Estados Unidos debe cambiar el rumbo porque no ha logrado ninguno de sus objetivos con su apoyo a Israel
Desde que el gobierno de Joe Biden prometió su temprano e inquebrantable apoyo a Israel tras los ataques de Hamás del 7 de octubre, Netanyahu ha ignorado una y otra vez las solicitudes tras bambalinas de Washington en relación con la guerra, entre ellas que Israel actuara con mayor moderación en su guerra en Gaza, que evitara provocar una conflagración regional más amplia y que trabajara para forjar una vía de posguerra que condujera a la paz, opinó este martes The New York Times.
En consecuencia, ahora que la guerra llega a su cuarto mes, el gobierno de Biden no ha logrado casi ninguno de sus objetivos en relación con las políticas y acciones israelíes. El gobierno de Israel – añadió el diario- ha rechazado cualquier posibilidad de paz y, tras una pausa inicial en los combates y un intercambio de rehenes por prisioneros, las negociaciones parecen estar ahora en un punto muerto. El único “éxito” que puede atribuirse Estados Unidos es su firme apoyo a Israel. Y, sin embargo, la naturaleza incondicional de ese apoyo se interpone en el camino de cualquier posibilidad de alcanzar sus otros objetivos políticos y encontrar una salida a este horror.
El presidente Biden se ha mostrado cada vez más exasperado por los acontecimientos en todos estos frentes, frustraciones de las que hizo eco su secretario de Estado, Tony Blinken, durante su última visita a la región.
En lugar de ir aumentando poco a poco las expresiones de inquietud, el equipo de Biden debería corregir el rumbo, empezando por ejercer la influencia diplomática y militar real de la que dispone para mover a Israel en la dirección de los intereses de Estados Unidos, en lugar de viceversa”, dijo el Times.
El primer cambio, y el más importante, es que el gobierno acepte la necesidad de un cese al fuego total de inmediato. Esa exigencia no puede ser solo retórica. El gobierno debe condicionar la transferencia de más suministros militares a que Israel ponga fin a la guerra y detenga el castigo colectivo de la población civil palestina y debe crear mecanismos de supervisión para el uso del armamento estadounidense que ya está a disposición de Israel. Poner fin a la operación israelí en Gaza es también la forma más segura de evitar una guerra regional y la clave para concluir las negociaciones para la liberación de los rehenes.
Washington también puede aprovechar las deliberaciones en curso en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde Sudáfrica acusó a Israel de incumplir sus obligaciones como país que suscribió la convención internacional sobre el genocidio de 1948. El gobierno de Biden no tiene por qué apoyar las demandas sudafricanas, pero puede y debe comprometerse a orientar sus acciones según las conclusiones de la CIJ.
Tan solo alrededor del 15% de los israelíes quiere que Netanyahu siga en el poder cuando termine la guerra, según recientes encuestas, y las protestas callejeras podrían reavivarse en cualquier momento.
Por una combinación de razones ideológicas, militares y políticas personales, es probable que Netanyahu no quiera que esta guerra termine. Estados Unidos puede y debe distanciarse de la debacle de Gaza y del extremismo de los dirigentes israelíes”, comentó el Times.
Afirmó que, si Washington no cambia de estrategia, sus fracasos en esta guerra tendrán consecuencias, incluso más allá de la crisis inmediata en Gaza, las hostilidades en las que participan los hutíes en Yemen y la creciente amenaza de un conflicto regional más extenso.
Después de todo, el mundo está mirando y Washington no debería subestimar hasta qué punto el asedio tan impopular a Gaza es visto por todos no solo como una guerra de Israel, sino también de Estados Unidos. La transferencia de armas a Israel por parte del gobierno de Biden y la protección político-diplomática que le proporciona, incluyendo el despliegue o la amenaza de su veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, hacen que su apropiación de esta guerra sea altamente visible, además de perjudicial, concluyó el diario neoyorquino.