Pese al fallo de la Corte Internacional de La Haya que desestimó el reclamo de obligar a Chile a negociar una salida al mar, pocos son los que en Bolivia dan por zanjada esta aspiración.
El presidente, Evo Morales, el gran derrotado de este caso, que convirtió el reclamo ante La Haya en una cruzada de su gobierno en los últimos cinco años, dejó claro que Bolivia “nunca va a renunciar” para salir del enclaustramiento al que le condenó la pérdida de 120.000 km2 de territorio, entre ellos sus 400 km de costa, en la guerra del Pacífico, en el siglo XIX.
“No hay obligación, pero hay necesidad” de negociar, apostilló en una breve declaración, invocando el artículo 176 del fallo de la CIJ, que invita a las partes a “continuar su diálogo” en un “espíritu de buena vecindad” para abordar el “enclaustramiento de Bolivia”.
La lectura del fallo en Chile y Bolivia difiere diametralmente. Mientras que en Santiago las autoridades se congratulan por que la Corte de La Haya haya respetado el derecho internacional encarnado en el Tratado de 1904 que validó la pérdida de territorio por Bolivia en la guerra que libró contra Chile, en Bolivia son pocos los que consideran zanjada la aspiración.
“Los jueces acaban de decir: señores no existe la obligación jurídica, pero el problema no desapareció, el problema persiste”, afirmó el excanciller boliviano Gustavo Fernández, que recuerda que “Bolivia ha sostenido cerca de 140 años su demanda y ha señalado en repetidas oportunidades que no renunciará, de manera alguna, a este su objetivo nacional”.
Para el analista independiente Andrés Guzmán, el resultado del fallo “no impide que las partes puedan entenderse en un diálogo” en la perspectiva de “unas negociaciones trascendentes”, en otros niveles contemplados en las Naciones Unidas.
Sin embargo, el analista argentino del Real Instituto Elcano de Madrid, Carlos Malamud, considera que para doblegar la voluntad de Chile de no ceder un ápice de su soberanía, La Paz tendrá que cambiar de estrategia.
Para empezar, debería “invitar hoy mismo a Chile a restablecer relaciones diplomáticas”, que permanecen solo a nivel consular desde 1978 y que “podría crear un marco distinto de negociación”, aseguró en conversación telefónica con la AFP.
“Mientras el discurso boliviano siga siendo confrontacional y sigan presentándose como las grandes víctimas del conflicto del siglo XIX, poco se va a avanzar en una negociación”, aseguró tras recordar que Chile “no tiene ninguna obligación de sentarse” a negociar.
Aspiraciones electorales de Morales
Todavía es pronto para calibrar el efecto que el fallo tendrá en las aspiraciones de Morales de presentarse a un cuarto mandato en los comicios de octubre del próximo año, pese a que el pueblo boliviano lo desechó en un referéndum en febrero de 2016 y que un fallo posterior del Tribunal Constitucional lo puso nuevamente en carrera, a pesar de las protestas de la oposición que considera que su postulación es inconstitucional.
Pese al apoyo de toda la clase política, de los expresidentes y del pueblo bolivano en la causa contra Chile, la situación de Morales, que se implicó tanto que fue personalmente a La Haya, algo inusual para un jefe de Estado, puede complicarse tras el fallo adverso.
El profesor universitario y analista Carlos Cordero, crítico de Morales, dijo a la AFP que en las elecciones de 2019 Morales “podría recibir una fenomenal paliza electoral” y que la ciudadanía podría “pasarle la factura” de la derrota en La Haya.
El vicepresidente Álvaro García evitó tocar el tema en una rueda de prensa en la casa de Gobierno en La Paz. “No voy a hablar del tema de los costos políticos”, reaccionó.
En Santiago, el excanciller Juan Gabriel Valdés vaticinó que el resultado de la demanda en La Haya traerá “un costo enorme no sólo a Evo Morales, sino al pueblo boliviano”.
El senador y ex ministro de Defensa de Chile, Andrés Allamand, vio a Morales como “el gran derrotado” y consideró “evidente que para sus aspiraciones de reelección, este fallo puede ser demoledor”.