El huracán Dorian desata recuerdos traumáticos en los puertorriqueños

El huracán Dorian desata recuerdos traumáticos en los puertorriqueños
Prudencio Ortíz Aguayo y su hija Laiza M. Ortíz realizaron arreglos en su casa en Maunabo, Puerto Rico, el miércoles durante los preparativos para la llegada del huracán Dorian. Erika P. Rodriguez para The New York Times

MIAMI — El huracán Dorian pasó cerca de Puerto Rico el miércoles y provocó que muchas personas recordaran momentos difíciles, puesto que ha sido la mayor tormenta que ha amenazado a la isla desde la devastación ocasionada por el huracán María hace dos años.

Durante varios días la evolución de Dorian fue impredecible, lo que causó frustración entre los pronosticadores y miedo en los puertorriqueños que observaban cómo la tormenta avanzaba hacia la isla. En algún momento llegó a parecer que Dorian tendría una trayectoria similar al destructivo paso de María, aunque con menos intensidad. Los puertorriqueños reaccionaron haciendo largas filas en las tiendas para abastecerse de suministros y saturaron una línea telefónica de salud mental para buscar ayuda por la ansiedad que sienten debido a la tormenta.

“Mucha gente está histérica y es porque María fue fuerte”, dijo Carmen Vargas, de 54 años, residente de la zona rural de Guaynabo, cerca de San Juan, mientras recordaba vívidamente el huracán de 2017. “Aunque sabemos que no es lo mismo, los recuerdos vuelven y las heridas se vuelven a abrir”.

Para el miércoles por la mañana, el ojo de la tormenta se había desviado hacia las Islas Vírgenes, donde las lluvias torrenciales y los fuertes vientos de Dorian sorprendieron a los residentes que no estaban preparados para enfrentar al huracán que ya había alcanzado la categoría 1. Para el miércoles por la tarde, la tormenta llegó a las cálidas aguas del Atlántico, donde se espera que se convierta en un huracán de categoría 3 que podría azotar la costa este de Florida el próximo fin de semana.

El período comprendido entre mediados de agosto y mediados de octubre es el momento más activo de la temporada de huracanes en el Atlántico.

“Ya hemos enfrentado esto”, dijo el alcalde Lenny Curry de Jacksonville, Florida, una ciudad que hace dos años sufrió graves daños por las inundaciones provocadas por el huracán Irma. “Hemos pasado por esto. No es momento de entrar en pánico”.

Los funcionarios de Puerto Rico —que tiene una población de unos 3,2 millones de personas— sintieron alivio al ver que Dorian arrasó con el municipio de Culebra, pero no pasó por la isla principal. Los vientos más fuertes pusieron a prueba la red eléctrica renovada de Puerto Rico, que colapsó luego de que los huracanes Irma y María en 2017 dejaran a toda la isla sin electricidad.

“La red eléctrica se mantiene unida con cinta”, dijo María Meléndez, la alcaldesa de Ponce, en el lado sur de la isla.

El sistema eléctrico es frágil y propenso a los cortes de energía. Unas 30.000 personas todavía usan lonas azules, que se suponía que eran temporales, como techos. Al huracán María se le atribuye el fallecimiento de unas 2975 personas.

Élmer Román, secretario de seguridad pública de Puerto Rico, dijo que el miércoles murió un hombre en el municipio de Bayamón. Pablo Flores Castro, de 80 años, se cayó de una escalera mientras trataba de subir a su techo para limpiar los desagües antes de la tormenta, informó El Nuevo Día, el periódico más importante de Puerto Rico.

Un centro de prevención de suicidios que experimentó un extraordinario aumento en la demanda de sus servicios luego del huracán María volvió a registrar un número creciente de llamadas mientras Dorian se acercaba, dijo Suzanne Roig, quien dirige la Administración de Servicios de Salud Mental y Adicciones de Puerto Rico, la institución que opera la línea directa del centro. El viernes, las llamadas que se referían específicamente a los destrozos ocasionados por el paso de María fueron ocho. El martes subieron a 282.

Las personas que llamaban decían que no podían pensar en la posibilidad de que vuelva a suceder otra tormenta como María, dijo Roig.

“A veces incluso lloran”, dijo. “Lloran recordando el evento traumático. Algunos estuvieron solos durante el otro huracán y sienten que volverán a estar solos. Es miedo”.

Antes de Dorian, la agencia de Roig envió especialistas en salud mental a los 78 municipios de Puerto Rico para ayudar a las autoridades locales. Los equipos también visitaron a residentes y comunidades vulnerables y los alentaron a centrarse en cómo habían fortalecido sus hogares y planes de emergencia personales desde hace dos años, en lugar de detenerse en asuntos fuera de su control como la trayectoria de la tormenta y la velocidad del viento.

En radio y televisión, los especialistas instaron a las personas a preparar con calma a los niños ante la posibilidad de que sucedan cortes del suministro eléctrico y a tener a mano juegos de mesa y tarjetas para pasar el tiempo.

“Ya vivimos una experiencia difícil y tenemos que usar eso como una lección”, dijo Roig.

Sin lugar a dudas, los puertorriqueños entrevistados el miércoles compartieron sus historias de hace dos años mientras pensaban en Dorian.

“Parte de mi casa está hecha de madera, y el techo de zinc se voló, y todo comenzó a llenarse de agua”, dijo Lourdes López, de 44 años, una residente de San Juan que el miércoles por la mañana fue con su esposo, Juan Ortega, de 46 años, a llenar unos envases con combustible en una gasolinera . “Cuando pasó lo de María estábamos en casa y teníamos mucho miedo”.

Mientras los puertorriqueños seguían preocupados por la tormenta, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, continuó su larga guerra verbal contra los líderes de la isla. El martes, Trump aprobó la solicitud de Puerto Rico de una declaración de emergencia y autorizó la coordinación federal de los esfuerzos de ayuda y asistencia. Pero en una serie de tuits, Trump atacó a Puerto Rico el miércoles al calificarlo como “uno de los lugares más corruptos del mundo”.

“Su sistema político está dañado y sus políticos son incompetentes o corruptos”, escribió.

Destacó a la alcaldesa Carmen Yulín Cruz de San Juan, con quien se enfrentó en repetidas oportunidades después del huracán María. Ella le respondió con un tuit: “Quizás en esta oportunidad Trump entienda que ESTO NO SE TRATA DE ÉL; ESTO NO SE TRATA DE POLÍTICA; SE TRATA DE SALVAR VIDAS”.

Dorian ha sido muy difícil de pronosticar, como suele suceder con las tormentas compactas y dispersas.

Las montañas de la isla caribeña de Santa Lucía rompieron el centro de la tormenta el martes, y cuando se volvió a formar, se había desplazado unos 48 kilómetros al norte. El curso de Dorian se desplazó del lado oeste de Puerto Rico a la costa este, dijo Mike Brennan, jefe de la Unidad de Especialistas en Huracanes en el Centro Nacional de Huracanes en Miami.

“Eso cambió toda su trayectoria”, dijo Brennan.

El gobernador de las Islas Vírgenes de los Estados Unidos, Albert Bryan Jr., emitió un toque de queda en todo el territorio para sus 105.000 residentes hasta el jueves por la mañana. La electricidad falló en todas las islas, donde casi tres mil hogares aún necesitaban reparación después de los huracanes de 2017, dijo Stacey Plaskett, delegada del Congreso de las Islas Vírgenes.

La agencia que maneja los servicios de agua y energía de las Islas Vírgenes dijo el miércoles por la noche que sus equipos estaban evaluando la red eléctrica para ver si Dorian causó daños. También dijo que, en gran parte del territorio, el servicio eléctrico funcionó durante la tormenta y que la luz ya se estaba restableciendo en los sectores de St. Thomas que presentaron apagones.

“Aunque este no es un gran huracán, estamos en una posición comprometida”, dijo Plaskett desde Christiansted, en St. Croix, donde vio árboles balanceándose, cielos oscuros y lluvias. La funcionaria dijo que mucha gente se quedó en su casa desde la mañana. Muchos recordaron lo que estaban haciendo hace dos años, en medio de la devastación de Irma y María.

Los dos hospitales más grandes de las islas, ubicados en St. Thomas y St. Croix, estaban operando con la mitad de sus edificios dañados, dijo Plaskett. Según ella, en St. Croix solo estaba funcionando una sala de operaciones.

“Estamos en una situación muy frágil”, afirmó.

Lorie Leonard, gerente del Bolongo Bay Beach Resort en St. Thomas, dijo que ella y otros empleados se apresuraron a trasladar a 62 invitados a sus habitaciones, mientras se acercaba el huracán.

En el complejo turístico, las palmeras se desplomaron cerca de la piscina y las ramas cayeron sobre los automóviles. Los ventiladores se estrellaron contra el piso del restaurante; el agua inundó el hotel y llevó arena de la costa.

“Es un desastre”, dijo Leonard. “Vivimos una gran destrucción en muy poco tiempo”.

Plaskett dijo que condujo por St. Croix el miércoles y vio que muchos residentes estaban ansiosos por la tormenta debido a que los huracanes de 2017 fueron muy traumáticos. También comentó que muchas personas se estaban quedando con amigos o familiares porque sus casas estaban dañadas.

Se había programado que algunas escuelas privadas de la isla abrieran el miércoles, pero la tormenta obligó a que se pospusieran las clases. A los funcionarios les preocupa saber si las escuelas están listas para reanudar sus actividades, y es posible que tengan que volver a evaluarlas después de que se calme el clima.

El gobernador de Florida, Ron DeSantis, declaró emergencia el miércoles por la tarde para los condados que se encuentran en el curso de la tormenta, a pesar de que no se espera que toque tierra hasta el lunes por la mañana. La falta de claridad en la ruta de Dorian obligó a tomar precauciones a lo largo de la costa este de Florida, desde Miami hasta Jacksonville.

“Debido a la incertidumbre en la trayectoria de esta tormenta, todos los residentes a lo largo de la costa este deben estar preparados”, dijo Jared Moskowitz, director de la División de Manejo de Emergencias de Florida, en un comunicado.

En St. Cloud, Florida, y el condado de Camden, Georgia, los funcionarios comenzaron a distribuir sacos de arena. En Orange, Florida, los bomberos instalaron persianas metálicas en sus estaciones. Y en Cocoa, Florida, los equipos gubernamentales limpiaron los desagües pluviales.

Por ahora, el alcalde Carlos A. Giménez, del condado de Miami-Dade, pidió a los residentes que observen y esperen. Un concierto de los Rolling Stones que está planeado para el fin de semana festivo no se ha suspendido.

“No hay razón para cancelar nada en este momento”, dijo Giménez. “No sabemos exactamente a dónde va esta tormenta. No sabemos cuáles serán los impactos”.

Patricia Mazzei reportó desde Miami, Nicholas Bogel-Burroughs desde Nueva York y Mitch Smith desde Chicago. Este reportaje tiene información de Adeel Hassan desde Nueva York; Zolan Kanno-Youngs desde Washington; Alejandra Rosa desde San Juan, Puerto Rico; y Frances Robles desde Florida.

Patricia Mazzei es la jefa de la corresponsalía en Miami, que cubre Florida y Puerto Rico. Antes de unirse a The New York Times, era redactora de política en The Miami Herald. Nació y creció en Venezuela. @PatriciaMazzei • Facebook

Nicholas Bogel-Burroughs es reportero de noticias nacionales. Es originario del norte del estado de Nueva York y antes ha reportado desde Baltimore, Albany e Isla Vista, California. @nickatnews

Mitch Smith cubre el Medio Oeste y las Grandes Llanuras. Desde que comenzó a trabajar en The New York Times en 2014, ha escrito ampliamente sobre violencia urbana, oleoductos, políticas estatales y el debate nacional sobre las tácticas policiales. Vive en Chicago. @mitchksmith

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