Bolivia pasa por su peor crisis en 16 años tras las elecciones generales del 20 de octubre.
El gobierno interino de Bolivia abre este sábado conversaciones con la oposición para acabar un mes de violencia que deja 32 muertos, mientras el Senado se apresta a dar luz verde a nuevas elecciones.
“Estamos comenzando a dialogar para pacificar el país”, afirmó el viernes el ministro de Obras Públicas, Yerko Núñez, uno de los encargados de establecer puentes de acercamiento con vecinos y campesinos leales al expresidente Evo Morales.
El gobierno provisorio estuvo labrando durante días un acercamiento con los sectores que encendieron protestas en varios departamentos del país en apoyo a Morales y en rechazo a su sucesora, la derechista Jeanine Áñez.
Según Núñez, en caso de alcanzar un acuerdo durante la reunión de diálogo en el Palacio Quemado (sede presidencial), de la que participarán “todas las organizaciones que están movilizadas”, los opositores “suspenderían los puntos de bloqueo” que aún se mantienen en algunas zonas del país, como en la ciudad de El Alto, vecina de La Paz, y en la cocalera Chapare (centro), bastión inexpugnable del exgobernante indígena.
Bolivia pasa por su peor crisis en 16 años tras las elecciones generales del 20 de octubre.
En ellas Morales, tras casi 14 años en el poder, fue proclamado vencedor para un nuevo mandato de cinco años, pero la oposición alegó fraude y encendió las calles contra el líder indígena. La OEA encontró irregularidades en el proceso.
Presionado por las protestas y tras perder el apoyo de las fuerzas militares y la policía, el entonces presidente se vio forzado a dimitir el 10 de noviembre.
Morales partió al exilio en México denunciando un golpe de Estado, mientras sus leales lanzaron una contraofensiva que hundió en el caos a buena parte del país.
Las protestas dejan 32 muertos, al menos 17 de ellos en enfrentamientos con las fuerzas combinadas de militares y policías.