Científicos cuestionan la longevidad de la decana de la humanidad

Científicos cuestionan la longevidad de la decana de la humanidad
Jeanne Calment, oficialmente fallecida a los 122 años y 164 días en 1997. Foto/AFP

¿Y si el récord de longevidad de la francesa Jeanne Calment fuera un engaño? La nueva teoría revelada por investigadores rusos provoca interés y controversia en la comunidad científica.

A Jeanne Calment, oficialmente fallecida a los 122 años y 164 días en 1997 –un récord mundial de longevidad tanto en hombres como mujeres–, le encantaba decir que “Dios la había olvidado”, pero nada eso convence al matemático Nikolai Zak.

Apoyado por el gerontólogo Valeri Novosselov, analizó durante meses biografías, entrevistas, fotos, los archivos de Arles, la ciudad del sur de Francia donde vivió, y también escuchó los testimonios de aquellos que la conocieron.

“El análisis de todos estos documentos me llevó a la conclusión de que la hija de Jeanne Calment, Yvonne, tomó la identidad de su madre”, estimó Zak, consultado por la AFP.

Zak, integrante de la Sociedad de Naturalistas (MOIP) de la Universidad de Moscú, publicó recientemente su estudio “Jeanne Calment: the secret of longevity” en el sitio ResearchGate, una red internacional para investigadores y científicos.

Denunciado como un texto tendencioso por sus detractores, el documento fue considerado como creíble por algunos científicos implicados en los registros de longevidad.

El investigador estima que en 1934 no fue la hija única de Jeanne Calment, Yvonne, la que murió de pleuresía, como dice la versión oficial, sino la propia Jeanne Calment. Yvonne habría tomado la identidad de su madre, lo que le permitiría evitar entonces el pago de los derechos de sucesión.

Por lo tanto la mujer que murió en 1997, tenía 99 años.

Entre los 17 elementos que presenta el investigador figura una copia del documento de identidad de Jeanne Calment que data de los años 1930 donde el color de sus ojos (negros), su estatura (1,52 metros) y la forma de su frente (parte inferior) no corresponden a aquellas características de la decana francesa durante los últimos años de vida.

“Como médico siempre tuve dudas sobre su edad. El estado de sus músculos era diferente al de aquellos de otros longevos. Ella se mantenía sentada sin ningún apoyo. No tenía signos de demencia”, dice Novosselov, quien encabeza la sección gerontológica de la Sociedad de Naturalistas de Moscú.

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