DIEST, Bélgica— Las copas de champaña fueron rápidamente desempacadas, servidas hasta el tope y repartidas por toda la habitación. Docenas de personas estaban ahí, dentro del estrecho apartamento de Marieke Vervoort, sin saber qué decir o hacer. Vervoort les había asegurado a sus invitados que esto era una celebración. Pero no se sentía como una.…