El domingo, en Lund, un pueblo situado a unos 80 kilómetros al sur de Copenhague, un grupo de violonchelistas selectos ofreció dos conciertos para unas vacas amantes de la música y sus congéneres humanos. Durante una interpretación reciente del “Pezzo capriccioso” de Chaikovsky, un puñado de miembros del público se inclinó hacia delante con interés,…