Estoy segura que el poeta Franco disfrutó cada segundo que el creador le concedió, pudo conocer a tanta gente y muchísimas más lo pudieron conocer a través de sus creaciones literarias, sus novelas, décimas y columnas para medios de comunicación.
Un hasta luego a uno de los grandes poetas que nació en nuestro pequeño Panamá, y que tuve la dicha de conocer, disfrutar de sus escritos, conocimiento y principalmente, de su amistad.
Campechano, afable, conversón y la naturalidad con la que sabía contar anécdotas, cuentos que le daba su experiencia y conocimiento acerca de cualquier tema que estuviera en la palestra, es lo que llamaba mi atención, como la de muchos otros estudiantes de periodismo, que le conocimos.
En mi caso, traté al poeta José Franco cuando inicié mis pininos en la noble profesión del periodismo, al realizar mi práctica profesional en uno de los medios que editaba la fenecida Editora Renovación, S.A. (ERSA).
Le conocí siempre rodeado de personas, fueran o no periodistas, pues a todos gustaba escuchar su conversación de altura. En el caso de los estudiantes de periodismo, sabíamos que absorbería cualquier duda que tuviéramos acerca de alguno de los temas asignados, ya sea por los jefes de redacción, o incluso, los mismos directores de los periódicos.
El poeta Franco fue uno de mis mentores en el periodismo, se tomaba su tiempo para atender a quien a él se acercara por alguna consulta o solamente para escuchar sus cuentos que, en honor a la verdad, los disfrutaba cada vez que los contaba, ya sea la primera o las veces que los hubiera contado, y por supuesto, el poeta los gozaba tanto, como la primera vez que los refirió.
Uno de los que escuché y disfruté a más no poder, fue el que llamaba “Críspulo Noneco”, y que, si mal no recuerdo, lo plasmó en una de sus columnas; o que tal el del paraguas, y muchísimos otros cuentos y anécdotas, de sus vivencias a su paso por este mundo, muchos que, inclusive, mi memoria ya ha olvidado, pero lo que nunca olvidaré, es ese don de gente que lo caracterizó.
Su conversación era tan interesante y enriquecedora que luego de nuestra salida de ERSA, algunas amigas y yo, acordamos reunirnos con él los días viernes en un restaurante ubicado en el sector de Obarrio, solo para escuchar sus cuentos, lo que representaba una forma de olvidar los malos momentos que hubiéramos tenido en la semana.
Estoy segura que el poeta Franco disfrutó cada segundo que el creador le concedió, pudo conocer a tanta gente y muchísimas más lo pudieron conocer a través de sus creaciones literarias, sus novelas, décimas y columnas para medios de comunicación.
Siempre recordaré esa sonrisa que dejaba aflorar al toparse con algún conocido, o con cualquier desconocido que se acercaba a saludarlo o simplemente, remembrar alguna de sus obras o columnas periodísticas.
Poeta, ruego para que el creador lo acoja en su seno y segura estoy de que así será, ya que usted fue una persona que supo ganarse el corazón de todos, me disculpo por no haber sacado tiempo para ir a visitarlo a Los Santos, donde sabía estaba residiendo con su esposa Chela.