La decisión del nuevo alcalde de la capital vietnamita de reactivar de forma progresiva desde ahora a 2025 los altavoces que habían ido quedando en silencio desde 2017 ha sorprendido a los vecinos.
Aunque las autoridades de Vietnam se han volcado en las nuevas tecnologías para influir en la población, se resisten a abandonar viejas formas de propaganda que triunfaron el siglo pasado, como los carteles o los altavoces públicos, que regresan a las calles de Hanói después de cinco años.
La decisión del nuevo alcalde de la capital vietnamita de reactivar de forma progresiva desde ahora a 2025 los altavoces que habían ido quedando en silencio desde 2017 ha sorprendido a los vecinos, que en su mayoría ven en la megafonía, tan popular durante la guerra, una forma de comunicación poco efectiva, anticuada y ruidosa.
“Los altavoces en grandes ciudades, como Hanói, son arcaicos y redundantes. Los planes de Hanói para tener altavoces audibles en cada vecindario de aquí a 2025 no serán efectivos porque quedarán ahogados por el ruido de las calles”, opina en un informe académico el profesor emérito de la Universidad de Nueva Gales del Sur, Carl Thayer.
Instalados hace más de medio siglo para alertar de los bombardeos durante la guerra y utilizados después para la difusión de información vecinal y propaganda comunista, los altavoces han sido durante décadas parte del paisaje sonoro de Vietnam, y aunque siguen teniendo un papel importante en zonas rurales, su utilidad en las ciudades, donde fueron desapareciendo, parece limitada.
Thayer apunta que con esta medida los regidores de la capital vietnamita pretenden crear “redes vecinales” pero advierte de que los ciudadanos seguirán usando sus teléfonos para acceder a la información que necesiten mientras que los altavoces “serán un objeto más que cree contaminación acústica en la ya ruidosa Hanói”.
Las aseveraciones de Thayer son similares a las expresadas por cientos de vietnamitas estos días en medios de comunicación y redes sociales, como Le Dung, que escribió en un artículo de opinión del portal VnExpress que son “una tortura de una hora dos veces al día”.
Otros, en cambio, se dejan llevar por la nostalgia y no rechazan la vuelta de estos objetos que difunden una mezcla de información vecinal, proclamas y canciones revolucionarias y noticias del Partido Comunista.
“Mi opinión es neutral. Cuando era pequeña, los altavoces públicos eran comunes, usados a menudo para anunciar noticias importantes como los calendarios de vacunación de los niños o las pensiones de los ancianos. No veo que sean tan incómodos, quizá porque no vivía cerca de ninguno”, explica a Efe Minh Thu, una intérprete de 29 años residente en Hanói.
Pese a no ver con malos ojos la megafonía pública, la joven reconoce que no es práctica porque “se necesita personal que la mantenga” y admite que “es más efectivo mandar mensajes de texto en masa para anunciar la hora de vacunación contra la covid-19, por ejemplo”.
Le Dung coincide en que en la ciudad “todos los vecindarios tienen grupos de chat y la información sobre cortes de luz, vacunaciones o la propaganda sobre la seguridad contra incendios puede difundirse con un mensaje instantáneo”.
CONTROL DE LAS REDES
Aunque las autoridades comunistas llevaban años empleando los mensajes de teléfono para comunicarse con los ciudadanos, la pandemia ha sido durante más de dos años un campo de pruebas para difundir por sms y por Zalo -la red social local- las informaciones más importantes o recomendaciones sobre salud pública.
El exprimer ministro Nguyen Tan Dung fue el primero en usar este sistema en 2014 para pedir calma a la población ante unas revueltas antichinas y desde entonces los gobernantes lo han utilizado en repetidas ocasiones.
Además, el régimen comunista lleva años volcado en intentar controlar el flujo de información que circula en las redes sociales, tanto con la censura de contenidos críticos como con la difusión de su propia propaganda, por canales oficiales y por medio de una fuerza especial creada en 2017 para contrarrestar las “opiniones erróneas” en la red.
El teniente general Nguyen Trong Nghia, al mando de esa división cibernética, fue nombrado el año pasado director del Departamento Central de Propaganda, el órgano que dirige todas las formas de propaganda en el país, un indicio de la importancia que el régimen otorga al control de las redes.
PANCARTAS
Pese al giro tecnológico de los últimos años, otras formas antiguas de propaganda, como las pancartas popularizadas desde los tiempos de la guerra, siguen formando parte del paisaje en las ciudades, aunque cada vez más arrinconadas por los carteles comerciales.
Estas estampas que hacen las delicias de los turistas internacionales y son a menudo ignoradas por buena parte de los locales muestran tanto efigies del héroe nacional Ho Chi Minh o recordatorios sobre aniversarios del Partido Comunista vietnamita como mensajes contra la drogadicción o consejos de salud pública, especialmente desde la irrupción de la covid-19.
El espíritu de unidad nacional que se despertó en el país durante los primeros meses de la pandemia permitió a esta forma artística conocer una segunda juventud de la mano de artistas nacidos después de la guerra que no le habían prestado atención hasta entonces.
“Siempre atraerá a los vietnamitas porque nos recuerda un pasado glorioso”, indicaba entonces el artista de 36 años Hiep Le Duc sobre estas pancartas.