La compañía reagrupó en Irlanda entre 2003 y 2014 todos los ingresos obtenidos en Europa según la investigación, pero Apple considera que estos resultados tienen errores.
Apple denunció este martes la decisión de Bruselas de obligarlo a devolver a Irlanda 13.000 millones de euros (14.300 millones de dólares) de ventajas fiscales indebidas, una sanción que según el gigante tecnológico “desafía el sentido común”.
“¿Apple ha diseñado y desarrollado el iPhone en Irlanda? El iPad o el iPod? ¡No! La respuesta esta escrita en cada producto de Apple: ‘Diseñado por Apple en California'”, señaló Daniel Beard, el representante de la compañía de California ante el Tribunal General de la Unión Europea, en Luxemburgo.
“Apple paga sus impuestos y entiende la importancia de hacerlo. Pensamos que Apple es el mayor contribuyente del mundo”, añadió para defender los argumentos del grupo contra la decisión de la Comisión Europea, publicada en agosto de 2016.
El pedido de la UE “desafía a la realidad y al sentido común”, declaró Beard. “La decisión de la Comisión tiene que ser anulada”, añadió.
La audiencia, que durará dos días, empezó poco después de las 09H30 locales (07H30 GMT) en presencia de numerosos periodistas.
La comisaria europea de la Competencia, Margrethe Vestager, anunció esta solicitud de reembolso el 30 de agosto de 2016, tras dos años de investigación, una decisión calificada de “basura política” por el patrón de la empresa de Cupertino (oeste de Estados Unidos), Tim Cook.
Según la investigación, Apple reagrupó en Irlanda entre 2003 y 2014 todos los ingresos obtenidos en Europa (así como en África, Oriente Medio e India) porque en ese país tenía un trato fiscal preferente.
El grupo habría evitado así el pago de la mayoría de los impuestos que debería haber abonado durante ese período, unos 13.000 millones de euros, algo que para Bruselas constituye una “ayuda de Estado” ilegal.
– ¿Reescribir historia de Apple en Europa? –
Estos ingresos iban a parar a una “sede” situada fuera del país, un “fantasma” que Dublín rechazó examinar. Nada ilegal, no obstante, en virtud de la ley irlandesa.
Como estos miles de millones de beneficios no imponibles en Irlanda no se repatriaron a Estados Unidos, Apple se libró de abonar esos impuestos durante varios años.
La compañía considera sin embargo que el análisis de Bruselas sobre el caso tiene errores de bulto.
“La Comisión Europea intentó reescribir la historia de Apple en Europa, ignorar las leyes fiscales de Irlanda y, al hacerlo, perturbar el sistema fiscal internacional”, estimó Cook en 2016.
El grupo defiende que, según las reglas internacionales, debe pagar la mayoría de sus impuestos en Estados Unidos, donde invierte en investigación y desarrollo y por tanto crea riqueza, no donde realiza las ventas.
Apple señala además que desde la reforma fiscal puesta en marcha a fines de 2017 por Donald Trump, el grupo repatrió a Estados Unidos los beneficios acumulados durante años en el extranjero, comprometiéndose a pagar los impuestos correspondientes.
La empresa se beneficia de un tipo impositivo inferior al 35% que estaba en vigor previamente en Estados Unidos, pero debe enfrentar además una deuda fiscal de unos 37.000 millones de dólares por los últimos años.
Los representantes de Irlanda aseguraron por su parte este martes que la Comisión se equivoca “fundamentalmente” y que habría “ignorado la ley irlandesa”.
– “Caso sólido” –
Apple asegura haber previsto cada año ese monto en sus cuentas, consciente de que algún día debería abonarlo.
Irlanda apoya en su lucha a la compañía creada por Steve Jobs. Dublín recurrió también la decisión de la Comisión y rechaza que se la presente como un paraíso fiscal.
“Presentaremos un caso muy sólido”, prometió el ministro de Finanzas irlandés, Paschal Donohoe.
Los dos días de vistas se desarrollan en un tenso contexto comercial entre la UE y Estados Unidos, donde el presidente de Donald Trump reprocha a los europeos su ofensiva contra los gigantes tecnológicos del país.
A la espera de la decisión judicial, Apple bloqueó en una cuenta el monto reclamado. El grupo, presente en Irlanda desde los años 1980, emplea a unas 6.000 personas en Cork (sur), la segunda ciudad del país.