El escándalo de los Papeles de Panamá, afectó a la imagen del país centroamericano, pero no así al sector bancario, que lucha contra el blanqueo de capitales con una salud “perfecta”, dijo este miércoles Carlos Berguido, director ejecutivo de la Asociación Bancaria de Panamá.
“Está perfecta la salud bancaria. En Panamá la salud de los bancos es tremendamente robusta. Es un sector muy fuerte y muy bien capitalizado”, señaló Berguido.
“Por supuesto” que el escándalo de los Papeles de Panamá ha tenido “un impacto a la reputación del país”, pero “en realidad, los bancos en Panamá siguen operando perfectamente bien”, añadió Berguido durante un congreso sobre blanqueo de capitales y financiación del terrorismo que se celebra en la capital panameña.
En 2016, el sistema financiero panameño fue duramente criticado por el escándalo de los Papales de Panamá, una filtración de documentos que reveló como desde una firma panameña de abogados se crearon infinidad de sociedades opacas.
Algunas de ellas habrían servido a personalidades de todo el mundo para evadir impuestos y blanquear capitales.
Los depósitos del centro bancario panameño disminuyeron un 1,4%, al pasar de 84.290 millones de dólares en mayo de 2017 a 83.082 a mayo de este año.
Sin embargo, Berguido atribuye este pequeño descenso a la reforma tributaria de Estados Unidos, que hace más atractivo la repatriación de capitales hacia ese país, ya la ralentización de la economía latinoamericana.
Tras el escándalo de los Papeles de Panamá, el gobierno aceleró una serie de reformas para blindar su sistema financiero, aunque Berguido señala que la lucha contra el lavado de activos en el país es de “vieja data”.
“El blanqueo de capitales y el financiamiento del terrorismo no comenzó a partir de los Papeles de Panamá”, dijo.
“Aquí tenemos más de 30 años de estar encarando esta lucha frontal” con regulaciones “muy fuertes” mucho antes que “la mayoría de los países”, añadió Berguido.
Esa prevención se debe, según Berguido, a que Panamá “es consciente” de que puede ser afectada por el narcotráfico, ya que está en medio de la ruta entre el mayor productor de cocaína (Colombia) y el mayor consumidor de esta droga (Estados Unidos).