JERUSALÉN — Después de haber intentado formar un gobierno dos veces y haber fracasado en ambas ocasiones, y luego de recibir el golpe de una acusación de soborno, el largo mandato del primer ministro Benjamin Netanyahu en Israel parecía estar a punto de expirar.
Sin embargo, en su primera prueba verdadera desde que el mes pasado lo implicaron en tres casos de corrupción, el jueves, Netanyahu destrozó a su único rival en la contienda por el liderazgo de su partido, Likud, y, como un ave fénix política, surgió de entre las cenizas para pelear otro día.
“Ayer recibí un inmenso mandato renovado de Likud”, mencionó el viernes en un discurso por su victoria, horas después de los resultados del último conteo. “El futuro está en nuestras manos”.
Con su triunfo aplastante en las elecciones primarias del partido Likud, Netanyahu, el primer ministro que más tiempo ha ocupado el cargo en Israel y un legendario sobreviviente político, ha reiterado su control sobre el partido a pesar de sus problemas legales, ha enardecido los ánimos de su base y ha revitalizado su campaña antes de las próximas elecciones generales a celebrarse a inicios de marzo.
La elección será la tercera en un año, una situación sin precedentes en un momento en el que un Israel profundamente polarizado lucha para formar un gobierno después de unas elecciones no concluyentes que tuvieron lugar en abril y septiembre.
Las preguntas que muchos israelíes hicieron el viernes cuestionaban si los simpatizantes de Netanyahu de hueso colorado que salieron a votar por él un día lluvioso y ventoso son el reflejo de un apoyo más generalizado de la derecha israelí, si Netanyahu puede mantener su impulso reciente durante dos meses más y si hay algo que pueda sacar a un electorado dividido de su atascamiento político.
“Las primarias inyectaron entusiasmo y echaron a andar la maquinaria de Likud”, comentó Gayil Talshir, politóloga de la Universidad Hebrea de Jerusalén. “Sin embargo, ¿ese alboroto puede mantenerse durante meses? No estoy segura”.
Netanyahu aplastó a su rival de partido, Gideon Saar, tras obtener el 72,5 por ciento de los votos. No obstante, solo votó poco menos de la mitad de los 116.000 miembros titulares elegibles de Likud, es decir que unos 41.000 partidarios de Netanyahu —una fracción diminuta del total del electorado israelí de unos 6,4 millones de votantes— tal vez hayan encerrado al país en otro episodio de parálisis política.
Las dos elecciones anteriores terminaron en un empate entre la coalición religiosa de derecha de Netanyahu y el bloque de centro-izquierda que encabeza Benny Gantz, un exjefe militar centrista, y ninguno pudo formar una coalición mayoritaria. Las encuestas recientes previas a las primarias de Likud mostraron que el apoyo hacia Netanyahu se había debilitado después de las acusaciones en su contra, pero no lo suficiente para cambiar las matemáticas implacables que han paralizado al gobierno israelí a lo largo del último año.
A los conservadores moderados preocupados por defender el Estado de derecho quizá les resulte difícil votar por Netanyahu, comentó Talshir, quien hizo notar que en los distritos adinerados y con mayor nivel académico, como el norte de Tel Aviv, hubo un sólido respaldo a Saar.
El único resultado probable de la nueva oportunidad de vida política de Netanyahu es que las elecciones del 2 de marzo de nuevo sean desagradables y divisorias, señalaron analistas. Esto enfrentará al colectivo de simpatizantes de “Solo Bibi”, quienes llaman a Netanyahu de forma afectuosa por su sobrenombre, atacan a las autoridades del orden e intentan deslegitimar cualquier tipo de oposición, contra el otro Israel que no puede aceptar la idea de que un primer ministro haya sido acusado de crímenes graves.
El viernes, Gantz, el líder del partido centrista Azul y Blanco, dejó claro que de nueva cuenta volverá a ser el candidato “opuesto a Bibi”.
“Parece que Netanyahu el acusado, quien está llevando al Estado de Israel por un camino de corrupción, continuará al frente de Likud”, mencionó Gantz en respuesta a los resultados de las primarias. “Estas elecciones exigen que pongamos un espejo enfrente del ‘partido de Netanyahu’ y que optemos por la unidad, la dignidad y la reconciliación interna”, agregó Gantz.
No obstante, debido a que son los mismos protagonistas que compiten de nuevo en torno a los mismos temas, y ya que las encuestas recientes pronostican un punto muerto similar, hay pocas expectativas de que la elección de marzo provoque una reestructuración fundamental.
“La gente que no quiere a Netanyahu seguirá sin quererlo”, señaló Israel Bachar, un estratega de la campaña de Azul y Blanco, para desestimar cualquier noción de que el resultado de las primarias pueda tener un mayor impacto. “Esto no modificará los datos de las encuestas”.
Un logro que produjeron las primarias fue el de disipar cualquier duda sobre el control que mantiene Netanyahu sobre su partido y sus ministros, comentó Bachar, “y es un buen cambio para él”. Aunque Netanyahu se enfoque en sus problemas legales, Gantz se centrará en los valores, agregó Bachar.
Netanyahu es acusado de intercambiar favores públicos valorados en cientos de millones de dólares con magnates de los medios israelíes a cambio de regalos ilícitos de puros, champaña y joyería, así como una cobertura mediática positiva. Netanyahu ha negado cualquier tipo de delito, y se ha retratado como la víctima de una cacería de brujas que ha llevado a cabo la élite de izquierda, la cual, según el primer ministro, domina los medios informativos y ha presionado a las autoridades del orden para que realicen investigaciones penales en su contra.
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, da unas palabras en el cuartel general de la campaña del partido Likud en Tel Aviv, Israel, el miércoles 18 de septiembre de 2019. (Photo Sergey/The New York Times)