Los sindicatos brasileños mantuvieron la convocatoria a una huelga general con protestas en todo el país para este viernes contra la reforma de las jubilaciones del presidente Jair Bolsonaro, pese a que el proyecto que llegó al Congreso tuvo recortadas algunas de sus aristas más polémicas.
Esas modificaciones “no cambian nada”, dijo a la AFP a través de su asesoría de prensa el presidente de la Central Única de los Trabajadores (CUT), Vagner Freitas.
“La CUT no concuerda con la narrativa de que las jubilaciones sean el principal problema económico de Brasil. El problema de Brasil es que no hay un proyecto de política económica”, indicó.
“La expectativa es de una gran huelga”, concluyó.
Las principales centrales sindicales -CUT, UGT y Força Sindical-, así como gremios de estudiantes y profesores prevén paros y marchas en más de cien ciudades de por lo menos 24 de los 27 estados del país.
Prácticamente todos los grandes sectores industriales se sumaron al movimiento, aunque queda por ver cuál será el grado de adhesión de los transportistas después de que la justicia determinara la obligatoriedad del servicio en Sao Paulo, capital económica de Brasil.
El paro se lleva a cabo después de dos grandes manifestaciones de estudiantes y profesores, el 15 y el 30 de mayo, contra los bloqueos prespuestarios en la educación.
El movimiento se produce además en el primer día de la Copa América, que se inaugurará por la noche con el partido Brasil-Bolivia en el estadio paulista de Morumbí.
– Promesa de campaña –
La reforma de las jubilaciones es una promesa de campaña con la que el presidente Jair Bolsonaro ganó el apoyo de los mercados durante su campaña electoral. El ministro de Economía, Paulo Guedes, la define como la llave maestra para reducir el déficit público.
El proyecto inicial contemplaba un ahorro de casi 1,2 billones de reales en 10 años (más de 300.000 millones de dólares al cambio actual).
Pero las medidas para conseguirlo son impopulares y generan resistencia entre los legisladores, que deben aprobarlo por una mayoría de tres quintos para que entre en vigor.
A fin de ablandar esas resistencia, el relator del proyecto retiró algunos de sus puntos más polémicos, como el que preveía transformar el régimen actual, de reparto, en una jubilación por capitalización individual.
También dejó fuera del proyecto medidas que afectaban las pensiones para ancianos discapacitados indigentes y a los trabajadores rurales que gozan de beneficios aunque no hayan cotizado.
El ahorro quedaría así reducido a unos 800.000 a 900.000 millones de reales.
Para la oposición al presidente ultraderechista, esas modificaciones fueron resultado de la presión social.
“Hemos conseguido proteger a los beneficiarios [de las pensiones para discapacitados], proteger a los trabajadores rurales. Es una gran victoria de la oposición contra la jubilación por capitalización”, declaró durante los debates del jueves el diputado Alessandro Molon, del Partido Socialista (PSB).