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A pesar de prometer un cambio para Venezuela, Guaidó no conquista Davos

A pesar de prometer un cambio para Venezuela, Guaidó no conquista Davos
ARCHIVO — Juan Guaidó, el líder opositor venezolano, a las afueras de la Asamblea Nacional en Caracas, Venezuela, el 7 de enero de 2020. Un año después de declararse presidente, el líder de la oposición parecía atribulado en el Foro Económico Mundial. (Adriana Loureiro Fernández/The New York Times)

DAVOS, Suiza — En esta época del año pasado, Juan Guaidó habría sido el héroe de Davos. Guaidó, el líder opositor venezolano, acababa de encabezar una ola de descontento popular para obtener la presidencia de la Asamblea Nacional de Venezuela y se había declarado el líder verdadero de su país, una nación sumida en la crisis.

Sin embargo, este año, cuando Guaidó hizo su aparición en la reunión de las figuras de los negocios y la política —tras haber llegado a Europa desafiando una prohibición a los viajes en su país—, parecía un hombre al que ya se la había pasado su hora.

Con el control del presidente represor de Venezuela, Nicolás Maduro, firme en el poder, y con el presidente estadounidense, Donald Trump, quien brinda el respaldo más prominente a Guaidó, distraído con su juicio en el Senado y su campaña de reelección, el venezolano atribulado pasó la mayor parte del tiempo respondiendo preguntas sobre su fracaso para derrocar a Maduro.

“Subestimamos la capacidad de la dictadura de hacer el mal”, comentó Guaidó en un salón a media capacidad donde, dos días antes, Trump había hablado frente a uno lleno de gente que solo podía estar de pie. “Realmente, estamos subiendo una montaña en este momento”.

Guaidó insistió en que tanto él como sus simpatizantes aún iban a arrancar de raíz al gobierno de Maduro. Guaidó instó a los líderes europeos a imponer medidas severas al comercio del oro de Venezuela, el cual, según el líder de la oposición, ha servido para consolidar el control de Maduro al ofrecer una forma de divisa y al ayudar a garantizar la lealtad del ejército.

Sin embargo, Guaidó difícilmente pudo ofrecer nuevas ideas para que los gobiernos pudieran aumentar la presión sobre Maduro. Venezuela de por sí está bajo sanciones severas, las cuales no han logrado vencerlo hasta ahora. Un año electoral es el momento menos probable para que Estados Unidos considere opciones más agresivas, como una intervención militar.

En Washington, el defensor más estridente de Guaidó —el exasesor de seguridad nacional, John Bolton— ha dejado el gobierno. Trump no mencionó a Venezuela durante su discurso en Davos; el 22 de enero, se fue del centro turístico de esquí alpino sin haber visto a Guaidó.

Esto dejó al venezolano frente a una serie de reuniones con líderes de Austria, Grecia y los Países Bajos, así como una sesión con un asistente regular de Davos, Tony Blair, un ex primer ministro británico. El 21 de enero, Guaidó se reunió en Londres con el actual primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson.

“La idea detrás de todas estas reuniones es la misma”, les comentó Guaidó a los periodistas, con la ayuda de un intérprete. “La gente debería dejar de ver a Venezuela como un problema sin solución”.

Sin embargo, luego comparó a Venezuela con Siria, Yemen y Sudán del Sur: tres Estados destrozados por la guerra que a menudo son considerados problemas sin solución.

Aunque Venezuela no está en un estado de guerra, Guaidó hizo notar que millones de personas han huido del país en busca de alimentos y atención médica. Los que se quedaron viven en una pobreza terrible, con sueldos tan ínfimos como de 3,50 dólares al mes, incluso enfermeras y otros profesionistas. El gobierno ha aumentado su represión, al encarcelar y torturar a miembros de la oposición.

El mismo Guaidó corrió un gran riesgo al salir del país. Se rehusó a describir cómo evadió las fuerzas de seguridad, solo dijo que no eran particularmente eficientes, y que su equipo logró distraerlas. No obstante, Guaidó podría enfrentar duras represalias cuando regrese a casa.

“No será fácil regresar a Venezuela”, opinó. “En verdad espero que pueda llegar sano y salvo a casa”.

Justo antes de volar a Europa, Guaidó se reunió con el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, en Bogotá, Colombia. Estados Unidos es uno de los más de 50 países que reconocen a Guaidó como el líder legítimo de Venezuela. Pompeo insistió en que el gobierno no había abandonado su determinación de ver la salida de Maduro y expresó su esperanza en que aún podía ocurrir.

“Escuché que hemos subestimado a Maduro”, les comentó Pompeo a unos reporteros. “Se ha subestimado el deseo de libertad en los corazones del pueblo venezolano”.

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