El aumento de CO2 en la atmósfera reducirá de aquí a 2050 las cualidades nutritivas de muchos cultivos, lo que podría generar carencias en zinc, hierro y proteínas en millones de personas, según un estudio publicado este lunes.
El alza de esta concentración, susceptible de alcanzar 550 partes por millón (ppm) en torno a 2050 frente a 405 ppm en 2017, “reducirá entre 3 y 17% la presencia de hierro, proteínas y zinc en muchos cultivos de base”, según investigadores de la Universidad de Harvard que analizaron 225 alimentos.
Esta disminución de la cualidad nutritiva de algunos alimentos podría traducirse en una carencia de zinc para 175 millones de personas y de proteínas para 122 millones, exacerbando además los déficits existentes en más de 1.000 millones de personas, según el estudio publicado en la revista Nature Climate Change.
Estas personas se añadirían a los 662 millones que ya sufren carencia de proteínas, a los 1.500 millones faltas de zinc y 2.000 millones de hierro en el mundo.
“La falta de zinc afecta al sistema inmunitario, los niños corren un mayor riesgo de contraer enfermedades, como infecciones respiratorias, malaria o enfermedades diarreicas”, explicó a la AFP el investigador Matthew Smith.
“Un déficit de hierro puede causar anemia” y aumentar la mortalidad en los partos, aseguró. La falta de proteínas puede provocar un retraso en el crecimiento infantil.
Las regiones más amenazadas son África del Norte, Oriente Medio y Asia, según el estudio.
Entre los cultivos clave más afectados están el trigo, el arroz y el maíz, que “contribuyen en alrededor de dos tercios en los aportes en proteínas, zinc y hierro en el mundo”. Los dos primeros son más sensibles al aumento de CO2 en la atmósfera que el maíz, según Smith.
Las poblaciones más pobres son las más expuestas, puesto que a diferencia de las más ricas, no pueden completar su dieta con carne.
“Las decisiones que tomamos a diario – cómo calentamos nuestra casa, cómo comemos, cómo nos movemos o qué compramos – provocan que nuestros alimentos sean menos nutritivos, poniendo en peligro la salud de otras poblaciones y de las generaciones futuras”, según Samuel Myers, coautor del estudio.