Una mujer recupera la felicidad tras un implante cerebral

Una mujer recupera la felicidad tras un implante cerebral
Amber Pearson primera persona equipada con un implante cerebral que le permite reducir sus trastornos obsesivo-compulsivos y sus ataques epilépticos. Foto / Internet

El dispositivo de doble función ahora vigila la actividad cerebral asociada tanto con la epilepsia como con el trastorno obsesivo compulsivo

La estadunidense Amber Pearson superó su comportamiento provocado por su trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) gracias a un revolucionario implante cerebral que se está utilizando para tratar tanto su epilepsia como esos males, informó el diario digital venezolano El Nacional.

Los implantes cerebrales llegaron recientemente a los titulares con el anuncio del magnate Elon Musk a fines de enero de que su compañía Neuralink había colocado un chip en la cabeza de un paciente, con el que científicos esperan que se logre que las personas puedan controlar un teléfono inteligente con apenas pensar en él.

Pero la idea de insertar un dispositivo en el cerebro no es nueva, y durante décadas los médicos saben que la estimulación eléctrica aplicada con precisión puede afectar la forma en que funciona el cerebro.

Esta estimulación cerebral profunda es utilizada en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson y otras afecciones que inciden en los movimientos, incluida la epilepsia.

Los médicos que actuaron en el caso de Pearson le ofrecieron el dispositivo de 32 milímetros para tratar sus ataques epilépticos, confiando en que sería capaz de detectar la actividad que genera esos episodios y enviar una pulsación que permita interferir ante ellos.

Fue entonces cuando la propia Pearson tuvo un destello iluminado para hacer su aporte.

Anteriormente hubo algunos estudios sobre el uso de la estimulación cerebral profunda en personas que padecían TOC, pero nunca se había combinado con el tratamiento para la epilepsia.

El dispositivo vigila la actividad cerebral asociada tanto con la epilepsia. Foto / Internet

Los médicos trabajaron con Pearson para ver exactamente qué sucede en su cerebro cuando queda atrapada en un bucle obsesivo.

La técnica implicó exponerla a factores estresantes ya conocidos y registrar los pulsos eléctricos. Así, pudieron aislar eficazmente la actividad cerebral asociada con su TOC. Luego podrían configurar su implante para que reaccionara a esa señal específica.

El dispositivo de doble función ahora vigila la actividad cerebral asociada tanto con la epilepsia como con el TOC. Es un avance que cree que solo pudo surgir desde fuera del ámbito científico.

Pearson, por su lado, tuvo que esperar ocho meses después del procedimiento del 2019 para ver alguna diferencia notable en su comportamiento. La nueva técnica ofrecería potencial esperanza a algunas de los 2.5 millones de personas que, solo en Estados Unidos, que padecen TOC.

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