Quizá los médicos no disfruten de la inclinación del mundo real hacia la informalidad. La encuesta del año 2000 demostró que el 61 por ciento se molestaba cuando los pacientes se dirigían a ellos por su nombre de pila.
Yul Yang, dermatólogo de la Clínica Mayo de Scottsdale, Arizona, se dirige a todos sus pacientes con términos de cortesía (señor, señora o señorita) aunque estos le pidan que los tutee. Es una muestra de respeto y una manera de separar su papel profesional como médico de uno más personal como amigo o confidente, pero muchos pacientes no le corresponden y le llaman Yul en lugar de doctor Yang.
Él señala que le resulta “un poco incómodo”, aunque lo deja pasar, pero Yang y sus colegas empezaron a preguntarse: ¿con qué frecuencia los pacientes llaman a los médicos por su nombre de pila?
No era fácil responder a esta pregunta, pero Yang y sus coautores encontraron la manera: al estudiar decenas de miles de correos electrónicos que los pacientes les enviaron a los médicos de su institución. Los resultados, publicados este mes en la revista JAMA Network Open, ilustran algunos aspectos sobre cuáles médicos se tutean con las personas que atienden.
Las médicas tenían más del doble de probabilidades que los hombres de que se dirigieran a ellas por su nombre de pila, al igual que los osteópatas, en comparación con los médicos con un título de doctor en Medicina al inicio de su nombre.
Los hombres eran más propensos que las mujeres a dirigirse a los médicos por su nombre de pila y es más frecuente que esto suceda con los médicos generales que con los especialistas.
El estudio no encontró diferencias en función de la edad, ya fuera la del paciente o la del médico, y los investigadores no analizaron la raza ni el origen étnico de los pacientes o los médicos.
En un comentario que acompañaba al estudio, las doctoras Lekshmi Santhosh y Leah Witt, de la Universidad de California en San Francisco, escribieron que los resultados muestran “una forma sutil, pero importante de sesgo inconsciente” contra las mujeres médicas, los médicos generales y los osteópatas.
“El uso de títulos formales en medicina y en muchas otras profesiones es una señal lingüística de respeto y profesionalismo”, añadieron.
El estudio de este tema, al que se refieren como “destitulación”, plantea una serie de desafíos. Al menos en la Clínica Mayo, “los médicos no hablan al respecto”, dijo Yang, y poner un observador en una sala de exploración crearía la versión médica del principio de incertidumbre: “Una vez que un observador está allí, el comportamiento de todos los involucrados cambiará sutilmente”, dijo.
Hay pocas investigaciones que aborden el tema de manera directa. Un estudio anterior, publicado en el 2000, encuestó a los médicos y descubrió que tres cuartas partes de ellos afirmaban que algunos pacientes se dirigían a ellos por su nombre de pila, pero no había mucha más información en la literatura médica y hacer una búsqueda en los correos electrónicos ofreció un nuevo enfoque.
El centro médico le proporcionó a Yang y a sus colegas una colección de intercambios por correo electrónico que permitió analizar 29.498 mensajes de 14.958 pacientes, enviados entre el 1 de octubre de 2018 y el 30 de septiembre de 2021.
La conducta cambiante que notaron en los correos electrónicos difiere incluso del pasado reciente cuando era inaudito llamar a los médicos por su nombre de pila, apuntó Jonathan Moreno, profesor de Historia y Sociología de la Ciencia de la Universidad de Pensilvania. Moreno añadió que lo notó en su propia familia.
“Mi padre era psiquiatra y tenía su propio hospital psiquiátrico en Beacon, Nueva York, donde crecí”, narró. “Los pacientes, sus familiares, el personal, los pobladores nunca se dirigieron a él de otra forma que no fuera doctor o ‘el doctor’. No recuerdo que mis padres se hayan referido jamás a sus colegas y sus cuidadores de otra manera que no fuera ‘doctor’, a menos de que se tratara de un amigo cercano”.
Moreno señaló que la cultura popular de las décadas de 1960 y 1970 reflejó esa tradición con dramas de temas médicos como “Dr. Kildare”, donde aparecían un joven residente (el doctor Kildare) y su mentor, el doctor Gillespie. También estaba el famoso melodrama “Marcus Welby, doctor en Medicina”, protagonizado por un amable médico familiar, cuyos pacientes siempre lo llamaban doctor Welby, pero él siempre se dirigía a ellos por su nombre de pila. Esta tradición televisiva parece ser “una de las pocas que sobrevivieron en el siglo XXI”, afirmó Moreno.
Quizá los médicos no disfruten de la inclinación del mundo real hacia la informalidad. La encuesta del año 2000 demostró que el 61 por ciento se molestaba cuando los pacientes se dirigían a ellos por su nombre de pila.
Su molestia es lógica, comentó Debra Roter, profesora emérita de Salud, Comportamiento y Sociedad en la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins. El uso del nombre de pila puede violar la frontera entre el médico y el paciente.
“Los médicos podrían considerar que socava su autoridad”, afirmó Roter. “El uso de los nombres de pila provoca cierta familiaridad entre las personas”.
No obstante, según ella, las consecuencias pueden ser mayores cuando un médico se dirige a los pacientes por su nombre de pila.
“Podría infantilizar al paciente o establecer una actitud paternalista del médico”, dijo Roter.
Peor aún, añadió, son las otras maneras en que algunos médicos se dirigen a los pacientes.
“Me sucedió algo con un médico nuevo”, dijo Roter. El médico entró en la sala de exploración donde ella estaba esperando y le dijo: “Ah, hola, cariño. Por favor, acércate a la mesa de exploración”.
“Yo pensé: ‘¿Acaso lo conozco?’”, narró Roter. “Jamás regresé”.