Antes de la pandemia, millones de estadounidenses viajaban a otros países para ahorrar entre el 40 y el 80 por ciento en tratamientos médicos, según la guía mundial de turismo médico, Patients Beyond Borders.
Durante una fría mañana de febrero de 2020, mientras yacía acurrucada en posición fetal en el piso de su cocina, Melissa Jackson llamó a su jefe en un salón de belleza en Nueva Jersey para pedirle algunos días libres no remunerados.
Era la sexta semana consecutiva que la cosmetóloga de 39 años no podía asistir a su turno de tiempo completo, debido a un dolor debilitante en la pelvis causado por la endometriosis, una condición crónica que es provocada por el crecimiento de tejido uterino fuera del útero.
A medida que sus síntomas empeoraron, Jackson comenzó a explorar opciones para obtener atención médica menos costosa en el extranjero.
En años recientes, mientras aún contaba con la póliza de seguro médico de su exesposo, recibió tratamientos hormonales para aliviar el dolor y poder seguir con su rutina diaria. Pero desde su divorcio el año pasado y debido a las restricciones impuestas a la industria cosmética por la pandemia de coronavirus en marzo, el costo de estos tratamientos se ha vuelto inasequible, especialmente sin un seguro médico.
“No existe una cura para la endometriosis, pero si quiero librarme de este dolor necesito someterme a una histerectomía”, expresó Jackson con una voz temblorosa mientras describía el procedimiento para remover su útero. “Y como si la operación no fuese lo suficientemente grave, necesito conseguir 20.000 dólares para pagarla, y eso es una completa locura, así que voy a tener que encontrar una manera de ir a México”.
La pandemia de coronavirus ha sumido en la pobreza a millones de estadounidenses y ha despojado a más de 5,4 millones de trabajadores en EE. UU. de sus seguros médicos, según revela un estudio del grupo no partidista de defensa al consumidor, Families USA. Muchas personas como Jackson han experimentado un considerable deterioro de salud, porque han aplazado procedimientos médicos. Para algunos, el temor a costosas facturas médicas ha sobrepasado al temor de contagio, lo que ha dado lugar a un mayor número de pacientes que buscan tratamiento médico en países extranjeros.
“Estamos viendo una demanda acumulada de turismo médico durante la pandemia, particularmente en Estados Unidos donde un creciente número de ciudadanos están cruzando la frontera con México por motivos de salud”, explicó David Vequist IV, fundador del Center for Medical Tourism Research, un grupo con sede en San Antonio, y profesor en la Universidad del Verbo Encarnado, también ubicada en San Antonio.
Incluso antes de la pandemia, millones de estadounidenses viajaban a otros países para ahorrar entre el 40 y el 80 por ciento en tratamientos médicos, según la guía mundial de turismo médico, Patients Beyond Borders. México y Costa Rica se han convertido en los destinos más populares para la atención dental, la cirugía estética y las recetas médicas mientras que Tailandia, India y Corea del Sur atraen a pacientes que necesitan procedimientos más complejos que incluyen tratamientos ortopédicos, cardiovasculares, de cáncer y de fertilidad.
En 2019, el 1,1 por ciento de los estadounidenses que viajaron a otro país lo hicieron en busca de tratamientos médicos, según lo detalla la Oficina de Turismo y Viajes Nacionales, aunque esa cifra solo incluye a aquellos que viajaron por aire y no toma en cuenta a los miles de viajeros que cruzaron la frontera de EE. UU. con México. Las estadísticas definitivas de turismo médico son difíciles de precisar, porque los países tienen diferentes métodos de registro y definiciones de ese sector.
El turismo médico ha sido diezmado por las restricciones del coronavirus, pero, aun así, ambas crisis, la económica y la de la enorme tensión que el COVID-19 ha colocado sobre el ya deficiente sistema estadounidense de salud, están empujando a muchos pacientes a viajar. La demanda de operaciones no esenciales también ha estado aumentando después de que más de 177.000 intervenciones quirúrgicas fueron aplazadas en Estados Unidos entre marzo y junio de 2020, según revela el Center for Medical Tourism Research.
“Nuestro mercado siempre ha sido para quienes yo llamo ‘los trabajadores pobres’ y siguen empobreciendo”, expresó Josef Woodman, director ejecutivo de Patients Beyond Borders. “La pandemia ha afectado de manera grave a las personas de bajos recursos y de clase media en todo el mundo y para muchos de ellos la realidad es que tienen que viajar para poder acceder a una atención médica asequible”.
Antes del recrudecimiento del coronavirus en el invierno, Jackson había comenzado a ahorrar y a planificar un viaje a Mexicali, una ciudad fronteriza en el norte de México, donde puede someterse a una histerectomía por 4000 dólares, la quinta parte del costo del mismo procedimiento ofrecido en Nueva Jersey. Su mejor amiga se ofreció a llevarla en auto hasta allá, así como a pagar por la gasolina y el alojamiento.
“Queríamos hacer unas vacaciones de esto y divertirnos un poco antes de la operación porque es algo muy grave y oscuro con consecuencias reales”, aseguró Jackson. “Con 39 años, tengo que aceptar la realidad de que nunca tendré hijos. Y eso es mucho más doloroso que mi enfermedad”.
Por ahora, Jackson ha suspendido la intervención quirúrgica y esperará hasta que el virus esté bajo control. Su médico le había mencionado opciones más económicas para la operación en Nueva Jersey, desde 11.000 dólares en un centro ambulatorio local. Pero Jackson insiste en operarse en el hospital y asegura que los cuidados posoperatorios son más completos en México.
“Elegir la opción más barata en casa significa obtener una atención de menor calidad y asumir riesgos. Esa no es la experiencia de las personas que hacen esto en hospitales especializados en México”, dijo. “Es barato y seguro”. (Muchos hospitales y clínicas en México y otros países tienen acreditación para garantizar que sus estándares sean equivalentes a los de los centros médicos en Estados Unidos).
En las últimas semanas, Jackson ha tenido un brote de síntomas, lo cual es común cuando la afección no se trata.
“No estoy segura de poder esperar a que la situación del COVID mejore”, dijo. “Esta condición paraliza cada parte de mi vida”.