando te habla, la manera en que te mira y te hace sentir cuando está cerca”, agregó. “Pero no creo que puedas entender nada de eso por teléfono”.
Aunque saber si te gusta el sonido de la voz de alguien o su sentido del humor puede suceder a través de videollamadas, Boykins ahora cree que la compatibilidad o una chispa tiene que suceder cuando dos personas están frente a frente, cuando están haciendo contacto visual.
Otra desventaja de las citas por videollamada es la imposibilidad de ver el cuerpo completo y los gestos de una persona.
“Nos gusta mucho el movimiento; eso tiene que ver con nuestra corteza visual”, dijo Anne-Maartje Oud, una experta en comportamiento y asesora que vive en Ámsterdam. “Queremos ver a la gente, pero el hecho es que el video es solo un escenario en 2D, y eso es muy difícil para nuestro cerebro porque deseamos ver todo lo demás también. Así que no es la interacción que necesitas cuando realmente quieres conectarte con alguien, porque no vemos todas las partes del cuerpo”.
Oud también señala la importancia de la proximidad en las citas. Con el video, no hay una distancia establecida.
“Si gentilmente quiero acercarme un poco para tocarte, tal vez en la vida real dirías: ‘Oye, vete’”, comentó. “O tal vez lo aceptes y te guste. Pero toda esa compenetración y el establecimiento de lo que cada uno prefiere no tiene lugar en video”.
Otro problema con las citas por video son las expectativas físicas no satisfechas. Cuando Catalina Mejía, una periodista bilingüe de 24 años en Washington, se encontró con un hombre con el que se había estado comunicando regularmente en FaceTime durante un mes y medio, se sorprendió al descubrir que era más bajo de lo que ella esperaba.
“Si hubiera sido una situación diferente en la que lo hubiera conocido en persona primero, tal vez su altura no hubiera sido un problema porque sé en lo que me estoy metiendo”, dijo.
Que la química pueda establecerse a través de videollamadas depende únicamente de lo mucho que ambas partes se esfuercen para que su conexión virtual imite una conexión en persona.
Oud sugiere mostrarse completamente de pie y darse la vuelta para tener una visión clara de cómo te ves, incluso si eso resulta incómodo. También sugiere no solo escuchar y hacer preguntas, sino crear más interacción.
“Reúnanse lo antes posible cuando sea seguro y, si no pueden, traten de entender cómo obtener más información sobre esa persona no solo hablando cara a cara”, sugirió Oud. “Tal vez quieras ver lo que llevan puesto o qué libros tienen, pero cuando se trata de lenguaje corporal y comportamiento, necesitas mucha más información que una sola conversación”.