El pasado 25 de mayo, mientras el expresidente Donald Trump se encontraba en el torneo LIV Golf respaldado por Arabia Saudita en el campo de Sterling, Virginia, uno de sus asistentes fue fotografiado inclinándose hacia él para ajustarle con diligencia el cuello de la sudadera blanca, un momento de cercanía que se había convertido en rutina para ambos.
El momento de la fotografía es digno de mención: un día antes, el gobierno había notificado al asistente, Walt Nauta, que era objeto de una investigación federal sobre el manejo de documentos clasificados por parte de Trump, lo que sugería que era probable que se presentaran cargos contra Nauta.
El viernes, los fiscales presentaron esos cargos
Nauta, veterano de la Marina de 40 años, fue acusado de asociación delictuosa, perjurio y retención de documentos como parte del esfuerzo de Trump para obstaculizar los intentos del gobierno de recuperar los documentos clasificados que Trump se había llevado consigo tras su salida de la Casa Blanca.
La historia de Nauta es, entre otras cosas, una moraleja sobre lo que puede suceder cuando se es leal a Trump. Tras servir a su país en el Ejército y trabajar como secretario particular en la Casa Blanca, Nauta se quedó con Trump como asistente personal y ahora, podría pasar años en una prisión federal por haber cumplido al parecer los deseos del expresidente.
Nauta, que hasta ahora era un gran desconocido, ha saltado a la fama como figura de bajo nivel pero central en la asociación delictuosa de la que lo acusan los fiscales. Este personaje, que ha estado en la nómina de la campaña de Trump, formó parte de la comitiva de viaje de Trump durante un viaje a Georgia y Carolina del Norte el sábado.
La acusación presentada brinda una imagen detallada de él realizando tareas para Trump, moviendo cajas dentro y fuera de un almacén en Mar-a-Lago durante un periodo crítico: las semanas entre la emisión de una orden judicial el año pasado que exigía la devolución de todos los documentos clasificados en posesión de la oficina presidencial de Trump y una visita a Mar-a-Lago poco después por parte de los fiscales federales que buscaban hacer cumplir dicha orden y recoger cualquier material relevante.
Durante ese tiempo —del 11 de mayo de 2022 al 3 de junio de 2022— Nauta, por órdenes de Trump, movió cajas de materiales tomados de la Casa Blanca ya fuera para meterlos o sacarlos de un almacén en Mar-a-Lago por lo menos en cinco ocasiones, según describe la acusación formal.
El documento judicial menciona que sacó un total de 64 cajas del almacén, pero solo regresó unas 30 y que se desconoce dónde está el resto. Todo esto tuvo lugar, según la acusación, antes de que uno de los abogados de Trump, M. Evan Corcoran, comenzara a clasificar el material en el almacén en un esfuerzo por encontrar cualquier documento clasificado restante.
El mismo día que los fiscales llegaron a Mar-a-Lago a reunirse con Corcoran y a recoger el material clasificado, Nauta y otros “cargaron varias de las cajas de Trump con otros materiales en un avión que llevó a Trump y a su familia al norte para pasar el verano”, describe la declaración.
Mucho antes de que se presentara la acusación el jueves en el Tribunal de Distrito de Miami, las autoridades habían estado intentando que Nauta delatara a Trump y cooperara con su investigación. Ya el otoño pasado, los fiscales de Washington intensificaron la presión sobre Nauta y su abogado, Stanley Woodward Jr., ya que decían que eran escépticos de la versión de Nauta e indicaban que podría enfrentarse a cargos en el caso.
Más o menos al mismo tiempo, según dos personas familiarizadas con este caso, Woodward se había reunido para hablar sobre Nauta con los fiscales a cargo de la investigación de los documentos, entre ellos con Jay Bratt, de la división de Seguridad Nacional del Departamento de Justicia, quien dirigía la investigación en aquel momento.
Según esas personas, durante la reunión, Bratt trató de convencer a Woodward para que Nauta cooperara y luego sacó a relucir el hecho de que sabía que Woodward tenía una solicitud pendiente para ser juez en el tribunal superior de Washington. Los abogados y asesores de Trump creen que Bratt estaba intentando engatusar, incluso amenazar, a Woodward para que aconsejara a su cliente que ayudara al gobierno, una acusación que el propio Trump hizo más tarde en las redes sociales, aunque con los hechos un tanto tergiversados.
Peter Carr, vocero del fiscal especial Jack Smith, quien ahora dirige el caso de los documentos, se negó a hacer comentarios sobre la acusación.
Woodward tampoco quiso hacer comentarios
Los aliados de Trump han dicho que la amenaza de que le imputaran cargos a Nauta, a quien se ha descrito como una presencia estoica cercana a Trump, pesó sobre él durante meses.
Ahora que se han presentado cargos, la presión sobre Nauta no ha hecho más que aumentar. Los cargos de obstrucción a los que se enfrenta conllevan penas máximas de 20 años de prisión y la acusación establece en detalle lo que hizo por Trump y aquello sobre lo que los fiscales creen que mintió.
Por ejemplo, parece ser que, en el relación con los incidentes relacionados con el almacén de Mar-a-Lago, no era la primera vez que Nauta movía cajas por órdenes de Trump. El auto de procesamiento también apunta a episodios anteriores que tuvieron lugar durante meses mientras funcionarios de los Archivos Nacionales y la Administración de Registros intentaban recuperar unas dos docenas de cajas de material que creían que Trump se había llevado consigo cuando abandonó la Casa Blanca.
Nauta, originario del territorio estadounidense de Guam, se alistó en la Marina en 2001. Acabó trabajando en la Casa Blanca durante la presidencia de Trump, primero en el comedor, gestionado por la Marina. A pesar de su carácter tan reservado, Nauta no tardó en convertirse en una presencia afable que mostraba la sensibilidad de un militar a la hora de trabajar para el comandante en jefe, y los dos hombres entablaron una buena relación.
Nauta se retiró de la Marina al terminar la presidencia de Trump y se fue a trabajar para el expresidente a Mar-a-Lago, una de las pocas personas constantes en la reducida órbita de Trump en aquella época.
Anteriores asistentes de Trump que vieron a Nauta de cerca dijeron que a diferencia de muchos que se han acercado a Trump a lo largo de los años, en el caso de Nauta no parecía que fuera un “trabajo adicional” para hacerse de dinero o ser famoso por tener acceso al expresidente.
Ahora, se encuentra en la misma situación que muchos otros: vinculado a Trump y en la mira de los fiscales.