Una creencia creciente entre los cristianos conservadores es que Estados Unidos está en la cúspide de un renacimiento, en el que el cambio espiritual y político van de la mano.
PHOENIX, Arizona — Todo comenzó con una invocación, a fin de evocar el “cerco de espinas y fuego” de Dios para que protegiera a cada uno de los presentes en aquel estacionamiento poco iluminado de Phoenix.
Pidieron testimonios y le pasaron el micrófono a cualquiera que tuviera “palabras inspiradoras que quisiera decir en nombre de nuestros presos políticos del 6 de enero”, en referencia a las personas arrestadas por el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, a las que estaban honrando un año después.
Luego, sosteniendo velas que goteaban cera, las decenas de personas reunidas entonaron a capela una canción muy conocida que millones de creyentes cantan los domingos y que se saben la letra de memoria:
Abres el camino, haces milagros, cumples promesas
Luz en las tinieblas, Dios mío
Eso eres tú…
No era un servicio en una iglesia; era el culto de un nuevo tipo de congregación: un movimiento político de derecha impulsado por un propósito divino, cuyos adeptos encuentran sustento espiritual en la acción política.
Desde hace décadas, la derecha cristiana y el conservadurismo estadounidense se han entrelazado, hasta culminar en la era de Donald Trump. Y los elementos de la cultura cristiana han estado presentes durante mucho tiempo en los mítines políticos. Pero el culto, un acto sagrado que muestra la devoción a Dios expresada a través del movimiento, las alabanzas o la oración, estaba reservado en gran medida a la iglesia. Ahora muchos creyentes están llevando su adoración a Dios, con toda su intensidad, emoción y ambición, a su vida política.
En actos celebrados en todo Estados Unidos, no es raro escuchar que los participantes describan haber tenido un encuentro con lo divino y sientan que están haciendo su parte para instaurar el reino de Dios en la tierra. Para ellos, la propia política de derecha se está convirtiendo en un acto sagrado.
Estos cristianos se unen a los miembros seculares de derecha, que incluye a los oportunistas conocedores de los medios de comunicación y a los que pregonan desinformación. Representan una amplia gama de descontentos, desde la oposición a los mandatos de vacunación hasta la promoción de teorías de conspiración electoral. Para muchos, las restricciones de la pandemia, que obligaron a cerraron los lugares de culto durante un tiempo, aceleraron su desconfianza en el gobierno y convirtieron la asistencia a la iglesia en una cuestión política.
El fin de semana pasado, en un mitin de Trump en Míchigan, un evangelista local elevó una oración que decía: “Padre celestial, creemos firmemente que Donald Trump es el actual y verdadero presidente de Estados Unidos”. El hombre oró, “en el nombre de Jesús”, para que los delegados de los distritos electorales en la próxima convención del Partido Republicano de Míchigan apoyen a los candidatos respaldados por Trump, cuyos nombres enumeró a la multitud.
“En el nombre de Jesús”, le respondió la multitud.
La infusión de un fervor explícitamente religioso (arraigado en gran medida en la tradición carismática, que enfatiza el poder del Espíritu Santo) en el movimiento de derecha está cambiando la atmósfera de los eventos y mítines, muchos de los cuales presentan símbolos y rituales cristianos, en especial la música de alabanza.
Debido a que la misión espiritual impulsa los ideales políticos, cualquier cosa en juego en cualquier conflicto, ya sea motivado por los cubrebocas o los programas escolares, puede parecer mucho más grande y puede resultar aún más difícil hacer concesiones. Las ambiciones políticas se convierten en una defensa de Dios y apuntan a un deseo de construir una nación que promueva activamente un conjunto específico de creencias cristianas.
“Lo que me parece refrescante es que esto no tiene nada que ver con la iglesia, pero estamos hablando de Dios”, mencionó Patty Castillo Porter, quien asistió al evento de Phoenix. Ella es contadora y forma parte de un comité republicano local que representa “la voz de las bases/del Estados Unidos primero” y agregó que le encantaba encontrar tantos cristianos en las concentraciones a las que asiste para protestar por los resultados de las elecciones, la política fronteriza o los mandatos relacionados con la COVID-19.
“Ahora Dios es relevante”, dijo. “Sin importar el tema, Dios está presente, porque la gente sabe que no puedes confiar en tus políticos, no puedes confiar en tus alguaciles, no puedes confiar en las autoridades. Dios es el único en quien se puede confiar en este momento”.
La vigilia en el estacionamiento estuvo patrocinada por un esfuerzo de movilización de los votantes de derecha centrado en el desmantelamiento de la política electoral. No todos los presentes conocían la letra de “Way Maker”, la exitosa canción cristiana contemporánea. Algunos hombres, armados con pistolas y acompañados por un pastor alemán, se quedaron en los márgenes de la reunión, fumando y hablando de lo que estaban viendo en Infowars, un sitio web dedicado a difundir teorías de la conspiración. Otros, muchos de los cuales asistían a iglesias carismáticas o evangélicas, cantaban a coro.
En la protesta que paralizó la capital canadiense en febrero, un grupo de manifestantes cantó una alabanza: “Elevo un aleluya, mi arma es una melodía”, perteneciente a un éxito de la influyente disquera californiana Bethel Music. Entre los cláxones de los camiones, pidieron a Dios que, metafóricamente, derribara los muros del Parlamento, aludiendo a la historia bíblica de cómo Dios derrumbó los muros de Jericó, y que pusiera fin a los mandatos de vacunación.
En una conferencia reciente en Arizona que promovía mensajes antivacunas y teorías de conspiración electoral, los organizadores tocaron a todo volumen “Fresh Wind”, de la iglesia mundial Hillsong, y una canción novedosa de rock-rap con un estribillo que empezaba con la frase: “No obedeceremos”.
Una creencia creciente entre los cristianos conservadores es que Estados Unidos está en la cúspide de un renacimiento, en el que el cambio espiritual y político van de la mano.
“Estamos viendo que se está produciendo un despertar espiritual”, dijo Ché Ahn, el pastor de la iglesia Harvest Rock de Pasadena, que se convirtió en un héroe para muchos cuando su iglesia demandó con éxito al gobernador Gavin Newsom, de California, por prohibir el culto en interiores durante la pandemia. “Los cristianos se están involucrando más, convirtiéndose en activistas. Creo que es algo bueno, porque la iglesia había estado aletargada”.
El uso explícito del culto evangélico para la protesta partidista se arraigó en los primeros confinamientos de la pandemia; sobre todo, después de que California prohibió los servicios y las alabanzas en el interior de las iglesias. Sean Feucht, un líder de culto del norte de California, hizo una campaña fallida para el Congreso en 2020 y luego lanzó una serie de eventos al aire libre, titulada “Déjenos adorar”, para desafiar las restricciones de la pandemia. Miles de cristianos acudieron a sus eventos, donde la oración y los salmos adquirieron un nuevo cariz de desafío.
Cuando Feucht organizó un acto de culto en la Explanada Nacional el pasado 11 de septiembre, Trump hizo un video en el que elogiaba a Feucht por “unir a ciudadanos de todas las denominaciones y orígenes para promover la fe y la libertad en Estados Unidos”. Incluso antes de la pandemia, Trump lo elogió a él y a otros líderes religiosos, al decir que a las celebridades del movimiento carismático eran aliados naturales.
Desde el otoño, las concentraciones y protestas contra las restricciones impuestas por la COVID-19 se han ampliado para incluir otras causas conservadoras. En el malecón de San Diego, en enero, los activistas locales que se oponen a los mandatos de vacunación y uso de cubrebocas celebraron una protesta de culto llamada “Renacimiento de la libertad”, que combinó música cristiana con oradores conservadores y puestos donde se promovía la posesión de armas y las iniciativas de votación que se oponían a los mandatos médicos.
Shaun Frederickson, uno de los organizadores, quien se ha opuesto a la respuesta del gobierno municipal de San Diego a la COVID-19 y la ha calificado de “propaganda”, dijo que era un error entender el evento solo como una protesta contra los mandatos relacionados con la COVID-19. Se trataba de algo más profundo, dijo en una entrevista: la idea de que la moral cristiana es el fundamento necesario para el gobierno en una república libre.
“Los cristianos son los responsables de otorgarnos a ti y a mí el derecho y la autoridad sobre el gobierno”, dijo. “Nuestra motivación con el culto era entretener a la gente que necesita ser entretenida, mientras nosotros los hacemos ver la verdad sin miramientos”.
En el renacimiento, mientras se escuchaba a un volumen moderado la música de adoración, Frederickson, con una chaqueta de punto y unos pantalones vaqueros ajustados, instó a la multitud a no creer “la mentira” de la separación entre la Iglesia y el Estado.
Entre los oradores se encontraba Heidi St. John, una defensora de la educación en casa que se postuló para el Congreso en el estado de Washington. Elogió a la madre de Moisés (“¡No obedeció!”) y exhortó a la gente a abandonar sus iglesias si sus pastores se mostraban tímidos en su activismo político.
Ah, que también intervino en el acto, dijo que no lo veía solo como un servicio de culto o un mitin político. “Es ambas cosas”, dijo. “Mi idea del reino de Jesús es que es el Señor, no solo de la iglesia, sino de todos los aspectos de la sociedad. Eso significa la familia, la educación, las artes, el entretenimiento, los negocios y, por supuesto, el gobierno”.
El culto se convierte cada vez más en un elemento central de los actos de derecha que no están reservados a un público cristiano.
Los eventos de ReAwaken America, organizados por el conductor de un programa de entrevistas y empresario de Oklahoma, se promocionan como reuniones de “buscadores de la verdad” que se oponen a las medidas precautorias contra la pandemia, que creen que las elecciones de 2020 fueron robadas, que desconfían de Black Lives Matter y que quieren investigar “lo que realmente sucedió” el 6 de enero. La mayoría de los eventos son organizados por grandes iglesias y el principal patrocinador es Charisma News, un medio de comunicación al servicio de los cristianos carismáticos.
En febrero, un evento de ReAwaken en el Trinity Gospel Temple en Canton, Ohio, inició con un grupo de música de adoración de Melody Noel Altavilla, compositora y líder de culto en la Influence Church en Anaheim, California. “Tu presencia llena el templo cuando te adoramos”, cantó Altavilla. La música se elevó en el santuario en penumbras.
En comparación con 2016, los mítines de Trump están adquiriendo el carácter de actos de culto, desde el escenario hasta el público. En enero, cuando Trump celebró su primer mitin del año en Florence, Arizona, descendió en helicóptero hacia una multitud eufórica.
“Pongo la llave de David sobre ustedes”, proclamó a la multitud desde el escenario Anthony Kern, un candidato al Senado del estado de Arizona que fue fotografiado en las escaleras del Capitolio el 6 de enero de 2021, parafraseando un pasaje bíblico sobre el poder otorgado por Dios. “Eso significa que la autoridad gubernamental está sobre ustedes, hombres y mujeres”.
De pie entre la multitud, Kathy Stainbrook cerró los ojos y puso los brazos en alto en señal de adoración. Había venido desde el condado de Shasta, California, con un grupo de mujeres cristianas que forman parte de la Coalición por la Libertad del Condado de Shasta, un conjunto de grupos de derecha que ha incluido un grupo de milicianos, según su sitio web, y ha apoyado un esfuerzo para destituir a un supervisor republicano del condado. La coalición también promueve clases de “ciudadanía bíblica”.
Una amiga de Stainbrook, Tami Jackson, que también estaba entre la multitud, dijo que había llegado a ver la política como una lucha inherentemente espiritual.
Dijo que quería ser parte de la “reivindicación” de lo que Dios estaba haciendo. “Este es un movimiento de Jesús”, dijo Jackson. “Creo que Dios quitó a Donald por un tiempo para que la iglesia despertara y tuviera confianza en sí misma de nuevo para recuperar nuestro país”.