Según algunos investigadores y ejecutivos, exigirle a la gente que vaya a la oficina puede eliminar la innovación, porque, para muchas personas, los empleos en las oficinas nunca fueron ideales.
“Es crucial que todos estemos presentes en nuestras oficinas”, escribió Jacqueline Reses, en aquel entonces ejecutiva de Yahoo, en un memorando al personal. “Algunas de las mejores decisiones y reflexiones provienen de las conversaciones en los pasillos y la cafetería, de conocer a nuevas personas y las reuniones improvisadas de equipos”.
Hoy, Reses, actual directora ejecutiva de Post House Capital, una firma de inversiones, tiene una opinión distinta. “¿Que si escribiría ese memorando de una manera distinta ahora?”, preguntó. “Claro que sí”. Reses sigue creyendo que la colaboración se puede beneficiar de estar juntos en persona, pero, a lo largo del último año, la gente encontró nuevas y mejores maneras de trabajar.
No obstante, conforme disminuye la pandemia en Estados Unidos, muchos jefes están haciendo eco del mensaje que Reses comunicó en 2013.
“La innovación no siempre es una actividad planeada”, opinó Tim Cook, director ejecutivo de Apple, en relación con el trabajo pospandémico. “Se da al toparse los unos con los otros a lo largo del día y al hacer avanzar una idea que acabas de tener”.
Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, comentó que el trabajo desde casa “no funciona para la generación de ideas espontáneas, no funciona para la cultura”.
Sin embargo, la gente que estudia el tema asegura que no hay ninguna evidencia que demuestre que trabajar de manera presencial sea esencial para la creatividad y la colaboración. Coinciden en que, incluso, podría perjudicar la innovación porque la exigencia de trabajar en una oficina en un momento y un lugar prescritos es una razón importante por la que el lugar de trabajo en Estados Unidos se ha vuelto poco hospitalario para muchas personas.
“Eso ha generado muchas de las consecuencias que vemos en los entornos modernos de oficinas —largos horarios de trabajo, agotamiento, falta de representación— porque esa cultura de oficina está diseñada para beneficiar a unos pocos, no a muchos”, comentó Dan Spaulding, director de recursos humanos en Zillow, el mercado de bienes raíces.
“La idea de que tan solo se puede ser colaborativo cara a cara es un prejuicio”, opinó Spaulding. “Y yo preguntaría: ¿cuánta creatividad e innovación ha quedado excluida de la oficina porque no eres parte del grupo de privilegiados, no se te escuchó, o no fuiste a los mismos lugares donde se reunía la gente en posiciones de poder?”.
Spaulding y otras personas sugirieron un replanteamiento total de la oficina: como un lugar donde va la gente de vez en cuando, para reunirse o socializar, mientras el trabajo diario se hace a distancia. En Zillow, casi todos los empleados trabajan a distancia o asisten solo una vez cada tanto. Varias veces al año, los equipos van a oficinas pequeñas diseñadas para reunirse.
“Hay cierta credibilidad detrás del argumento de que las personas pueden tener una conversación si se juntan en espacios donde probablemente choquen la una con la otra”, comentó Ethan S. Bernstein, profesor de la Escuela de Negocios, de la Universidad de Harvard ,que estudia el tema. “Pero ¿acaso esa conversación servirá para la innovación, la creatividad, será de alguna utilidad para que las personas hablen de lo que la organización quiere que hablen? En ese sentido, casi no hay ningún tipo de dato”.
“Todo esto me hace pensar que la idea de que la casualidad es productiva es más un cuento de hadas que una realidad”, opinó.
La noción de que las interacciones espontáneas en la oficina incentivan el pensamiento creativo fue una fuerza impulsora detrás de uno de los primeros edificios de oficinas sin muros interiores, la sede de Johnson Wax, diseñada en la década de 1930 por Frank Lloyd Wright. Para los años noventa, las empresas de Silicon Valley comenzaron a ofrecer estaciones con refrigerios y cortes de pelo in situ para promover las reuniones improvisadas. Las empresas empezaron a pagar salarios desproporcionadamente altos a la gente que estuviera en la oficina más de 40 horas a la semana.
Sin embargo, Bernstein encontró que las oficinas abiertas contemporáneas producían un 70 por ciento menos de interacciones cara a cara. Las personas no consideran útil tener tantas conversaciones espontáneas, así que usan audífonos y se evitan las unas a las otras.
Al mismo tiempo, la tecnología —Zoom, Slack y Documentos de Google— ha logrado que la generación de ideas sea igual de eficaz en línea, según los investigadores. Judith Olson, profesora de Informática en la Universidad de California, campus Irvine, ha estudiado durante tres décadas el efecto de la distancia en el trabajo en equipo. La distancia importa mucho menos ahora, comentó: “Gracias a la tecnología de estos días, en realidad nos estamos acercando cada vez más a la reproducción de una oficina”.
El trabajo creativo se puede realizar al dejar un chat de video encendido mientras se trabaja, de tal manera que la gente pueda compartir sus ideas cuando aparezcan, o al trabajar de manera simultánea en un documento compartido de Documentos de Google. Asimismo, se puede lograr escribiendo ideas y notas de conversaciones, para que otras personas puedan remitirse a ellas y dar su opinión.
El trabajo en las oficinas es esencial para algunos empleos dedicados a la innovación, como los que involucran objetos físicos, y es benéfico para algunas personas, como los empleados recién contratados y quienes buscan mentores. No obstante, algunos profesionales creativos, como los arquitectos y los diseñadores, se han sorprendido de la eficacia del trabajo remoto durante la pandemia, mientras que hay científicos e investigadores académicos que desde hace tiempo trabajan en proyectos con colegas de otras partes.
Según algunos investigadores y ejecutivos, exigirle a la gente que vaya a la oficina puede eliminar la innovación, porque, para muchas personas, los empleos en las oficinas nunca fueron ideales. Entre estas se encuentran las mujeres, las minorías raciales y la gente responsable del cuidado de niños o con alguna discapacidad. Asimismo, la gente que es tímida, que necesita vivir lejos de la oficina, que es productiva a horas poco comunes o que fue excluida de los partidos de golf y las horas felices.
Sin embargo, el trabajo a distancia puede permitir que las ideas broten de gente de distintos contextos. En línea, las personas que no se sienten cómodas dando su opinión en una reunión presencial tal vez se sientan más capaces de intervenir. Las lluvias de ideas por medio de aplicaciones como Slack pueden brindar muchas más perspectivas al incluir a gente que no habría sido invitada a una reunión, como los pasantes o los empleados de otros departamentos.
“Cuando todo el mundo ve el mismo cuadrito de texto o video en la pantalla, todos tienen el mismo lugar en la mesa, literalmente”, comentó Barbara Messing, directora de experiencia de los empleados en Roblox, una empresa de videojuegos en línea que está dejando dos días de trabajo remoto a la semana y permite que las personas trabajen donde quieran dos meses al año.