Retirar a un presidente del cargo con la Vigésima Quinta enmienda requiere dos tercios en ambas cámaras.
Despojar al presidente de Estados Unidos de sus poderes a través de este mecanismo es un proceso sumamente complejo. Esto es lo que debes saber.
Después de que una turba violenta invadió el edificio del Capitolio el miércoles, empezaron a aumentar los llamados en el Congreso de Estados Unidos para privar al presidente Donald Trump de su poder según lo que establece la cláusula de incapacidad de la Vigésima Quinta Enmienda.
La enmienda prevé un proceso complejo y difícil para retirarle el poder a un presidente en funciones. Aquí hay una breve historia en inglés sobre la Vigésima Quinta Enmienda y una explicación sobre cómo opera.
¿Qué es la Vigésima Quinta Enmienda?
La enmienda número 25 de la Constitución principalmente fue diseñada para aclarar el orden de sucesión presidencial. Las primeras tres secciones se ocupan de los casos en los que un presidente renuncia, muere o se enferma o se encuentra temporalmente incapacitado.
La cuarta sección establece un proceso de varios pasos para que el vicepresidente y una mayoría de funcionarios a la cabeza de agencias del poder ejecutivo —quienes se conocen como el gabinete—declaren que el presidente está “imposibilitado de ejercer los derechos y deberes de su cargo”. Dicho proceso, al final, la aprobación por voto de dos terceras partes de ambas cámaras del Congreso.
¿Cómo surgió la Vigésima Quinta Enmienda?
Después del asesinato de John F. Kennedy en 1963 hubo confusión sobre cómo elegir a un nuevo presidente cuando Lyndon B. Johnson asumió la presidencia. Y hubo preocupaciones de que Johnson se enfermara o quedara incapacitado antes de que se encontrara un reemplazo. El Congreso propuso formalmente la Vigésima Quinta Enmienda en 1965 y la enmienda se volvió parte de la Constitución en 1967 luego de que 38 estados la ratificaron.
¿Cómo funcionaría si se invocara ahora?
El primer paso sería que el vicepresidente Mike Pence y una mayoría del gabinete le hicieran llegar una declaración por escrito al presidente provisional del Senado (ahora mismo el senador Chuck Grassley, republicano por Iowa) y la presidenta de la Cámara (ahora es la representante por California, Nancy Pelosi, demócrata), diciendo que Trump está “imposibilitado de ejercer los derechos y deberes de su cargo”. Eso le quitaría de inmediato a Trump los poderes de la presidencia y Pence sería el presidente en funciones.
Pero la enmienda le daría oportunidad a Trump de enviar de inmediato una declaración por escrito a Grassley y Pelosi diciendo que, de hecho, sí es capaz de llevar a cabo sus funciones. Eso le permitiría inmediatamente volver a entrar a funciones a menos que Pence y el gabinete envíen en un plazo de cuatro días otra declaración a los líderes del Congreso donde reafirmen sus preocupaciones. Pence volvería a tomar el mando.
Una declaración así requeriría que el Congreso sesione en un plazo de 48 horas y vote en un plazo de 21 días. Si dos tercios de los integrantes de ambas cámaras estuvieran de acuerdo que Trump es incapaz de continuar como presidente, entonces se le retiraría permanentemente del cargo y Pence seguiría como presidente encargado. Si no se consigue el voto suficiente, Trump retomaría sus funciones.
¿Eso puede pasar?
Los autores de la Vigésima Quinta Enmienda se propusieron que fuera un proceso difícil y que utilizarla fuera sumamente infrecuente. Lo lograron.
Para poner en contexto, es aún más difícil quitarle a un presidente el cargo a través de la Vigésima Quinta Enmienda que con un proceso de juicio político. Un presidente puede ser enjuiciado con una mayoría simple de la Cámara baja y ser retirado del cargo con un voto de dos tercios del Senado. Retirar a un presidente del cargo con la Vigésima Quinta enmienda requiere dos tercios en ambas cámaras.
Michael D. Shear es corresponsal de la Casa Blanca. Trabajaba en The Washington Post, donde fue parte del equipo ganador del Pulitzer que cubrió el tiroteo de la universidad Virginia Tech en 2007. @shearm