Las figuras más representativas del partido oficialista intercambian acusaciones.
Días después de un supuesto atentado en su contra, el expresidente Evo Morales continúa disparando las tensiones en Bolivia.
Advirtió que si las acusaciones de “estupro” y “trata de personas” conllevan a su detención, sus seguidores, aglutinados en movimientos indígenas y campesinos, se levantarán en contra del presidente Luis Arce, informó xxxx.
Todo esto ocurre en medio de disputas entre las facciones de Morales y de Arce a lo interno del partido Movimiento al Socialismo (MAS).
Durante el fallido golpe de estado que en junio pasado tuvo como protagonista al general Juan José Zúñiga, ex jefe del ejército, hubo un intercambio entre las dos figuras. Morales calificó el episodio como “autogolpe”.
Los seguidores de Morales se han tomado las carreteras. Desde el 14 de octubre protestan y bloquean las rutas, protestando contra las investigaciones judiciales que tienen como blanco al exmandatario por un supuesto caso de trata y tráfico de personas. Morales lo niega todo.
La situación política actual en Bolivia enfrenta dos narrativas.
“Cada bando califica al otro de estar fabricando una situación que no extinción, de haber organizado un elemento que le permita recuperar el apoyo seguramente de las bases electorales del MAS, pero también a nivel internacional”, dijo a una medio internacional el periodista boliviano Rafael Archondo, quien también es profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
“El MAS está demostrando lo que es la decadencia de un partido hegemónico. En este tipo de partidos existen las disputas, pero la pelea por el poder interno ha llegado a quebrarlo”, expresó el politólogo Jorge Márquez Meruvia.