Para Joaquín Sánchez Rodríguez, Joaquín en los carteles, habrá un día después, pero seguirá habiendo fútbol y no habrá ese vacío que a tantos trastorna porque seguirá en el Betis en calidad de consejero.
Joaquín Sánchez, el gran capitán del Betis, colgará las botas el próximo domingo en el Benito Villamarín ante su gente y frente al Valencia y, durante toda esta semana, ha exprimido sus últimas horas como futbolista y las sensaciones de más de la mitad de su vida, de ducharse y cambiarse en un vestuario, de no pasar un fin de semana en su casa y, entre otras sensaciones intransferibles, la de oler siempre a césped y a linimento, o como ahora se llame.
Contaba otro gran mito del beticismo, Rafael Gordillo, que cuando, una vez retirado en el Betis con el multitudinario homenaje de la foto con las medias caídas, se fue al Écija para apurar sus últimas sensaciones como futbolista y que lo hizo, entre otras razones, por eso, porque no se hacía a ducharse en su casa, que echaba de menos lo que había hecho siempre, tener su segunda casa en los sótanos del Villamarín.
Les pasa a los toreros cuando se retiran, que echan de menos hasta las mentiras piadosas que les cuentan de los sorteos, los ‘cochecuadrillas’, las puertas de arrastre, las ovaciones y hasta los miedos hondos de las soledades de los hoteles y de cuando se la están jugando, tan similar a la de un punto de penalti o un cara a cara decisivo con un portero.
Joaquín es tan taurino que, en vez de colgar las botas se va a cortar la coleta, conoce muy bien al toro y a sus gentes, es aficionado práctico con capotes y muletas verdes, y es amigo de toreros como el ‘Faraón de Camas’, Curro Romero, que le acompañará en su adiós al beticismo en el homenaje que le tributará el próximo 6 de junio en el coliseo bético junto a compañeros del portuense en activo y retirados.
Los brasileños Denilson de Oliveira, Marcos Assunçao, Ricardo Oliveira y Edu, compañeros de Joaquín en la Copa del Rey de 2005, son algunos de los que estarán ese día en el Villamarín junto a béticos de la diáspora como Dani Ceballos y Héctor Bellerín, retirados como Juan Merino o Juanjo Cañas, y todo aquel que haya tenido que ver con el ’17’ del Betis.
Joaquín, que el próximo julio cumplirá 41 años, se ha pasado más de la mitad de su vida, veintitrés años, como profesional del fútbol -debutó en el Betis en 2000- y eso, además de la dura época de los campos del albero, de los trenes diarios a Sevilla desde El Puerto de Santa María (Cádiz), imprime carácter y afianza costumbres, como han reconocido todo el que se ha retirado.
No en balde, y aunque siga vinculado al Betis como ya se ha anunciado, dejará de llegar a la ciudad deportiva, de cambiarse en el vestuario, de salir a entrenar con tantos compañeros como ha tenido en Valencia, Málaga y Florencia, y de vivir en las tripas del fútbol, ese ‘sancta sanctorum’ que sólo pisan los elegidos y que huele como sólo ellos saben.
La pituitaria de un futbolista, como el de un sumiller o un perfumista, es una amalgama que va desde el césped recién regado a los potingues de los fisioterapeutas y el de Joaquín, desde que de niño empezó a romper zapatos en El Puerto, está más que hecho a esto como a los aeropuertos, los miles de hoteles en los que ha dormido y cientos de estadios que ha pisado, a sus olores, sus sonidos, esa personalidad de la arquitectura del fútbol como arte mayor.
Este viernes será el último día en el que Joaquín Sánchez entrene como bético a las órdenes del chileno Manuel Pellegrini, uno de sus principales valedores en su regreso al Betis en el verano de 2015 por haberlo tenido a sus órdenes en el gran Málaga que entrenó entre 2010 y 2013; y quien ha contribuido a que el portuense se el futbolista de campo que más partidos ha jugado en Primera (622), los mismos que el portero Andoni Zubizarreta.
Para Joaquín Sánchez Rodríguez, Joaquín en los carteles, habrá un día después, pero seguirá habiendo fútbol y no habrá ese vacío que a tantos trastorna porque seguirá en el Betis en calidad de consejero y los focos que a tantos deslumbran los tiene más que garantizados por su trabajo en televisión, aunque ya no olerá a hierba o a linimento, o como se llame ahora.