La depresión y la ansiedad son muy comunes entre las personas con deterioro cognitivo leve y demencia. Las investigaciones demuestran que cerca de una tercera parte de las personas con demencia también tiene depresión y que los síntomas de ansiedad afectan aproximadamente a una cuarta parte o la mitad de los pacientes con alzhéimer y otros tipos de demencia.
Anne Firmender, de 74 años, estaba trabajando con su psicólogo para hacer una lista de sus cualidades.
“Le cocino a otras personas”, dijo Firmender.
“Eso es darle a los demás”, la animó el psicólogo Dimitris Kiosses.
“Tengo buenos chicos”, siguió Firmender, quien tiene cuatro hijos ya adultos y cuatro nietos.
“Y eres una muy buena madre”, añadió Kiosses. Firmender sonrió.
Kiosses tecleó la lista en la computadora e imprimió una copia para que Firmender se la llevara a su casa. “Cuando te sientas decaída y estés siendo dura contigo misma, puedes recordarte tus cualidades”, le dijo.
Firmender, quien tiene antecedentes de problemas de salud mental, estaba en terapia por depresión. Pero también tiene deterioro cognitivo leve y a veces le cuesta recordar qué día es hoy. Así que Kiosses la estaba tratando con un método nuevo llamado Terapia de Adaptación para Resolver Problemas (o Path, por su sigla en inglés). Esta terapia, desarrollada en el Centro Médico Weill Cornell de la ciudad de Nueva York y de White Plains, Nueva York, se enfoca en resolver problemas tangibles que alimentan los sentimientos de tristeza y desesperanza. Incorpora algunas herramientas como listas de verificación, calendarios, rótulos y videos, para facilitarles las cosas a las personas con problemas de memoria. Por lo general, también participa un cuidador.
Este método se encuentra entre varias psicoterapias nuevas para tratar la ansiedad y la depresión en personas con algún deterioro cognitivo, incluida la demencia temprana o moderada. Otra terapia, el programa de la Mente Tranquila, desarrollado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad Baylor y otros lugares para los pacientes que sufren de ansiedad y demencia, simplifica la terapia tradicional para el comportamiento cognitivo y se enfoca en programar actividades y habilidades placenteras, como respirar profundo. Las sesiones de terapia son cortas y tienen lugar en la casa de los pacientes. Un programa diseñado por los investigadores del University College de Londres consiste en darles tarjetas a los pacientes para que se las lleven a casa y así recuerden estrategias fundamentales. Una que dice: “Detente y piensa”, les pide que se detengan cuando tienen pensamientos de pánico y poco útiles con el fin de ayudar a que esos pensamientos no aumenten y provoquen mayor ansiedad.
Las primeras investigaciones sobre estos nuevos métodos son alentadoras, pero se necesitarán estudios más profundos y extensos para hacer una evaluación completa sobre su eficacia. En un estudio publicado en la revista JAMA Psychiatry en el que participaron 74 personas con depresión severa y deterioro cognitivo leve o demencia de leve a moderada, los pacientes que tuvieron doce sesiones de Path presentaron una reducción un 43 por ciento mayor en la medición de sus síntomas de depresión comparados con los del grupo de control que recibieron doce sesiones de terapia “de apoyo”. (En el tratamiento de control, los terapeutas se concentraron en transmitir empatía y ayudar a los pacientes a expresar sus emociones). Al final del tratamiento, el 38 por ciento de los pacientes que recibieron la terapia Path no presentaban síntomas de depresión, en comparación con aproximadamente el catorce por ciento en el grupo de control. En este estudio, ambos tratamientos se proporcionaron en casa.
En un pequeño estudio piloto del programa de Mente Tranquila, publicado en American Journal of Geriatric Psychiatry, se descubrió que los clínicos valoraron a los pacientes que habían recibido tres meses de sesiones semanales como menos ansiosos que otros pacientes dentro de un grupo de control. Los participantes de Mente Tranquila también consideraron que tenían una mejor calidad de vida. Pero las diferencias no fueron evidentes a los seis meses.
Brent Forester, jefe de la división de psiquiatría geriátrica del Hospital McLean en Massachusetts que no participó en la investigación sobre los programas, señaló que los métodos eran prometedores y podían satisfacer una necesidad esencial ya que, por lo general, los tratamientos actuales contra la depresión no funcionan bien en las personas con deterioro cognitivo.
“Podría ser sumamente útil descubrir nuevos tratamientos en términos de calidad de vida”, comentó.
Al mismo tiempo, los antecedentes de depresión severa aumentan el riesgo de desarrollar alzhéimer más adelante en la vida. Los científicos no están seguros exactamente de por qué sucede esto, pero una teoría dice que los niveles altos de cortisol, la hormona del estrés que puede aparecer con la depresión, son tóxicos para el hipocampo, una parte del cerebro que es fundamental para el almacenamiento de recuerdos a largo plazo.
Especialmente en las primeras etapas de la demencia, la gente tal vez sienta apatía, aislamiento social, miedo y falta de motivación, señaló Forester. “Con mucha frecuencia, la gente se da cuenta de que está perdiendo la memoria y se asusta mucho”, comentó.
La depresión y la ansiedad pueden empeorar los síntomas de la demencia. “La gente que recibe un diagnóstico de demencia puede ponerse muy ansiosa de que hará mal las cosas. Quizás tengan problemas para encontrar lo que están buscando en la tienda y se preocupen por cómo pagar las cosas”, señaló Aimee Spector, profesora de psicología clínica de la edad avanzada en el University College de Londres y creadora de su programa de terapia cognitiva conductual para las personas con ansiedad y demencia.
Estos temores pueden originar que los pacientes restrinjan sus actividades normales, lo cual les provocará más problemas cognitivos. “Sabemos que el cerebro tiene que estar activo y que las personas deben seguir teniendo retos cognitivos. Puede haber una espiral negativa en los síntomas de demencia”, afirmó Spector.
De hecho, según un estudio publicado en 2005 en la revista American Journal of Geriatric Psychiatry, la gente con demencia que también sufre de depresión tiene un mayor nivel de deterioro funcional y es más probable que la internen en un asilo de ancianos. Sin embargo, por desgracia, la depresión casi nunca se diagnostica ni se trata en pacientes con demencia. En el mismo estudio, se descubrió que solo el 35 por ciento de los pacientes con demencia que sufren de depresión recibían un diagnóstico y un tratamiento adecuados.
Aunque la ciencia es variada, por lo general, las investigaciones han descubierto que los medicamentos antidepresivos no funcionan bien en adultos mayores con deterioro cognitivo. No obstante, a muchas personas con ansiedad, depresión y demencia les recetan fármacos psiquiátricos.
Una alternativa más segura podría ser una psicoterapia eficaz. La meta de Path es “reducir las emociones negativas que tiene el paciente y aumentar las emociones positivas”, comentó Kiosses, quien también es profesor adjunto de psicología en psiquiatría clínica en la Escuela de Medicina Weill Cornell. Se les enseña a los pacientes a identificar las situaciones que desencadenan emociones negativas como la tristeza, la ansiedad, la culpa, el desamparo y la desesperanza. También se les enseña a distraer su atención de esas situaciones y emociones. Esa es también la idea de la lista de cualidades que Kiosses estaba haciendo con Firmender.
Path se basa en la terapia de resolución de problemas, un tratamiento que se enfoca en ayudar a las personas a resolver los problemas cotidianos que les afligen. Al final de cada sesión, los terapeutas les dan a los pacientes un resumen por escrito que les ayuda a recordar ciertas habilidades.
Quizás también manden a los pacientes a su casa con herramientas para que ejerciten su memoria. Para un paciente de 84 años que luchaba con sentimientos de soledad, el terapeuta y el paciente colocaron rótulos en la sala de la casa del paciente que decían: “Ir a la iglesia me hará sentir mejor” y “Me entristece quedarme en casa”.
Normalmente, se consigue un cuidador que ayude a los pacientes a utilizar las habilidades que han aprendido.
En su sesión de terapia con Kiosses, Firmender, con un bastón negro apoyado en su silla, contestó una pregunta que el terapeuta le hace todas las semanas: ¿qué actividades placenteras había realizado la semana pasada y cuáles eran sus planes para la siguiente semana?
Programar actividades placenteras —lo que se conoce como activación conductual— es una técnica que descubrieron que mejora el estado de ánimo. Firmender le dijo que se ofreció como voluntaria en la tienda de segunda mano de la iglesia.
“Siempre disfruto eso”, comentó. Estaba planeando preparar un picadillo de carne con col para sus compañeros voluntarios la próxima semana.
Entre los pacientes que reciben el tratamiento de Path también se incluyen los que están teniendo sus primeros episodios de depresión, y los que, como Firmender, han luchado durante mucho tiempo con problemas de salud mental. Esta paciente ha estado en terapia durante 20 años y ha tomado varios fármacos psiquiátricos.
A través de los años, los pensamientos depresivos han aumentado y disminuido. Hace más o menos tres años, hospitalizaron a Firmender por tener pensamientos suicidas y le dieron una serie de terapias electroconvulsivas. Luego de otra hospitalización breve, empezó con Path, a principios de 2018, como participante en un estudio de la Escuela de Medicina Weill Cornell que tenía como objetivo encontrar un tratamiento para combatir los pensamientos suicidas. Después de que resurgieron sus síntomas de depresión recientemente, Kiosses le dio otra serie de terapias de Path, esta vez enfocadas en la depresión.
Cuando Firmender cae en depresión, recurre a escribir poesía. Durante una sesión de terapia, sacó un cuaderno amarillo y leyó un verso que escribió:
No logro encontrar el lugar donde soy feliz
Jamás fue fácil de hallar, pero ahora parece inalcanzable
Se halla en algunos lugares profundos y oscuros de mi mente.
Firmender mencionó que el programa le estaba ayudando a manejar esos sentimientos. Lo que en realidad le gusta es que se enfoca en la resolución de problemas.
“No se trata de decir: ’Ay, pobre Anne’, porque con eso uno no puede hacer nada y se siente peor; uno se siente en verdad mal por uno mismo”, comentó. “Es más bien: ‘Bueno, Anne, ¿y ahora qué vas a hacer al respecto?’”.