Muchas agencias de medios de comunicación convencionales, entre ellas Military Times y Time, han publicado guías paso a paso para unirse al ejército de Ucrania. El gobierno ucraniano ha pedido a los voluntarios interesados que se pongan en contacto con sus consulados.
Cuando era miembro del cuerpo de marines de Estados Unidos, Hector participó en dos incursiones violentas en Irak; después se retiró, consiguió una pensión y un empleo como civil, y pensó que su vida como militar se había terminado. Pero el viernes, abordó un aeroplano para participar en otra movilización, esta vez como voluntario en Ucrania. Revisó varias mochilas llenas de visores, cascos y equipo de protección donados por otros veteranos.
“Las sanciones pueden ayudar, pero no en este momento, que es cuando el pueblo necesita ayuda”, comentó este exmarine que vive en la bahía de Tampa, Florida, y que, al igual que otros veteranos entrevistados para este artículo pidió que, por motivos de seguridad, solo se mencionara su nombre de pila. “Yo estoy en condiciones de ayudar en este momento”.
Hector es uno de los muchos veteranos estadounidenses que afirman que se están preparando para unirse a la lucha en Ucrania incentivados por la invitación de Volodímir Zelenski, el presidente de ese país, quien la semana pasada anunció que estaba formando una “legión internacional” y pidió que voluntarios de todo el mundo le ayudaran a defender su nación contra Rusia.
El ministro de relaciones exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, se sumó a la convocatoria de combatientes en su cuenta de Twitter: “Juntos derrotamos a Hitler y asimismo derrotaremos a Putin”.
Hector explicó que quería capacitar a los ucranianos en su especialidad: vehículos blindados y armas pesadas.
“Muchos veteranos hemos sido convocados para participar y hemos entrenado durante toda nuestra vida profesional para este tipo de guerra”, comentó. “¿Por qué nos quedaríamos sin hacer nada? Tuve que hacerlo cuando se desmoronó Afganistán y lo lamenté mucho. Tenía que actuar”.
En todo Estados Unidos, pequeños grupos de militares veteranos están reuniéndose, planificando y tramitando sus pasaportes. Después de pasar años en invasiones latentes, tratando de difundir la democracia en lugares donde había muy poco interés en ella, muchos desean lo que consideran una lucha justa para defender la libertad contra un agresor autócrata con un ejército convencional y plagado de objetivos.
“Se trata de un conflicto que tiene un bando bueno y uno malo, y quizás eso lo diferencia de otros conflictos recientes”, señaló David Ribardo, un exoficial de las fuerzas armadas que ahora es propietario de un negocio de administración de inmuebles en Allentown, Pensilvania. “Muchos estamos atentos a lo que ocurre y lo único que queremos es tomar un rifle e irnos para allá”.
Después de la invasión, vio que los veteranos inundaban las redes sociales con la buena disposición de unirse a la lucha. Al no poder ir debido a sus compromisos en Estados Unidos, ha pasado la última semana fungiendo como una especie de intermediario de un grupo llamado Voluntarios para Ucrania localizando veteranos y otros efectivos que posean conocimientos de utilidad y poniéndolos en contacto con donantes que les proporcionan el equipamiento y los boletos de avión.
“Nos sobrepasó muy rápido. Eran demasiadas las personas que querían ayudar”, comentó. Nos dijo que la semana pasada estuvo separando a las personas que son útiles en combate o que cuentan con conocimientos médicos de quienes describió como “turistas de combate que carecen de la experiencia necesaria y no serían de utilidad”.
Mencionó que su grupo también tiene que filtrar a muchos extremistas.
Los sitios de recaudación de fondos, como GoFundMe, tienen reglas que no permiten reunir fondos para conflictos armados así que, según Ribardo, su propio grupo y otros han tenido el cuidado de no darle a nadie instrucciones concretas para participar en el combate. Más bien, explicó, simplemente pone en contacto a quienes ha seleccionado con las personas que desean donar boletos de avión y equipo no letal, realizando una labor que describe como “un Tinder de veteranos y donantes”.
Muchas agencias de medios de comunicación convencionales, entre ellas Military Times y Time, han publicado guías paso a paso para unirse al ejército de Ucrania. El gobierno ucraniano ha pedido a los voluntarios interesados que se pongan en contacto con sus consulados.
Varios veteranos que se comunicaron con los consulados la semana pasada nos comentaron que estaban esperando una respuesta y que creían que los miembros del personal ya estaban rebasados.
El jueves, en un video de Telegram, Zelenski aseveró que ya se habían unido a la brigada internacional 16.000 voluntarios, aunque no sabemos cuál es la cifra verdadera. The New York Times no pudo localizar a ningún veterano que estuviese luchando activamente en Ucrania.
Desde luego, la guerra casi nunca es algo tan simple como el idealismo apasionado que motiva a la gente a enrolarse. Además, los voluntarios no solo arriesgan sus propias vidas, sino que involucran a Estados Unidos en un conflicto directo con Rusia.
“La guerra es un animal impredecible y cuando lo dejas salir, nadie pero nadie sabe qué ocurrirá”, comentó Daniel Gade, quien perdió una pierna en Irak y luego, durante muchos años, se dedicó a dar clases de liderazgo en la Academia Militar de Estados Unidos en West Point y se jubiló como teniente coronel. Aceptó que entendía la necesidad de pelear, pero que el riesgo de que el conflicto se convirtiera en una guerra nuclear era demasiado alto.
El jueves, el vocero del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, le dijo a la agencia de noticias rusa que no se vería a los combatientes extranjeros como soldados, sino como mercenarios, y que no estarían bajo la protección de las normas humanitarias relacionadas con el trato que reciben los prisioneros de guerra.
“En el mejor de los casos, podrían ser procesados como criminales”, afirmó Konashenkov. “Exhortamos a todos los ciudadanos extranjeros que tengan planes de acudir a pelear por el régimen nacionalista de Kiev que lo piensen muchas veces antes de emprender ese camino”.
A pesar de los riesgos (tanto a nivel personal como estratégico), hasta ahora, el gobierno de Estados Unidos ha sido mesurado en sus advertencias. La semana pasada le preguntaron al secretario de Estado, Antony Blinken, en una conferencia de prensa qué les diría a los estadounidenses que quieren ir a luchar a Ucrania, y se refirió a las declaraciones oficiales que se emitieron hace algunas semanas en las que se les rogaba a los ciudadanos estadounidenses en ese país que salieran de inmediato.
Blinken dijo: “Para quienes quieran ayudar a Ucrania y a su pueblo, existen muchas maneras de hacerlo, entre ellas, apoyar y ayudar a muchas ONG que están trabajando para ofrecerle ayuda humanitaria y también proporcionar recursos a los grupos que están tratando de ayudar a Ucrania siendo defensores de ese país y de una resolución pacífica a esta crisis provocada por Rusia”.
Esto no ha disuadido a muchos veteranos que conocen muy bien los peligros del combate.
James era un médico que fue por primera vez al combate para sustituir a otro médico que, en 2006, murió en la guerra en Irak. Realizó otras dos incursiones, en Irak y Afganistán, y vio tanta sangre y tantas muertes que, diez años después de dejar el ejército, sigue yendo a terapia en el hospital de veteranos.
Pero la semana pasada, mientras veía que las fuerzas rusas bombardeaban las ciudades de toda Ucrania, decidió que debía tratar de ir a ofrecer ayuda.
“Por supuesto que el combate tiene un costo; creemos que podemos regresar de la guerra tal y como nos fuimos, pero no es así”, explicó James en una entrevista telefónica desde su casa en Dallas, donde dijo que estaba esperando noticias de las autoridades ucranianas. “Pero me siento obligado. Están atacando a gente inocente, a los niños. Se trata de niños, caray. No puedo quedarme sin hacer nada”.
Chase, un estudiante egresado de Virginia, nos comentó que, en 2019, se ofreció como voluntario para combatir al Estado Islámico en Siria y que sentía la misma necesidad en el caso de Ucrania, pero no recomendó ir a la frontera sin contar con un plan.
Chase relató que en Siria conoció a voluntarios bien intencionados que fueron detenidos durante semanas por las autoridades kurdas porque llegaron sin avisar. Antes de llegar a Siria, él hizo arreglos con las fuerzas de defensa kurdas. Ahí pasó varios meses como un humilde soldado raso con un sueldo muy bajo y solo las raciones básicas.
También nos explicó que, como un soldado sin experiencia, a nivel táctico no era muy útil. Pero para la población del noreste de Siria, Chase era un poderoso símbolo de que el mundo estaba con ella.
“Para ellos, yo era un testimonio de que el mundo estaba atento y que ellos eran importantes”, añadió.