Con el incendio del Museo Nacional de Río, se perdieron “archivos irremplazables de la biodiversidad”, explica a la AFP Philippe Grandcolas, especialista francés en la evolución de los insectos.
Grandcolas, director de investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), lidera un laboratorio sobre la evolución y la biodiversidad del Museo Nacional de Historia (MNHN) de París.
Pregunta: ¿Conocía bien el Museo Nacional de Río?
Respuesta: “Sí, trabajé allí en varias ocasiones. Era un edificio antiguo, que por desgracia no estaba en perfecto estado. Incluso puede decirse que era vetusto. No había tenido ninguna renovación de importancia reciente. Por desgracia, muchos edificios universitarios no están en buen estado.
Era un lugar con mucho encanto, con riqueza desde el punto de vista científico, humano e histórico. Pero no era el más moderno que uno puede visitar.”
P: ¿Cuál era la importancia de este museo?
R: “Este museo de historia natural tenía una importancia histórica, pues poseía muchas muestras antiguas que se habían recopilado desde hacía años. Entre ellas, había una de las más bellas colecciones de vertebrados fósiles de Sudamérica.
Era uno de los museos más sobresalientes de Sudamérica. No solo era un lindo museo, sino que era uno de los archivos de la biodiversidad y de los artefactos humanos de esta región del mundo.
Por desgracia, gran parte del sitio se quemó. Una colega brasileña me envió un correo y me contó que la colección de insectos, por ejemplo, desapareció completamente con el incendio.
Hay que imaginar un edificio de piedra con pisos de madera, falsos tabiques de madera, viejas persianas de madera, cajas de cartón para conservar los insectos. Y en algunos lugares había tarros de vidrio llenos de alcohol para conservar diferentes vertebrados, como ranas, lagartijas…”
P: ¿Por qué hay que conmoverse por la destrucción de las colecciones?
R: “Es un drama para todo el mundo.
Un museo de historia nacional hay que verlo como una biblioteca. Su función es que todo el mundo pueda consultar sus colecciones.
Y aún así, una biblioteca suele tener varios ejemplares de los libros impresos.
En un museo de historia natural, cada espécimen es único. Cuando se recoge uno de la naturaleza no tiene la misma estructura genética que su vecino. Puede que se recogiera en un lugar que después desapareció.
Conocer estos especímenes es muy útil. Puede ayudarnos a identificar una especie invasora que amenaza los cultivos y a aprender cómo deshacerse de ella. Puede permitir reparar plantas que tienen un interés farmacéutico.
Los museos de historia natural son consultados constantemente para este tipo de cosas. Se utilizan a diario.
En mi opinión no hay que abandonar el museo de Río. Un buen ejemplo de solidaridad sería que todos los museos de historia natural del mundo compartan algo de sus colecciones para que cuando tengan muestras brasileñas en cantidad suficiente, puedan enviar algunas a Brasil.
Es verdad que eso sería un poco complicado de organizar desde el punto de vista jurídico. Dependerá de los gobiernos.”