,

La práctica de pintarse la cara de negro en la comedia árabe genera críticas

La práctica de pintarse la cara de negro en la comedia árabe genera críticas
Programa cómico árabe. FOTONYT

EL CAIRO — En un programa cómico libio, el chiste de cierta broma era un coche de bebé o carriola.

En la parodia, la madre (una actriz con la cara pintada de negro) queda separada de sus bebés cuando se cierran las puertas de un elevador. Una cámara escondida hace una toma de las personas que han quedado atrapadas en el elevador con el cochecito.

“¡Cuiden a mis bebés!”, grita la madre en un tono de horror fingido.

Entonces, los pasajeros del elevador quitan la cubierta del coche y del interior saltan un par de monos.

La práctica de pintarse la cara de negro, un recurso racista para entretener al público conocido como blackface o caranegra y que tuvo sus orígenes en Estados Unidos durante el siglo XIX, sigue vigente e incluso es posible verla en los principales programas árabes de entretenimiento. En las televisoras del Medio Oriente, los artistas con frecuencia se pintan la cara para algún segmento cómico con el que buscan aprovechar algunos estereotipos degradantes y prejuicios anticuados para provocar risas ligeras.

Esta práctica es tan ofensiva en Estados Unidos que, cuando se supo que entre las fotos del gobernador de Virginia, Ralph Northam, incluidas en un anuario de su época en la facultad de Medicina aparecía la foto de un hombre con la cara pintada de negro, muchos exigieron su renuncia. En Italia, la aerolínea pública Alitalia se vio obligada a retirar en julio material publicitario en el que un actor con la cara pintada de negro fingía ser el expresidente Barack Obama.

En el mundo árabe, donde el racismo es un tema muy arraigado pero del que se habla muy poco, el tipo de comedia que emplea este recurso últimamente ha sido blanco de más críticas en redes sociales e incluso en algunos casos se han ofrecido disculpas. Sin embargo, esta práctica todavía es muy generalizada y tiene suficiente aceptación, por lo que aún es una de las bromas comunes que utilizan las principales empresas de televisión.

El segmento de los monos, transmitido en un canal privado libio, quizá sea un ejemplo especialmente indignante. No obstante, desde hace alrededor de un año, en los programas cómicos de Egipto y Kuwait, así como en un video musical de una estrella pop libanesa, también se han visto estas caras pintadas de negro.

Muchos de esos materiales se transmitieron durante el mes santo del Ramadán, la principal temporada de lanzamiento de nuevos programas televisivos en el Medio Oriente, pues es cuando las familias se reúnen para disfrutar sus programas favoritos después de terminar con el ayuno diario.

Algunos artistas árabes sostienen que ese recurso es una broma inocente.

“Solo es comedia”, afirmó la popular comediante egipcia Shaimaa Seif después de su aparición con la cara pintada en un programa transmitido en mayo en MBC, la mayor red satelital de la región.

Quienes suelen ser el objetivo de ese tipo de humor —casi siempre originarios de Sudán, país africano donde se habla árabe— opinan que no tiene nada de gracioso.

“Pintarse la cara de negro es desagradable y ofensivo”, señaló Sara Elhassan, una escritora sudanesa radicada en Estados Unidos. “No se trata solo del color de la piel; el problema son los estereotipos”.

Hizo alusión a algunos estereotipos comunes en la comedia árabe: “Los negros son flojos, no hablan bien el árabe y, si son de Sudán, su acento es ridículo. O siempre están tirados en la cama y a punto de quedarse dormidos”.

Tras años de soportar las rutinas ofensivas de la televisión sin decir nada, algunos árabes han comenzado a expresar en redes sociales su enojo y a exigir un cambio.

En Twitter, el activista libio Nader Elgadi atacó la broma de la carriola con monos y convocó una campaña para “castigar a todos los involucrados”. En una entrevista, comentó que el video refleja prejuicios muy arraigados en el país, donde 600.000 inmigrantes, en su mayoría de África, viven en condiciones desesperadas.

No obstante, se sintió esperanzado porque, por lo menos en línea, muchos libios parecieron compartir su repugnancia.

“La gente escribió cosas como: ‘Esto no está bien’”, dijo. “Es un primer paso positivo”.

Al Ahrar, el canal privado libio que transmitió el programa, no respondió nuestra solicitud para que comentara al respecto.

Por desgracia, en otros casos el repudio público apenas ha tenido efectos.

En la transmisión que provocó las críticas para Seif, la actriz egipcia que interpretó a una mujer sudanesa de malos modales, que utiliza malas palabras, bebe y dice sandeces en el transporte público.

En un segmento, su personaje hace que su hijo orine en una botella. En otro, intenta vaciarle una botella de vodka ruso a otro de los pasajeros, un tabú para los musulmanes que respetan las tradiciones.

Después de que los televidentes sudaneses inundaron la página de Facebook de Seif con críticas, la actriz apareció en un programa de la televisora MBC para explicar su conducta. Pero cometió el error de insistir en que ese tipo de humor era gracioso en vez de disculparse.

“No se enojen”, pidió con una sonrisa en los labios, y trató de restarle importancia a la controversia. “No hubo ninguna mala intención”.

Ni Seif ni un vocero de MBC respondieron cuando les solicitamos comentarios para este artículo.

Independientemente de la intención del programa, sus críticos aseguran que ese tipo de acciones ayudan a hacer más tolerable el racismo, que se expresa de muy diversas formas en el mundo árabe. Hay que recordar que la esclavitud se abolió de manera formal en algunos países del golfo Pérsico apenas en 1970. En muchos lugares, la palabra abeed, que significa esclavo o sirviente, todavía es el epíteto racial preferido para las personas negras.

Lo que se ve en la pantalla se traduce en conductas en las calles, se lamentó Abdullahi Hassan, de 24 años, quien estudia cinematografía y ha catalogado decenas de instancias de racismo en películas y programas árabes, la mayoría de Egipto, producidos desde hace varias décadas.

“Cualquier desconocido puede insultarme y le parece gracioso”, explicó Hassan, quien creció en Arabia Saudita y Egipto. “Creen que está bien porque lo han visto en programas cómicos o de bromas”.

Al igual que en Estados Unidos, en el mundo árabe la práctica de pintarse la cara de negro tiene su origen en una historia de opresión. Durante siglos, los árabes capturaron a africanos de raza negra y los transportaron en barcas al golfo Pérsico. Ahora, los empleados domésticos africanos por lo regular sufren abusos descarados en la misma región.

“Los estereotipos racistas persisten, incluida la idea de que las personas de raza negra tienen prácticas culturales extrañas o tienden a ser ladrones”, señaló Nicholas McGeehan, investigador independiente especializado en derechos humanos en el golfo Pérsico. “Puede dar pie a abusos terribles”, incluso violencia física, subrayó.

En un caso extraordinario de rendición de cuentas, un tribunal belga enjuició en 2017 a ocho princesas de los Emiratos Árabes Unidos por cargos de tráfico humano y tratamiento degradante de sus trabajadores del hogar, la mayoría africanos.

No es común en el mundo árabe que se den disculpas públicas, aunque hay algunas señales de que hay mayor conciencia. En Egipto comenzó a surtir efecto una nueva legislación en materia de medios de comunicación que cataloga como delito el contenido racista, y prevé sanciones —como multas e incluso el cierre de operaciones— contra cualquier estación de televisión que contravenga la ley.

De cualquier forma, todavía no se ha presentado ningún caso notorio como resultado de la aplicación de esa legislación, y sus críticos temen que más bien pueda aprovecharse para acallar sátiras legítimas. En términos más generales, en la cultura popular egipcia el sector de la gente negra está enormemente subrepresentado.

“Es raro que haya un actor popular de raza negra”, comentó Mohamed Azmy, fundador del Observatorio Egipcio para la Eliminación del Racismo, que hizo campaña para lograr la inclusión de la disposición relativa al racismo en la legislación para los medios. “El cine egipcio es para los blancos”.

De cualquier forma, los reclamos en redes sociales, más decididos que nunca, han provocado que por lo menos algunas personas del mundo árabe cuestionen estereotipos como el de la cara pintada de negro, incluidos los actores que los interpretan.

Después de las duras críticas que recibió la televisora estatal de Kuwait el año pasado por una comedia cruda que incluía una parodia dedicada a los sudaneses, el actor principal del programa, Hasan Al Ballam, se disculpó en Instagram.

En esa plataforma, Al Ballam se comprometió a no volver a realizar imitaciones de nadie.

“Les pido a todos que me perdonen”, dijo.

Nada Rashwan y Farah Saafan colaboraron con este reportaje desde El Cairo, y Hwaida Saad, desde Beirut.

Declan Walsh es el jefe del buró en El Cairo, que cubre Egipto y Oriente Medio. Antes estaba basado en Pakistán. Durante la campaña presidencial de 2016 escribió una columna desde la perspectiva de un corresponsal extranjero en Estados Unidos. @declanwalsh

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *