Un equipo de investigadores que le dio seguimiento a más de 200 pacientes durante dos a tres meses después de que se les diagnosticó COVID-19 reporta que ha identificado factores biológicos que podrían ayudar a predecir si una persona desarrollará COVID persistente.
Es uno de muchos misterios sobre la COVID persistente: ¿quiénes son más propensos a desarrollarla? ¿Algunas personas tienen más posibilidades que otras de experimentar síntomas físicos, neurológicos o cognitivos que pueden surgir, o permanecer, meses después de que su infección por coronavirus haya concluido?
Ahora, un equipo de investigadores que le dio seguimiento a más de 200 pacientes durante dos a tres meses después de que se les diagnosticó COVID-19 reporta que ha identificado factores biológicos que podrían ayudar a predecir si una persona desarrollará COVID persistente.
El estudio, publicado el martes en la revista Cell, una publicación científica de revisión por pares, descubrió cuatro factores que podrían ser identificados de manera temprana en la infección de coronavirus de una persona que parecieran estar correlacionados con un mayor riesgo de manifestar síntomas duraderos semanas después.
Los investigadores afirmaron que descubrieron que había una asociación entre estos factores y la COVID persistente (que posee el nombre médico de secuelas de la COVID-19 aguda [PASC, por su sigla en inglés]) sin importar si la infección inicial fue grave o leve. Aseguran que los hallazgos podrían indicar formas de prevenir o tratar algunos casos de COVID persistente, incluyendo la posibilidad de administrar medicamentos antivirales a las personas al poco tiempo de un diagnóstico de infección.
“Es el primer intento concreto de detectar algunos mecanismos biológicos para la COVID persistente”, señaló Steven Deeks, profesor de Medicina en la Universidad de California, en San Francisco, quien no participó en el estudio.
Deeks y otros expertos, además de los autores del estudio, advirtieron que los hallazgos eran exploratorios y tendrían que ser verificados mediante investigaciones mucho más profundas.
Aun así, Deeks comentó: “Identificaron estos cuatro factores de importancia. Todos son biológicamente viables, coinciden con teorías que otras personas analizan y, lo importante es que, a partir de todos se pueden emprender acciones. Si estas trayectorias se confirman, nosotros como médicos clínicos podemos diseñar intervenciones para sanar a las personas. Ese es el mensaje que debemos recordar”.
Uno de los cuatro factores que los investigadores identificaron es el nivel de ARN de coronavirus en la sangre en la etapa temprana de la infección, un indicador de carga viral. Otro es la presencia de ciertos autoanticuerpos (que de manera equivocada atacan tejidos del cuerpo como lo hacen en enfermedades como el lupus y la artritis reumatoide). Un tercer factor es la reactivación del virus Epstein-Barr, un virus que infecta a la mayoría de las personas, con frecuencia cuando son jóvenes, y luego, por lo general, se vuelve inactivo.
El factor final es tener diabetes tipo 2, aunque los investigadores y otros expertos mencionan que en estudios con grandes cantidades de pacientes, podría resultar que la diabetes es solo una de varias enfermedades que incrementan el riesgo de padecer COVID persistente.
“Creo que esta investigación enfatiza la importancia de realizar mediciones al principio del curso de la enfermedad para determinar cómo tratar a los pacientes, incluso si todavía no sabemos en realidad cómo vamos a usar toda esa información”, opinó Jim Heath, investigador principal del estudio y presidente del Instituto de Biología de Sistemas, una organización sin fines de lucro para la investigación biomédica en Seattle.
“Ya que puedes medir algo; entonces, tal vez puedes comenzar a hacer algo al respecto”, relató Heath y agregó: “Hicimos este análisis porque sabemos que los pacientes irán con los médicos y dirán que están cansados todo el tiempo o algo así, y el médico solo les responderá que duerman más. Eso no es muy útil. Así que, queríamos tener una forma de cuantificar y expresar que en realidad estos pacientes tienen un problema”.
El estudio complejo tuvo varios componentes e involucró a decenas de investigadores en diversas universidades y centros, incluyendo el Instituto de Biología de Sistemas, la Universidad de Washington y el Centro Médico Sueco en Seattle, donde el principal autor médico del estudio, Jason Goldman, es un especialista en enfermedades infecciosas.
El grupo principal de pacientes incluyó a 209 personas, cuya edad oscilaba entre los 18 y los 89 años, quienes contrajeron el coronavirus durante 2020 o a principios de 2021, y fueron atendidos en el Centro Médico Sueco o una clínica afiliada. Muchas personas fueron hospitalizadas por sus infecciones iniciales, pero algunas solo fueron atendidas como pacientes externos. Los investigadores analizaron muestras de sangre y otras tomadas con hisopos nasales cuando los pacientes fueron diagnosticados, durante la fase aguda de su infección y entre dos y tres meses después.
Les preguntaron a los pacientes sobre veinte síntomas asociados con la COVID persistente, incluyendo fatiga, niebla mental y falta de aliento, y corroboraron esos informes con registros electrónicos de salud, narró Heath.
Heath mencionó que el 37 por ciento de los pacientes reportaron tres o más síntomas de COVID persistente dos o tres meses después de la infección. Otro 24 por ciento informó sobre uno o dos síntomas y el 39 por ciento afirmó no presentar ningún síntoma. De los pacientes que reportaron tres o más síntomas, el 95 por ciento tenía uno o más de los factores biológicos identificados en el estudio cuando se les diagnosticó COVID-19, relató Heath.
El factor con la mayor influencia parecen ser los autoanticuerpos, que están relacionados con dos tercios de los casos de COVID persistente, señaló Heath. Cada uno de los tres factores restantes aparecieron en alrededor de un tercio de los casos, aseguró, y hubo bastantes coincidencias, pues se identificaron varios factores en algunos pacientes.
“El estudio es de gran y amplio alcance, y es un gran recurso para la comunidad que estudia la COVID persistente”, relató Akiko Iwasaki, una inmunóloga en la Universidad de Yale, quien no estuvo involucrada en la investigación.
Avindra Nath, médico y jefe de la sección para infecciones del sistema nervioso en el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares que no participó en la investigación, calificó al estudio como bien diseñado, pero señaló varios puntos débiles, como el hecho de que solo se les dio seguimiento a los pacientes durante dos a tres meses. “Este podría ser un periodo muy corto. Algunas personas podrían mejorar de manera espontánea con el paso del tiempo”, opinó.
Iwasaki destacó que el 71 por ciento de los pacientes en el grupo principal habían sido hospitalizados, lo que limita la capacidad de concluir que los factores biológicos fueron igual de relevantes para personas con infecciones iniciales leves.
Una conclusión convincente, según señalaron varios expertos, fue la sugerencia de que, debido a que los pacientes con cargas virales altas, al principio de la infección, a menudo desarrollaban COVID persistente, administrar antivirales al poco tiempo del diagnóstico podría ayudar a evitar síntomas a largo plazo.
“Entre más rápido se pueda eliminar al virus, es menos probable desarrollar un padecimiento persistente o la autoinmunidad, que podría fomentar la COVID persistente”, finalizó Iwasaki.