Qué hace extraordinaria a la persona que atiende un bar? Es probable que tu candidato ideal sea alguien que tenga la empatía suficiente para consolarte tras una ruptura amorosa, la determinación para enfrentarse con los clientes abusivos, así como el conocimiento y la habilidad para mezclar muchas bebidas y con rapidez.
Pero hace años, cuando Gallup estudió el desempeño de los cantineros, descubrió otro factor inesperado. Los mejores cantineros tenían una memoria inusualmente detallada: no solo recordaban los nombres de los clientes asiduos, sino también las bebidas que ordenaban.
¿Qué tan buena era su memoria? Para descubrirlo, Gallup se asoció con Allied Breweries para crear el One Hundred Club, que ofreció dinero en efectivo y un reconocimiento a todo aquel cantinero que lograra memorizar cien nombres y la bebida relacionada con esa persona. Y el premio mayor se lo llevaría cualquier persona detrás de la barra que acertara quinientos nombres y sus tragos, aunque los organizadores se mostraron escépticos de que alguien pudiera lograrlo. No obstante, años después, una cantinera inglesa de nombre Janice los sorprendió al memorizar el nombre y la bebida de tres mil clientes.
Ese tipo de memoria parece ser un talento innato, pero resulta que es una habilidad que se puede aprender. Tomemos el ejemplo de Joshua Foer, un periodista que tenía problemas para recordar ciertas cosas: entrenó durante un año y terminó ganando el Campeonato de Memoria de Estados Unidos.
“Todos tienen muy buena memoria para algo”, explicó Foer cuando fue invitado a mi pódcast WorkLife. “Las capacidades de memoria extraordinarias están latentes en todos nosotros… si usamos las técnicas adecuadas para despertarlas”.
Así que deshazte de los malos hábitos de estudio que aprendiste en la escuela y comienza con estos tres pasos.
Primero: dile adiós a intentar memorizarte todo al quemarte las pestañas y estudiar todo en una noche sin reposo. En una serie de experimentos, los estudiantes escucharon algunos relatos y luego hicieron una prueba para ver cuánta información recordaban una hora después. Su capacidad de memorizarlo aumentaba de 10 a 30 por ciento entre los participantes a los que se les pidió, al azar, sentarse en una habitación a oscuras y en silencio durante unos minutos justo después de escuchar la historia.
Tu mente necesita un descanso y espacio para consolidar y almacenar la información. Eso funciona en especial con personas que tienen problemas de memoria: cuando se realizó el mismo experimento con pacientes que habían sufrido un derrame cerebral y otras lesiones neurológicas el descanso mejoraba su capacidad para recordar de un 7 a un 79 por ciento.
Segundo: no te molestes en releer ni subrayar. Las investigaciones demuestran que hacerlo no es de gran ayuda, pues son acciones demasiado pasivas. En lugar de eso, intenta algo más activo, como hacerte un autoexamen. La evidencia demuestra que hacer exámenes de prueba mejora la retención más que cualquier otra técnica. Cuando haces que tu mente rebusque lo aprendido una y otra vez, sabes dónde encontrar ese conocimiento la siguiente ocasión y pronto te darás cuenta de dónde están las lagunas en tu memoria.
Tercero: cuéntaselo a alguien. En un experimento reciente, las personas aprendieron acerca de las ondas sonoras y el efecto Doppler (el fenómeno que provoca que la sirena de las patrullas sea más aguda cuando se acerca a ti y más grave cuando se aleja). Al final del periodo de estudio del tema, se les pidió a ciertos participantes, elegidos al azar, que impartieran una clase acerca de la información con notas o sin ellas. Una semana después, regresaron y tuvieron que hacer un examen sorpresa de lo que recordaban. Quienes dieron la clase sin notas obtuvieron mejores puntajes.
El hecho de tener que explicar el efecto Doppler con sus propias palabras hizo que lo aprendieran. La mejor forma de aprender algo es enseñárselo a alguien más, no solo porque tener que explicarlo te ayuda a comprenderlo, sino también porque recuperar la información te ayuda a recordarla.
¿Entendiste? Ahora, ve a sentarte en una habitación en silencio y a oscuras durante diez minutos (asegúrate de no quedarte dormido), luego ponte a prueba con los puntos clave de este artículo y cuéntale a alguien lo que aprendiste.
Adam Grant es psicólogo organizacional y profesor en la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania, así como autor de “Originals” y anfitrión del podcast de TED “WorkLife”, sobre la ciencia de hacer que el trabajo no sea horrible.