Los senadores lo aprobaron ya por unanimidad, reunidos en comisión, y sin hacer ninguna enmienda. Será el voto en el Senado, en sesión pública, este martes, que marcará su adopción definitiva.
El parlamento francés debe adoptar este martes una ley que prohibirá a los padres infligir castigos corporales a sus hijos, una práctica que, aunque condenada por la ONU, sigue gozando de un amplio apoyo en Francia.
Con esta ley, Francia se convertirá en el 56º Estado que prohíbe los castigos corporales a los niños, según una lista realizada por una oenegé británica. Suecia fue el primer país europeo en adoptar esta ley en 1979, seguido por Finlandia (1983) y Noruega (1987).
La Asamblea Nacional, la cámara baja del parlamento francés, había adoptado el año pasado en primera lectura este proyecto de ley presentado por el partido centrista MoDem y apoyado por el partido gobernante del presidente Emmanuel Macron, LREM.
Los senadores lo aprobaron ya por unanimidad, reunidos en comisión, y sin hacer ninguna enmienda. Será el voto en el Senado, en sesión pública, este martes, que marcará su adopción definitiva.
Si es aprobado, se inscribirá en el Código Civil, en el artículo que se lee durante los matrimonios civiles en Francia, que “la autoridad de los padres se debe ejercer sin violencia física ni psicológica”.
No es la primera vez que se intenta prohibir en Francia este tipo de castigos corporales. En 2016 se adoptó un proyecto de ley pero unos meses después fue rechazado por el Consejo Constitucional por un vicio de forma.
“Ha sido muy largo, hemos perdido mucho tiempo”, comentó la exministra socialista de Familia y actualmente senadora, Laurence Rossignol, que presentó el proyecto hace tres años.
“Estamos llegando al final del camino, es algo bueno”, aplaudió también la diputada centrista Maud Petit. “Después, comenzará lo más duro” para que la ley sea aplicada, señaló en declaraciones a la AFP, aunque añadió que confía en que “la población francesa ha evolucionado mucho y utiliza ya menos la violencia educativa ordinaria”.
Según la Fundación para la Infancia, el 85% de los padres franceses recurren a castigos corporales con fines “educativos”.
Los partidarios de la ley argumentan, basándose en estudios, que estas prácticas, entre las cuales figuran las cachetadas o nalgadas, tienen consecuencias en la salud física y mental de los niños.
El proyecto de ley cuenta además con el apoyo de varias organizaciones a favor de la infancia y de defensores de los derechos que piden un “mensaje político fuerte” para cambiar las mentalidades.
“No se debe educar a través del miedo”, declaró la ministra de Salud, Agnès Buzyn, quien estimó que los castigos corporales tienen “consecuencias desastrosas en el desarrollo de los niños”.
El proyecto de ley no prevé ninguna sanción penal contra los padres que castiguen a sus hijos, puesto que ya están previstas por la ley.
Esta ley pondría a Francia en consonancia con los tratados internacionales.
En marzo de 2015, la organización de derechos humanos del Consejo de Europa criticó a Francia por no prohibir estas prácticas, a diferencia de la mayoría de los demás países europeos.
Un año más tarde, el Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas pidió a Francia que “prohibiera explícitamente” todas las formas de castigo corporal a los niños.