Las autoridades explicaron que descubrieron un túnel de casi 182 metros de largo, a través del cual se transportaban drogas.
Todo comenzó el pasado 13 de agosto, cuando la Policía de San Luis, en Arizona, vio al dueño de un negocio abandonado sacando varios contenedores de plástico y subiéndolos a un remolque.
Los agentes hicieron que el hombre detuviera el vehículo por una infracción de equipo no especificado.
Durante el control de tráfico, un perro de narcóticos alertó a las autoridades sobre la presencia de drogas en dos contenedores.
Adentro de los objetos, la policía halló 239 paquetes de varias drogas, incluyendo más de 118 kilos de metanfetaminas, 6,3 kilos de cocaína, 13,6 kilos de heroína blanca, 6,2 kilos de heroína marrón y 3 kilos de fentanilo. La sola cantidad del fentanilo “se traduce en más de tres millones de unidades de dosis”, le indicó Scott Brown, agente especial de Seguridad Nacional.
La policía calculó el valor total de las drogas en más de un millón de dólares.
El sospechoso fue identificado en los documentos judiciales como Jesús Iván López García, quien enfrenta cargos federales incluyendo conspiración para la posesión con intención de distribuir metanfetamina y cocaína.
Según los registros del tribunal, López García compró la propiedad del túnel en abril de este año por 390.000 dólares. El lugar fue anteriormente un restaurante de la cadena de comida rápida Kentucky Fried Chicken. La demanda penal presentada sostiene que “la estructura estuvo vacante los últimos años y no se usó para negocios”.
La policía registró el restaurante abandonado dos días después, y descubrió la entrada a un túnel.
Funcionarios de Investigación en el Departamento de Seguridad Nacional informaron que el túnel tenía 6,7 metros de profundidad, y se extendía subterráneamente a casi 182 metros a través de la frontera de San Luis Río Colorado, México, donde terminaba en una puerta falsa debajo de una cama.