Rousseff describió la prisión de Lula como otro eslabón en un proceso de avance de ideas neoliberales en el que también inscribió la reciente decisión de seis países sudamericanos de apartarse de la Unasur
La expresidenta de Brasil Dilma Rousseff se puso al frente de una campaña internacional por la libertad de Lula da Silva y advirtió este martes en Buenos Aires que él ganará las elecciones de octubre aún desde la cárcel, donde cumple una condena por corrupción.
“Libre o preso él será electo presidente de Brasil” aseguró Rousseff ante una sala desbordada de público en la Feria del libro de Buenos Aires adonde presentó su libro “Lula, la verdad vencerá”.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, en prisión desde el 7 de abril pasado tras ser condenado a doce años por corrupción y lavado de dinero, es el candidato del Partido Trabajador (PT) para las presidenciales. El propio dirigente dio luz verde al PT a que considere otras opciones, pero la formación cierra filas en torno a él.
El exmandatario de 72 años, que gobernó la mayor economía de América Latina entre 2003 y 2010, permanece encarcelado en una prisión de Curitiba, en el sur de Brasil. Es el favorito según los sondeos frente al candidato de ultra derecha, el diputado Jair Bolsonaro.
Rousseff, aseguró que teme por la vida del candidato al repudiar una decisión de una jueza de Curitiba que impidió que lo visitara en la cárcel el premio Nobel de la Paz 1980, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, presente en el acto junto a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, y otros líderes políticos y sindicales argentinos.
“Tengo miedo por la vida de Lula. Tengo miedo por la comida, por el agua que él toma; porque si fueron capaces de impedir la visita de un premio Nobel de la Paz, la visita de un médico…”, dijo Dilma.
Rousseff fue destituida por el Congreso brasileño en 2016 acusada de falsear las cuentas públicas y reemplazada por su vicepresidente, el conservador Michel Temer.
“Brasil está siendo más duro con Lula de lo que fue en la dictadura porque le temen”, aseguró.
Según consideró, Lula representa “el arma que tenemos para luchar contra el encuadramiento de Brasil en un neoliberalismo brutal”.
Consideró que el expresidente “es un preso político y víctima de un crimen: este proceso (judicial) es una vergüenza política que va en contra de todos los derechos humanos”, dijo.
Junto a Dilma estuvieron otros líderes latinoamericanos como el expresidente de Colombia Ernesto Samper y el exalcalde de Ciudad de México Cuauhtémoc Cárdenas.
“Vemos como desastrosa esa decisión que interrumpe un proceso de integración en América Latina”, dijo.
Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Paraguay y Perú suspendieron sus actividades en el bloque hasta que se designe al sucesor de Samper, cuyo mandato como secretario general concluyó en enero de 2017.