“Tenemos que reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero, porque muchas tecnologías de eliminación de dióxido de carbono y soluciones basadas en la naturaleza, como la forestación, pueden tener impactos negativos”, afirma Joanne Bentley.
Un estudio difundido este lunes demuestra que un aumento incluso temporal de la temperatura global por encima de los 2 grados podría causar daños graves y a menudo irreversibles a la biodiversidad y los ecosistemas de todo el mundo.
Investigadores de la Universidad de Ciudad del Cabo (UCT) y del University College de Londres (UCL), han analizado lo que supondría para unas 30.000 especies marinas y terrestres si se vieran expuestas temporalmente a temperaturas no seguras.
El artículo, que se publicará a las 8 GMT en la web de la revista “Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences”, explora un escenario en el que las emisiones de CO2 siguen creciendo hasta 2040, luego revierten su curso y caen en territorio negativo después de 2070, gracias a recortes de las emanaciones y un gran despliegue de mecanismos para la eliminación del dióxido de carbono de la atmósfera (CDR, en inglés).
Este escenario significaría pues que, durante varias décadas de este siglo, la temperatura global supera el límite de 2 grados, pero vuelve a estar por debajo de ese nivel alrededor de 2100.
Los investigadores explican que quisieron examinar este contexto porque, ante la insuficiente acción climática de los países, hay cada vez más analistas que manejan escenarios en los que hay un “rebasamiento” de varias décadas de los límites de temperatura acordados internacionalmente, que después es teóricamente revertido antes de final de siglo mediante CDR.
Los autores del artículo publicado hoy advierten de que las tecnologías de eliminación del dióxido de carbono “no son una solución milagrosa”, ya que conllevan sus propios impactos sobre la biodiversidad.
Avisan de que, incluso si los niveles de temperatura volvieran a estar bajo control, algunas especies no se recuperarían del calentamiento excesivo experimentado.
Durante el periodo de “rebasamiento” de los 2 grados, es probable que los efectos sobre la biodiversidad llegaran “de forma abrupta”, pero en cambio después “desaparecieran muy lentamente”, afirman. Calculan que el impacto perduraría casi el doble de años que el tramo con temperatura excesiva.
Para un 19 % de los territorios estudiados, incluido el Amazonas, no está claro si las especies expuestas volverían alguna vez a los niveles previos al exceso, mientras que en un 8 % de los casos no se volvería al estado anterior, lo que implica que los daños serían irreversibles.
Las regiones tropicales son las más afectadas por estos riesgos, con más del 90 % de las especies de muchos lugares en el Indo-Pacífico, el Océano Índico central, el norte de África subsahariana y el norte de Australia “expulsadas de sus rangos térmicos”.
Y en la Amazonía, una de las regiones más ricas en especies del mundo, más de la mitad de ellas estarían expuestas a “condiciones climáticas potencialmente peligrosas”, manifiestan.
“En la Amazonía, esto podría significar la sustitución de los bosques por pastizales y, como consecuencia, la pérdida de un importante sumidero mundial de carbono, lo que afectaría a múltiples sistemas ecológicos y climáticos y a nuestra capacidad para reducir el calentamiento global”, declara Andreas Meyer, de la Iniciativa Africana para el Clima y el Desarrollo (ACDI, en inglés) de la UCT.
Su colega Joanne Bentley subraya la importancia de “darse cuenta de que no existe una solución milagrosa para mitigar los efectos del cambio climático”.
“Tenemos que reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero, porque muchas tecnologías de eliminación de dióxido de carbono y soluciones basadas en la naturaleza, como la forestación, pueden tener impactos negativos”, afirma.
“Nuestro estudio demuestra que, si superamos el objetivo de calentamiento global de 2°C, podríamos pagar un alto precio en términos de pérdida de biodiversidad”, manifiesta la experta.
Por lo tanto, agrega, “evitar un exceso de temperatura debe ser la prioridad”, tras lo cual, como segunda medida, se habría de “limitar la duración y la magnitud de cualquier exceso” que se acabe produciendo.