La canciller panameña explicó su intención de conseguir un flujo controlado de emigrantes irregulares a través de esta difícil frontera para asegurar que reciben un trato digno y pueden continuar su viaje sin contratiempos.
La Canciller Erika Mouynes se trasladó hoy hasta la zona fronteriza que recibe a los emigrantes irregulares llegados a territorio panameño a través de la intrincada selva de Darién para escuchar sus testimonios y conocer de primera mano sus expectativas y cómo son atendidos en las instalaciones de acogida, donde se les proporciona alojamiento, alimento y atención médica.
“Esta situación requiere una solución integral y actuaciones internacionales y para ofrecer alternativas justas he querido escuchar a los protagonistas, tanto a los que llegan a Panamá arriesgando la vida, como a quienes los reciben e identifican sus carencias y necesidades”, recalcó la canciller en la Estación de Recepción Migratoria (ERM) de San Vicente, una de las dos instalaciones para emigrantes irregulares que hay en Darién.
Estas facilidades responden a la necesidad de atender al creciente número de emigrantes irregulares que llegan a pie desde Colombia, con tránsitos sostenidos desde los últimos diez años e incrementos puntuales de hasta 30,000 personas, registrados entre 2015 y 2016 y un más reciente pico de 22,265 emigrantes, en 2019.
“Si bien no tienen la intención de quedarse en nuestro país, nuestro compromiso es atenderlos de manera segura en la medida de nuestra capacidad y que puedan seguir su camino, para lo que necesitamos la colaboración de todas las partes implicadas”, indicó la ministra Mouynes.
Su viaje, en compañía del procurador general de la nación, Javier Caraballo, el director del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT), comisionado Oriel Ortega, y el comisionado Abdiel Lezcano, de Servicio Nacional de Migración, es la antesala de una próxima reunión con las autoridades de Colombia para dar seguimiento a la reunión de alto nivel con la canciller de ese país, Claudia Blum, celebrada el 9 de abril para acordar las condiciones de un paso controlado y seguro hacia Panamá de estos grupos de emigrantes.
Según se explicó in situ a la comitiva, la asistencia que brindan las autoridades panameñas a estos migrantes es vital, ya que después de su difícil trayecto de casi cinco días por las trochas transfronterizas, llegan en su mayoría a la pequeña comunidad darienita de Bajo Chiquito con signos de deshidratación y en algunos casos con necesidades médicas graves.
Es muy difícil, además, dar seguimiento a los casos delictivos que se registran entre estos viajeros, que oficialmente son invisibles, porque generalmente no llevan salvoconductos ni sellos migratorios que registren su largo recorrido, en ocasiones de hasta seis meses.
En las estaciones de San Vicente y Lajas Blancas, ambas en Darién, reciben alimento, cobijo, asistencia médica, y se someten a pruebas covid antes de continuar su recorrido.
Las ERM, con una tercera en Planes de Gualaca, Chiriquí, son atendidas por SENAFRONT en colaboración con el Servicio Nacional de Migración, y con la asistencia de organismos internacionales como la Organización Internacional para las Migraciones (OMI) y el fondo para la Niñez y la Infancia (UNICEF), ambos organismos de Naciones Unidas.