Las barreras han eliminado prácticamente del mercado estadunidense a los autos eléctricos chinos
Joe Biden anunciará este martes una brutal subida de los aranceles de Estados Unidos a la importación de autos eléctricos, baterías, paneles solares y minerales de China.
Las tarifas aduaneras de esos productos van a aumentar entre el 100% y el 400%, según ha filtrado la Casa Blanca a los medios de comunicación estadounidenses, en lo que constituye una nueva escalada en la guerra por la supremacía tecnológica que enfrenta a los dos países, informó el diario español El Mundo.
En la actualidad, la importación de coches eléctricos en Estados Unidos tiene unos aranceles del 25%, que fueron impuestos por Donald Trump, y que se suman a las tarifas del 2,5% que se aplican a todo vehículo extranjero que llega al país.
Esas barreras han eliminado prácticamente del mercado estadounidense a los autos eléctricos chinos, lo que explica que las noticias acerca de los nuevos aranceles apenas hayan tenido impacto en la cotización de las empresas chinas afectadas. Pero Washington teme que las subvenciones de Pekín a su sector de automoción los permitan volver a ser competitivos. Con las nuevas barreras, los aranceles se dispararán hasta el 100%.
La decisión se va a anunciar después de que el actual gobierno de Washington haya terminado un proceso de análisis de los aranceles impuestos por el de su predecesor, Donald Trump, a una serie de productos chinos de los que Estados Unidos importa por valor de unos $300,000 millones anuales.
El plan inicial del equipo de Biden era reorientar las barreras hacia los bienes de consumo. Pero ahí se ha cruzado la política industrial que empezó Trump y a la que Biden se ha sumado, y ahora el objetivo es la protección de los sectores económicos que la Casa Blanca considera que tienen más futuro. Y ahí entra todo lo que tenga que ver con la descarbonización de la economía.
También hay un elemento electoral. Joe Biden siempre ha tenido excelentes relaciones con los sindicatos, y en este año electoral hay dos estados industriales -Michigan y Wisconsin- en los que las centrales todavía tienen poder, que van a ser decisivos.