El gobierno de Donald Trump decidió quitar todo esto a los niños que en su mayoría son centroamericanos.
Cuando en febrero un grupo de periodistas de Florida visitó un refugio para niños inmigrantes, las autoridades les mostraron escuelas, canchas de fútbol y talleres artísticos para demostrar que los pequeños eran tratados humanamente en Estados Unidos. Esta semana, el gobierno de Donald Trump eliminó todos esos cuidados.
Unos 13.200 niños y adolescentes, la mayoría centroamericanos, están retenidos en los 168 refugios para menores en 23 estados del país.
En todos ellos, las actividades que no sean vitales y no estén vinculadas a la seguridad física de los niños comenzaron a ser reducidas esta semana por falta de fondos.
“No queremos hacer estas reducciones, pero la ley requiere que las hagamos hasta que el Congreso nos adjudique los fondos necesarios”, dijo a la AFP Mark Weber, portavoz del Departamento de Salud (HHS por su nombre en inglés).
El HHS necesita 2.880 millones de dólares para atender la crisis migratoria.
Los menores que cruzan la frontera sin un representante adulto son clasificados como “Niños Extranjeros No Acompañados” y enviados a centros de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados donde viven hasta que pueden ser entregados a sus padres o familiares.
Los defensores de los derechos humanos consideran que estos lugares son prisiones o incluso campos de concentración.
Un puñado de ellos se manifestó el viernes frente al refugio de Homestead, 72 Km al sur de Miami, saludando a los niños a través de la cerca y enarbolando corazones rojos para que sepan que no están solos.
Un grupo de muchachos devolvió el saludo con sonrisas y haciendo gestos de corazones con los dedos.
Allí residen 2.300 menores de 13 a 17 años, dijo a la AFP un portavoz de HHS. Si cumplen 18, son entregados a la oficina de migración.
Estos niños “están encarcelados en la mayor instalación del país”, dijo Debby Wehking, una exdirectora de escuela de 68 años.
“Estoy avergonzada, furiosa, decepcionada. No entiendo cómo es posible que no esté todo el mundo en este país en las calles las 24 horas del día protestando contra esta atrocidad”, dijo a la AFP.
– Una visita a Homestead –
Para demostrar que no era una prisión ni una atrocidad, Weber invitó a periodistas en febrero a visitar la instalación.
Es un conjunto de tiendas de campaña blancas, climatizadas. Las cercas que las rodean están cubiertas por una lona verde que dificulta mirar a través.
Adentro, los niños caminaban en filas ordenadas. Así iban y venían a las distintas actividades. Los periodistas recibieron instrucciones de no dirigirles la palabra más allá de “hola” y “buenos días”.
Y así se hizo. Una fila de niñas pasó al lado de los periodistas y ellas saludaron alegremente: “¡Buenos días!”, en español.
Los dormitorios -distintos para niños y niñas- estaban en la única construcción de concreto. Los de 17 años dormían aparte, en un gran espacio con unas 150 literas en filas, alineadas con apenas el suficiente espacio entre ellas como para que pase una persona.
En una de las tiendas, una gran carpa con mesas y sillas metálicas, estaban los “salones de clase” donde medio centenar de profesores les daban clases de inglés y matemáticas. Este programa será eliminado.
Todas las instalaciones estaban decoradas con dibujos hechos por los niños en sus talleres de arte, buscando dar un clima acogedor a este ambiente hostil. Este programa también será eliminado.
En la carpa que funcionaba como sala de cine, donde había un televisor y una XBox, había un dibujo de una playa con un barco, palmeras y columpios. Debajo, un panfleto con advertencias sobre el abuso sexual y el embarazo adolescente.
También el programa de arte, así como el de fútbol, deberán desaparecer a menos que el Congreso otorgue al Departamento de Salud los fondos que necesita.
“Tenemos una crisis humanitaria en la frontera debido a un sistema migratorio defectuoso”, dijo a la AFP Evelyn Stauffer, portavoz de la administración para niños y familias del HHS. “Esto está significando una gran carga”.