En los primeros días de marzo del 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en un informe ante el Congreso de su país reiteró su decisión de recuperar el Canal de Panamá. Todas sus acciones están dirigidas a influir directamente en las políticas de la Autoridad del Canal para su propio beneficio y en la defensa militar de la vía interoceánica.
Esos hechos afectarán y entrarán en contradicción con la anhelada neutralidad del Canal. Pero lo más grave, es que se pondrá en riesgo la seguridad de nuestro país y de los panameños ya que en cualquier conflicto bélico donde participe Estados Unidos, convertirá el Canal en un objetivo militar.
Por tanto, su neutralidad se fortalece estando en manos exclusivas de los panameños, como ha ocurrido durante los últimos 25 años. Eso es así, puesto que Panamá es una nación que no tiene ejército por disposición constitucional. Nuestro país es promotor de la paz, los entendimientos políticos y no puede amenazar la seguridad de ningún otro Estado.
No cabe duda de que la intención de Trump es coadministrar el Canal y defenderlo unilateralmente, contradiciendo lo estipulado en el Tratado de Neutralidad el cual dispone que “solo la República de Panamá manejará el Canal y mantendrá fuerzas militares, sitios de defensa e instalaciones militares dentro de su territorio nacional”. Al Canal, como decía el General Omar Torrijos, solo lo defiende el cariño de nuestro pueblo.
La neutralidad es una figura jurídica que goza de respeto mundial. Así vemos que el estatuto de neutralidad eterna de Suiza, está garantizada por el Tratado de Viena de 1815 y el Tratado de Versalles de 1919. Por su parte, la neutralidad de Austria está garantizada por un Tratado de 1955, respaldado por Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Rusia, todos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, quienes han adherido también al protocolo del Tratado de Neutralidad del Canal, firmado entre Panamá y Estados Unidos.
Si bien China no ha adherido al protocolo del Tratado de Neutralidad de 1977 alegando, fundadamente, que no puede firmar en pie de igualdad con Taiwán, a quien considera una provincia rebelde, soy de la opinión que China debe, utilizando los medios diplomáticos adecuados, efectuar una declaración unilateral al más alto nivel, respaldando la neutralidad del Canal.
Tal hecho se efectuaría con el mismo precedente de la Declaración unilateral del presidente de Estados Unidos, George Washington, en 1893, en ocasión de una conducta imparcial de su país respecto de la guerra entre Inglaterra y Francia en ese año.
China ha sido históricamente solidaria con las luchas del pueblo panameño por alcanzar nuestra plenitud soberana. No olvidamos que un millón de chinos acudieron en 1964 a la plaza Tiananmen en Beijing para apoyar al pueblo panameño, cuando fuimos masacrados por el ejército de Estados Unidos, durante los acontecimientos de enero de ese año con un saldo de 21 muertos y 500 heridos.
Fue igualmente relevante el respaldo brindado por el canciller de China en la reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas realizado en Panamá en 1973, hecho sin precedente, que lanzó al mundo nuestra causa nacionalista por conquistar nuestro Canal.
El falso argumento de que China tiene injerencia en la administración del Canal influyó para que Panamá renunciara a la enorme oportunidad que representa la iniciativa de “la franja y la ruta” liderada por China.
Corresponde a los panameños, sin distinción, oponernos con firmeza a todas las falsedades de Trump sobre el Canal y su injerencia en nuestros asuntos internos.
Al margen de las diferencias que puedan separarnos internamente, el gobierno nacional y los sectores representativos de la Nación, debemos denunciar las agresiones en contra nuestra y rechazar cualquiera acción que afecte nuestros atributos soberanos.
En tales circunstancias resulta imperativo la creación de misiones diplomáticas ad-hoc para divulgar nuestros argumentos ante la comunidad internacional y en forma particular a los gobiernos de los países miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Al mundo le interesa que el Canal sea neutral y permanezca abierto, en forma igualitaria, a todos los países en tiempo de paz y en tiempo de guerra.