“Todos somos como actores introvertidos, a escondidas”, dijo Becki Tower, directora en animación de la nueva película. “Estamos actuando por medio de nuestros personajes, de nuestra animación titiritera”.
Este 21 de junio uno de los actores más versátiles del cine regresa a las pantallas. A lo largo de veinticuatro años ha estado amarrado a un cohete, ha sobrevolado en aviones y le han arrancado un brazo. Ha probado ser un gran comediante, un héroe de acción imparable y un protagonista muy atractivo y, durante todo, ha mantenido una apariencia muy joven.
Es el vaquero Woody, el juguete de botas y con frases hechas que se escuchan al jalar un cordel, a quien Tom Hanks le da voz en inglés.
“Woody siempre lo logra. Parece tener muchas facetas, muchos ángulos interesantes y gran riqueza”, dijo Pete Docter, figura clave de Pixar desde la primera Toy Story (1995) y ahora el director creativo del estudio. “No todos los personajes tienen eso”.
Desde que empezó la saga de Toy Story, Woody ha dado actuaciones atractivas y emocionantes. Detrás de esas actuaciones están Hanks o los actores que hacen el doblaje y los esfuerzos de decenas de animadores; tan solo en Toy Story 4 trabajaron casi cien.
Los artistas entienden que una excelente animación parte de la gran actuación.
“Todos somos como actores introvertidos, a escondidas”, dijo Becki Tower, directora en animación de la nueva película. “Estamos actuando por medio de nuestros personajes, de nuestra animación titiritera”.
“Se trata de la capacidad de transmitir el mundo interior de pensamientos y sentimientos de un personaje por medio del movimiento”, dijo Docter. “Muchos animadores tienen la afición actoral, pero tienen miedo o se sienten intimidados a hacerlo o no creen estar tan en control de su cuerpo como lo estaría un actor. Entonces es natural que levanten un lápiz y lo expresen de ese modo”.
Una actuación con captura de movimiento ocurre en el momento, pero la animación a veces luce más técnica que actoral. En el campus de Pixar en Emeryville, California, los animadores dentro de habitaciones con poca iluminación se pasan mucho tiempo revisando la pantalla de su computadora.
Woody es como una marioneta de alta tecnología a la cual, con muchos esfuerzos, pueden contorsionar a una pose, hacia un movimiento y con una expresión facial a la vez; lo hacen toma por toma, escena por escena, hasta que empieza a parecer un personaje vivo. Brad Bird, el director de Los increíbles, expresó en el libro Actuación para animadores de Ed Hook que es como “intentar capturar un relámpago en una botella, un voltio a la vez”.
En Toy Story 4 de nueva cuenta hay varias escenas delicadas que dependen de actuaciones con mucha emotividad de los juguetes, sobre todo de Woody (a quien incluso pisotean). “Sabía desde el inicio que, como esta película es sobre las relaciones, iba a depender de la actuación que dan los animadores para transmitir gran parte de la emoción”, dijo Josh Cooley, director de la entrega más reciente de la saga. “Es casi como ser un director de actores de carne y hueso, hay que ir a hablar con los actores. Solo que en mi caso los actores son los animadores”.
Los animadores hacen bien su tarea. Algunos se inspiran de los gestos que hacen los actores que dan voz a los personajes durante las sesiones de grabación. Otros actúan la escena para revisar los movimientos en la sala especial del estudio, en el primer piso, donde hay equipo de grabación y que está repleto de espejos. Algunos animadores se inscriben a clases de actuación y de improvisación que se dan dentro de Pixar (aunque un artista contó que no les entusiasma mucho tener que actuar en frente de sus colegas). Otros prefieren estudiar a fondo los movimientos de actores de carne y hueso; usan parte del dinero que les dan para estudiar y van al cine.
Y, en el caso de Toy Story 4, hay quienes prefieren pasar parte de su tiempo con los juguetes físicos que han saltado de la pantalla de la franquicia.
Algo más intangible, pero igual o tal vez más clave, es que los animadores aprenden a empatizar con sus personajes asignados y verterles sus propias memorias y sentimientos. En la primera Toy Story, Docter dijo que canalizó sus sentimientos de sentirse desplazado por un nuevo gran animador para ilustrar cómo la confianza de Woody se desploma por la llegada de Buzz Lightyear.
“Se trata de conectarlo con un momento de tu propia vida para que surja de algo real dentro tuyo”, dijo el supervisor de animación Robert Russ.
Docter describió cómo fue la realización inicial, durante la animación del primer Toy Story, de que Woody se estaba volviendo un actor sumamente capaz. El nuevo medio de animación por computación, con la posibilidad de agregar detalles diminutos y de recalibrar y afinar los gestos y expresiones de los personajes, abrió nuevas posibilidades para matizar.
“Woody hacía algo con sus ojos”, dijo Docter, en referencia a una escena animada por Doug Sweetland, “que fue como algo que yo nunca había visto en la animación con dibujos a mano. La sutileza de pequeños movimientos de su mirada indicaban una vida interior muy rica, los pensamientos que estaban pasando por la cabeza de Woody. A todos les dio escalofríos, fue como: ‘Esto es nuevo’”.
Russ explicó que la animación realmente sutil —”un movimiento rápido de la mirada, un pestañeo rápido o una inclinación ligera de la cabeza”— se podían lograr “en los mejores días de la animación con dibujos a mano, pero no al mismo nivel”. Indicó que “la refinación de ese tipo no es posible en otras formas de animación y, además, no todos los estudios de CG [animación por computadora] se toman la molestia”. Agregó: en Pixar, “es algo que realmente valoramos como estudio y como animadores”.
Hoy en día, los encargados de darle vida a Woody incluso tienen discusiones largas sobre qué tan rápido debe pestañear el vaquero.
Con los avances tecnológicos, los animadores tienen más tiempo para pulir sus tomas y Woody se ha vuelto un actor todavía mejor animado. El Woody de 1995 tenía 596 “avars” —variables animadas— que manipulan los animadores; el modelo actual tiene 7198. En otras palabras, su cara es expresiva de manera más sutil y sus extremidades son menos acartonadas, como si hubiera estado trabajando en lo que el enormemente influyente maestro de actuación Konstantin Stanislavski alguna vez llamó, de manera muy apropiada, la plasticidad del movimiento.
Sin embargo, la actuación de Woody también se ha beneficiado de la sensibilidad de los animadores-actores que se esfuerzan por conocerlo y a quienes les importa.
“Estás en la cabeza de estos personajes durante meses y meses, a veces durante años”, dijo Becki Tower. “Terminas conociéndolos tan bien que se sienten como tu amigo y las tomas que haces se vuelven más fáciles porque entiendes quiénes son”.