Aunque los objetivos de las automotrices y los reguladores están alineados, no será fácil la producción en masa de autos eléctricos a precios asequibles, pues se requiere replantear las cadenas de suministro y la ingeniería desarrollada para vehículos de combustión interna.
Durante años, a medida que California ha seguido adelante con ambiciosas regulaciones en favor del aire limpio, el estado ha tenido que empujar a la industria automotriz para que le siga la corriente. Ahora, con la iniciativa para electrificar la flotilla nacional de autos, California está queriendo mantenerles el paso a las automotoras.
Incluso antes de que los reguladores estatales actuaran el jueves para prohibir las ventas de nuevos vehículos de combustión interna para 2035, las tres grandes de Detroit y sus rivales internacionales se estaban planteando objetivos cada vez más agresivos para las líneas exclusivas de productos eléctricos.
Sin embargo, aunque los objetivos de las automotrices y los reguladores están alineados, no será fácil la producción en masa de autos eléctricos a precios asequibles, pues se requiere replantear las cadenas de suministro y la ingeniería desarrollada para los vehículos de combustión interna.
La orden para 2035, la cual adoptó el Consejo de Recursos del Aire de California (CARB, por su sigla en inglés), se suma al impulso que ya les había dado el gobierno federal a los autos eléctricos. El paquete para el clima y la energía que firmó el presidente Joe Biden este mes expande los créditos fiscales disponibles para los compradores de autos eléctricos, pero incluye requisitos para que los componentes de estos vehículos sean hechos en Estados Unidos, lo cual será complicado para muchos fabricantes.
Daniel Sperling, un miembro del consejo de California, comentó que esperaba resistencia contra el cambio regulatorio de quienes tienen visiones ideológicas distintas. Sin embargo, mencionó que era un paso crucial para reducir las emisiones de carbono y ponerle un freno al calentamiento global.
“Es la acción más importante y transformadora que haya realizado el CARB”, opinó. “Es algo bueno, no solo para el medioambiente, sino para la economía”.
A inicios del año pasado, General Motors anunció que buscaba vender únicamente vehículos eléctricos a partir de 2035. La orden de California “coincide bastante bien con los planes comerciales de GM”, comentó Omar Vargas, director de políticas públicas globales de la empresa, en una conversación en línea que organizó The New York Times y se celebró esta semana.
En la ruta hacia su objetivo principal, la regla de California exige que el 35 por ciento de los nuevos vehículos para pasajeros que se vendan en 2026 —y el 68 por ciento para 2030— no produzcan emisiones de carbono.
En California, se han vendido más de un millón de vehículos eléctricos, incluidos los híbridos, según la Comisión de Energía del estado. Alrededor del 15 por ciento de los nuevos autos que se vendieron en ese estado en la primera mitad de este año fueron modelos eléctricos, un incremento comparado con el 9,5 por ciento de 2021, informó la Asociación de Concesionarios de Automóviles Nuevos de California.
Sin embargo, los estándares del estado son cruciales no solo por su gran población. Para resolver sus antiguos problemas de calidad del aire, California tiene permitido por ley imponer normas ambientales más severas para los automóviles de las que establecen las regulaciones federales. Más de una decena de estados suelen seguir su ejemplo, los cuales representan hasta una tercera parte del mercado automotor estadounidense. Además, las automotrices quieren obedecer un único manual de estrategias.
Las grandes automotrices, previendo nuevas regulaciones y determinadas a crear y satisfacer la demanda de los consumidores, han establecido sus propias cronologías para un giro total a los vehículos eléctricos. Ford Motor ha señalado que quiere que los vehículos eléctricos sean el 40 por ciento de sus ventas para 2030 y busca producir dos millones de vehículos eléctricos al año para 2026. Volkswagen planea dejar de vender vehículos de gasolina en Europa entre 2033 y 2035 y su división de Audi quiere introducir solo modelos eléctricos a partir de 2026.
Estas automotrices y muchas otras están gastando decenas de miles de millones de dólares para producir docenas de modelos eléctricos y construir plantas a fin de ensamblarlos y las baterías que necesitarán. GM acaba de empezar la producción en una planta de baterías en Ohio y tiene otras dos en construcción en Tennessee y Míchigan. Ford está vendiendo una versión eléctrica de su “pickup” F-150, un vehículo utilitario deportivo (SUV, por sigla en inglés) eléctrico de Mustang y una furgoneta eléctrica para realizar entregas. Es la segunda vendedora más grande de vehículos eléctricos en Estados Unidos, después de Tesla.
Ford también se ha reorganizado, al dividir sus operaciones automotrices en una división que se enfoca en los vehículos eléctricos y el rápido crecimiento y otra que desarrollará modelos de gasolina y busca reducir costos y maximizar ganancias mientras bajan las ventas y con el tiempo empiecen a caer. Esta semana, la empresa anunció que estaba eliminando 3000 empleos de oficina a manera de “reubicar recursos y abordar nuestra estructura de costos”.
Volkswagen comenzó a producir un SUV en julio en una planta actual en Chattanooga, Tennessee. La empresa también está intentando garantizar suministros de materias primas. Esta semana, Volkswagen y Mercedes-Benz anunciaron acuerdos con el gobierno canadiense para tener acceso a litio, níquel y otros metales y minerales cruciales que se usan en las baterías. Canadá tiene abundantes reservas de estos materiales, aunque la mayoría de las minas sigue en etapa de desarrollo.
Volkswagen ya estaba invirtiendo en suministros locales de materias primas en sus distintos mercados, pero la política del gobierno estadounidense ha “turbocargado” el esfuerzo, les dijo esta semana a los reporteros Thomas Schmall-von Westerholt, el director de tecnología de la automotora alemana.
Un motivo para que las automotrices estén aceptando la transición en vez de resistiéndose es que los consumidores han demostrado un apetito por los modelos eléctricos. En la primera mitad del año, se vendieron más de 370.000 vehículos completamente eléctricos en Estados Unidos, un incremento del 76 por ciento en comparación con el año anterior, según Cox Automotive.
Además, los fabricantes creen que las ventas de vehículos eléctricos seguirán acelerándose y superarán en poco tiempo las de los autos y las camionetas impulsados por gasolina. Según Ford, tiene una lista de espera para más de 200.000 “pickups” eléctricas F-150 Lightning. GM señaló que la suya era de 150.000 para una Silverado de Chevrolet, una camioneta que no entrará en producción sino hasta el próximo año.
Una clave para la adopción de los vehículos eléctricos es volverlos asequibles. Los modelos en el mercado suelen ser considerablemente más caros que los modelos comparables de gasolina. El precio de lista del Model Y compacto de Tesla es de más de 46.000 antes de que se le agregue cualquier opción. El SUV Mustang Mach-E de Ford comienza en poco menos de 44.000 dólares, unos 15.000 más que la Escape de un tamaño similar.
Las automotrices están trabajando para reducir los costos ahora que se está intensificando la producción. La nueva planta de baterías de GM en Ohio está ensamblando una batería modular que se puede usar en casi cualquier camioneta o auto eléctricos. La empresa está contando con este diseño para crear economías a escala que permitan ponerles precios a los vehículos eléctricos en un rango que puedan manejar muchos más consumidores.
“Cuando buscas integrar a todo el mundo en la transición hacia los vehículos eléctricos, debes ofrecer modelos de entrada hacia ese espacio”, comentó este año Mary Barra, directora ejecutiva de GM.
Sin embargo, el costo y la disponibilidad de metales cruciales y otros minerales que usan las baterías, como el litio, el cobalto y el níquel, siguen siendo una inquietud. Un aumento brusco en la producción de los vehículos eléctricos podría elevar los precios de las materias primas y provocar escasez.
Otra preocupación es la disponibilidad de estaciones de carga. En la mayoría de los estados, hay pocas estaciones y están alejadas entre sí, además de que grandes fracciones de las zonas rurales no cuentan con ninguna. Las estaciones de carga caseras pueden reducir la necesidad de cargadores comerciales, pero una puede costarle 1000 dólares o más al dueño de un vehículo eléctrico.
Tesla ha construido su propia red de estaciones de carga, aunque debe seguir con su expansión pues sigue vendiendo más autos. GM, Ford y otras automotrices están trabajando con empresas como EVgo y Electrify America para desarrollar redes de carga. La red de California es la más densa de Estados Unidos, pero los dueños de vehículos eléctricos se siguen quejando de las largas esperas para recargar.