El viernes, FTX se declaró en quiebra. Sin embargo, si se hubiera concretado el plan de rescate, Binance habría quedado a deber, según informes, hasta 8000 millones de dólares en créditos otorgados a FTX. ¿Quién habría acudido al rescate de Binance?
Ahora que la inflación sigue al alza, es una época difícil para argumentar que los bancos centrales tienen valor. Pero los jóvenes magos de las criptomonedas lo han logrado.
Se decía que el gran beneficio de las criptomonedas era la descentralización. Esto vino acompañado de todo tipo de palabrería sobre el poder liberador del dinero desvinculado del Estado central.
Un evangelista destacado del dinero descentralizado, Sam Bankman-Fried, era famoso por usar pantalones cortos y tener un patrimonio de 25.000 millones de dólares a los 30 años de edad.
Bankman-Fried, fundador de la casa de cambio conocida como FTX, era considerado por muchos una apuesta segura que amansaría la locura de las criptomonedas, el caballero andante de su industria.
Esa caracterización cobró impulso el verano pasado después de que Bankman-Fried trató de rescatar a un par de criptoempresas fallidas más pequeñas, Voyager Digital y BlockFi Inc., lo cual le valió elogios de la prensa que lo comparó con J.P. Morgan padre.
La analogía de Morgan se repitió la semana pasada, luego de que clientes de FTX retiraron 6000 millones de dólares en fondos, lo que es equivalente a un pánico bancario; esto obligó a FTX a congelar sus operaciones y estancar miles de millones de dólares en activos restantes (posiblemente perdidos) de clientes.
Pese a todas las maneras obvias en que Bankman-Fried no se parece a Pierpont Morgan, un modelo de prudencia cuya firma homónima sigue siendo solvente hasta la fecha, hay un aspecto que tienen en común: sus carreras demuestran la necesidad de que haya bancos centrales.
Morgan se ganó su reputación de socorrista privado en 1907, cuando un pánico bancario afectó los fideicomisos (sociedades similares a los bancos) en la ciudad de Nueva York y luego se diseminó hacia los bancos tradicionales. Morgan reunió a los principales financieros de la ciudad para que prestaran fondos de emergencia y calmaran el pánico.
Su heroísmo atenuó el impacto, pero algunos bancos fracasaron, muchos suspendieron los retiros y decenas recurrieron a distribuir certificados improvisados en lugar de dinero. Como cada banco acumuló reservas para salvarse a sí mismo, el mercado bursátil se desplomó un 40 por ciento y el país sufrió una grave recesión.
La insuficiencia del esfuerzo de Morgan dejó claro que Estados Unidos, que ya era una potencia industrial, no podía depender del altruismo de un solo financiero. Precisamente por eso, Nelson Aldrich, un poderoso senador con lazos cercanos a Morgan, lideró una misión a Europa en 1908 para estudiar el funcionamiento de los bancos centrales en Inglaterra, Francia y Alemania.
Dos años después, un grupo de banqueros, entre ellos Paul Warburg, un socio principal de Morgan, presidente del banco rival National City Bank, y defensor de la banca central, se reunió en un club exclusivo de Morgan en la isla Jekyll, cerca de la costa de Georgia. En estas reuniones secretas, planearon el bosquejo de algo a lo que los estadounidenses se habían resistido desde la época de Andrew Jackson: un banco central. La Reserva Federal nació tres años más tarde, en 1913.
La semana pasada, James Mackintosh de The Wall Street Journal opinó: “El defecto fundamental de las finanzas centralizadas es que necesitan a los bancos centrales para frenar el caos de los pánicos bancarios…”. Eso es como decir que el defecto de ser propietario de una vivienda es que tal vez algún día tengas que llamar a los bomberos.
Todo instrumento monetario es una forma de crédito, y el crédito siempre conlleva riesgo. Bankman-Fried descubrió eso. Su supuesto salvador, una casa de cambio de criptomonedas conocida como Binance, se retractó 24 horas después de haber accedido, con indecisión, a llevar a cabo un rescate. El viernes, FTX se declaró en quiebra. Sin embargo, si se hubiera concretado el plan de rescate, Binance habría quedado a deber, según informes, hasta 8000 millones de dólares en créditos otorgados a FTX. ¿Quién habría acudido al rescate de Binance?
El punto de una reserva central, que es lo que Paul Warburg y Nelson Aldrich tenían en mente en 1913, es que los recursos combinados de la nación son incalculablemente mayores a los de cualquier magnate en solitario. En épocas difíciles, ofrecen un mar de liquidez para neutralizar las fluctuaciones inevitables de los créditos individuales, regionales y específicos de cada industria. ¿Acaso alguien en su sano juicio pondría la nación en manos de las criptomonedas e intercambiaría la Reserva Federal por firmas como FTX y Binance?