A sus 62 años, Michelle Pfeiffer se ha mantenido lo suficientemente estable como para criar a sus dos hijos con su marido, el guionista y productor David E. Kelley, y embarcarse en nuevos proyectos
Michelle Pfeiffer es una mujer incansable. Eso se nota en su elección de papeles tan dispares. Ha sido tórrida como Gatúbela, desgarradoramente vulnerable en “Relaciones peligrosas” y glamurosamente libertina en “Caracortada”. Ha sido exiliada en dos ocasiones, como la paria social Ruth Madoff en “El mago de las mentiras” y ahora como una gran dama en bancarrota en “French Exit”, que llega a los cines este mes.
Sin embargo, a sus 62 años, Pfeiffer se ha mantenido lo suficientemente estable como para criar a sus dos hijos con su marido, el guionista y productor David E. Kelley, y embarcarse en nuevos proyectos: interpreta a Betty Ford en la próxima serie de Showtime “The First Lady”, y ha asumido el inesperado papel de empresaria del sector de la belleza.
Hace dos años fundó Henry Rose, una línea de perfumes, fragancias para el hogar y bálsamos de género neutro que llevan nombres tan evocadores como Fog, Last Light y Queens and Monsters. La última fragancia, Windows Down, con un toque de bergamota y cítricos, alude a las facetas más libres y cándidas de la personalidad de Pfeiffer.
La semana pasada, dejó de lado su reserva para hablar de los retos de la iniciativa empresarial, de interpretar a una reina de la sociedad gentilmente empobrecida y de encontrar la libertad para soltarse la melena.
P: He leído que a veces usas una fragancia que te ayuda a meterte en tu personaje. ¿Fue ese el caso de “French Exit”?
R: En el momento del rodaje, estábamos experimentando con una fragancia floral. Me la puse. Pensé que mi personaje Frances sería una persona floral.
Q: Pero tu personaje no es una viuda con aroma dulce.
R: Como nos gusta decir, esta no es la fragancia floral de tu abuela.
P: ¿Qué parte de ti se relaciona con Frances?
R: No siempre sé por qué respondo a un personaje. Pero ella me pareció increíblemente conmovedora. Su tragedia es la de alguien aislado por la riqueza que nunca ha aprendido a enfrentarse a ella. Cuando ya no tiene dinero, no sabe realmente quién es.
P: Se comporta como una mujer sin nada que perder. ¿Te ha parecido intrigante?
R: Frances siempre se ha comportado así. En esta situación es un poco delirante. Pero lo que más me emocionó es que pasamos gran parte de nuestro tiempo tratando de ser educados, o al menos eso hago yo. Es totalmente agotador. Frances no se molesta en hacer eso.
P: ¿Hubo un momento en el que te preocupaste menos por lo que pensaban los demás?
R: Está relacionado con la edad. Cuanto más envejezco, más me desprendo de esas preocupaciones. Es increíblemente liberador.
P: ¿Cómo se te ocurrió el concepto de tu última fragancia?
R: Estaba conduciendo, bajé las ventanillas y sentí el aire cálido del verano. Me sentí sin ataduras. Me recordaba a cuando saqué la licencia de conducir a los 16 años, esa sensación de dejarse llevar y de dejar que la vida me guíe. Cuanto más mayores nos hacemos, ya no hacemos eso.
P: ¿Este aroma fue concebido como respuesta a un año abrumador?
R: No. Pero es optimista. Su introducción coincide con la lenta salida de todos nosotros y la sensación de que queremos volver a empezar.
P: Estas fragancias tienen un carácter muy variado. ¿Cuál es la que más te atrae?
R: Me inclino por las más oscuras y ricas en vainilla amaderada y terrosa. Torn, mi primera fragancia y una de las preferidas, tiene un susurro de algo picante, un poco amaderado. Mis favoritas son las complejas.
P: Se dice que las fragancias de famosos son difíciles de vender. Sin embargo, presentaste una sin siquiera poner tu nombre en la etiqueta.
R: Al principio me advirtieron que a las fragancias de famosos no les estaba yendo bien, que la gente no confiaba en ellas. Para mí era importante, porque no se trata de un acuerdo de licencia, que la marca pudiera valerse por sí misma, que todos los ingredientes figuraran en la etiqueta. No quería desarrollar algo que dependiera de mi cara o de mi celebridad.
P: Se te conoce por tu carácter privado. ¿Te sentiste presionada para usar Instagram?
R: No sé si hubiera empezado a usar Instagram si no hubiera lanzado esta marca. Suelo ser muy prudente en las entrevistas. Odio las sesiones de fotos.
P: Pero eres juguetona en tu cuenta. De hecho, en una publicación jugaste con un látigo.
R: Estaba sentada con una amiga en mi despacho y no sabíamos hacia dónde iba la conversación. Ella sacó el tema del látigo de Gatúbela. Le dije: “Creo que lo tengo aquí”. Abrí mi armario y allí estaba, colgado en la puerta. El momento parecía ridículamente escenificado, pero no lo planeamos. En las redes sociales, realmente controlas tu propia narrativa. Eso te permite ser tan juguetona como quieras.