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Las pruebas rápidas ahora asumen la función de cadeneros

Las pruebas rápidas ahora asumen la función de cadeneros
Una máquina que lee pruebas rápidas de COVID-19, en Montauk, Nueva York, el 13 de agosto de 2020.

“Hemos ido a eventos totalmente privados donde me hacen firmar un documento que dice: ‘No se permite filtrar nada de lo que se vea en esta casa’”, señaló. “Esta sigue siendo un área de fiestas”.

Rashid está ahí para administrar pruebas rápidas o en tiempo real de coronavirus. Realiza este procedimiento —ya sea mediante un pinchazo en el dedo o un hisopado nasal— en el auto, y solo da acceso a la casa a los invitados que obtienen resultados negativos. Todo el procedimiento toma menos de 30 minutos. Considerémoslo un juego previo en tiempos de pandemia.

El condado de Suffolk, Nueva York, sigue sin tener una infraestructura para pruebas rápidas, y el servicio privado es caro: hasta 500 dólares por prueba, y no todas las aseguradoras cubren el costo. La mayoría de los médicos ni siquiera tienen el equipo para realizar las pruebas; los pacientes que están dispuestos a pagar a veces tienen que esperar hasta una semana para que les den cita en los consultorios que las tienen en la ciudad de Nueva York.

Por esa razón, muchos clientes hacen cita con Rashid con anticipación cuando van a tener invitados a una pijamada, a una parrillada o a una boda. Pero algunos la llaman a las dos de la madrugada para que realice una prueba de último minuto o llegan aterrados a su consultorio luego de asistir a una reunión muy concurrida.

“La demanda siempre es mayor cuando hay un evento, una manifestación o la celebración del 4 de julio”, comentó. Un día agitado fue a fines de julio después de un “autoconcierto” de “Safe & Sound” donde se presentó el director general de Goldman Sachs. Los asistentes al concierto, quienes pagaron 1250 dólares por auto, debían permanecer en su auto, pero en las redes sociales se vieron multitudes bailando cerca del escenario.

“Ni siquiera sé cuántas solicitudes tuvimos después de eso”, comentó Rashid.

Actualmente se está investigando el evento.

Rashid ha aumentado al triple su personal para hacer frente a la demanda de pruebas de coronavirus este verano. Incluso abrió otro consultorio en Bridgehampton el último sábado de julio.

“Yo diría que nuestro crecimiento es exponencial”, señaló.

No a las fiestas antes de visitar a la abuela

Pese a que la mayoría de la población tiene que esperar de 7 a 14 días para obtener los resultados de una prueba de coronavirus, unos cuantos privilegiados tienen acceso a pruebas rápidas. Existen diferentes tipos —unas detectan anticuerpos, otras antígenos o material genético viral— pero todas ellas ofrecen una respuesta en menos de 30 minutos.

Los anfitriones de fiestas están contratando médicos para hacerles pruebas a sus invitados antes de que entren a sus reuniones, o a los niños que llegan a las pijamadas de otras ciudades. Otras personas se hacen pruebas para estar tranquilas después de una noche especialmente alocada. Las empresas que se dedican a organizar eventos ofrecen pruebas rápidas a sus clientes junto con el servicio de alimentos y bebidas, y de música. Incluso los influentes de Instagram están hablando de este servicio.

Sin embargo, estas pruebas rápidas no son totalmente confiables, afirmó Demetre Daskalakis, subcomisionado de control de enfermedades en la ciudad de Nueva York. “Los resultados negativos no son definitivos”, apuntó. (Y sin duda ha habido falsos positivos).

“Ninguna prueba es cien por ciento segura”, mencionó Rashid. “Una prueba negativa no nos excluye de ser portadores del virus”.

De hecho, una razón por la que las pruebas rápidas no se usan de manera generalizada es que se necesitan otras pruebas para confirmarlas.

“Siempre que el resultado es negativo, tenemos que volver a realizar la prueba, así que les estamos haciendo dos pruebas a todas las personas cuyo resultado es negativo”, afirmó Daskalakis. “Es un problema de recursos”.

También advirtió que es probable que el virus tarde un tiempo en aparecer en el resultado de una prueba; aunque algunas personas dan positivo 48 horas después de la exposición, por lo general se acepta el posible periodo de incubación de dos semanas en el que se basan las cuarentenas. Por lo tanto, si estuviste expuesto al virus incluso diez días antes de tu prueba, el resultado sigue siendo dudoso.

“No podemos ir a ninguna fiesta antes de visitar a la abuela”, comentó. “Esa prueba no es determinante”.

Ryan Choura, fundador de Choura, una empresa de eventos y producción de experiencias en Torrance, California, que gestiona el servicio de carpas y mobiliario para el Abierto de golf de Estados Unidos y para el festival BeachLife, tiene la fuerte creencia de que todos los eventos deben incorporar las pruebas rápidas, por lo que creó una sección en su empresa para que se encargue de hacerlo.

“No hay duda de que ahora las pruebas rápidas deben formar parte de todos los eventos de cualquier tipo”, afirmó Choura.

No es una hazaña fácil de lograr.

“La temperatura es un problema importante. Las pruebas deben estar a una temperatura menor a 26 grados Celsius”, señaló. “Se debe montar algún tipo de carpa como las que se usan para los servicios de alimentos”. También añadió: “Tenemos una lista de verificación de cien puntos para todo lo que hay que construir”.

No obstante, la empresa organizó su primer evento para 90 participantes (y 30 proveedores) usando la prueba rápida de antígenos Sofia SARS de Quidel Corp. La buena noticia es que ningún proveedor ni participante dio positivo; la mala es que disminuyó un poco el ánimo de la gente.

El Dr. Seth Gordon administra una prueba rápida de COVID-19 a Raya OÕNeal, directora de comunicaciones en el Surf Lodge, en Montauk, NY, el 13 de agosto de 2020. Foto: Joe Carrotta/The New York Times

Presumir, abrazar y etiquetar

Uno de los lugares en los que es fácil conseguir la prueba rápida para el coronavirus es en el Surf Lodge, un hotel y restaurante en Monta

Jayma Cardoso, una de las propietarias del hotel, contrata a Seth Gordon, el pediatra de su hijo, para que les practique pruebas semanales a los empleados.

“Tiene su propia máquina Sofia 2 de Quidel, así que puede realizar la prueba” —una prueba de antígenos— “y obtener los resultados de manera muy rápida, en 15 minutos”, comentó.

Una vez por semana, el médico instala una estación de pruebas en el muelle arenoso que da a la bahía de Fort Pond. Raya O’Neal, de 24 años, la directora de comunicaciones del hotel que vive en East Hampton, dice que, aunque no le gusta la prueba, la cual se realiza en aproximadamente 10 segundos, entiende que es un beneficio exclusivo.

“Tengo algunos amigos y familiares que ahora me ven como demasiado sofisticada para ellos”, comentó.

O’Neal se siente más segura de vivir con sus padres al saber que habitualmente da negativo por el coronavirus. Pero también le da seguridad en el aspecto social.

“No me preocupa tanto ir a comer o asistir a lugares públicos”, señaló. “Una vez vi a mis mejores amigas después de no verlas durante meses y les presumí que a mí me hacen pruebas semanales y que el resultado es negativo, y luego las abracé”.

Pero como nos diría cualquier experto en salud pública, los resultados de las pruebas individuales no son un pase de acceso total a la vida como era antes.

“Una prueba nos brinda una falsa seguridad para tomar decisiones en el terreno social”, señaló Daskalakis. “Es una de las cosas que me quitan el sueño”.

Sin embargo, recibir una prueba rápida para el virus se ha convertido en un símbolo de estatus y, por tanto, en un tema de moda en las redes sociales.

Tasha Todd, de 40 años, es asistente médico en Dallas. Cuando su antiguo consultorio, un grupo médico de servicio de conserjería, recibió por primera vez el equipo para hacer pruebas rápidas, Todd lo publicó en Instagram, donde tiene casi 28.000 seguidores, para difundir el servicio.

“Hubo muchos comentarios”, señaló. “Muchas personas ponían mensajes preguntando por los precios, la ubicación del consultorio, la diferencia entre esa prueba y una ordinaria, y la rapidez con la que salían los resultados”. Su consultorio cobra 150 dólares por cada prueba, pero ella conoce otras clínicas en Dallas que cobran 500 dólares o más.

Todd comentó que se sentía frustrada de que muchos de sus seguidores no pudieran costearla.

“Yo diría que por el momento las pruebas rápidas son para los ricos. Son demasiado caras”, afirmó. “¿Quién tiene de 150 a 500 dólares disponibles en medio de la recesión?”

Evento en The Surf Lodge en Montauk, Nueva York, 13 de agosto de 2020. Foto: Joe Carrotta / The New York Times

Toma de temperatura y collares de colores

Algunos bares y restaurantes han intentado ofrecer pruebas rápidas a sus clientes, una medida que les da publicidad. No obstante, esta práctica puede ser contraproducente.

Para su reapertura, el último fin de semana de junio, el hotel Ravel en el vecindario de Long Island City de Nueva York, contrató a un médico externo para proporcionarles una prueba a todas las personas que llegaran para luego darles acceso (el costo era de 35 dólares si tenían seguro y 50 dólares si no lo tenían). En las redes sociales, y luego en Gothamist, se vieron fotografías de personas que habían dado negativo, divirtiéndose y conviviendo sin cubrebocas, lo que produjo las inevitables exclamaciones de desaprobación.

Nicole Milazzo, vocera del hotel, dijo que ya no les están realizando pruebas a los huéspedes, luego de que el despacho de gestión de vida nocturna del alcalde manifestó inquietudes acerca de que se está “impulsando una sensación de falsa seguridad”, pero el hotel sigue respetando las reglas y las normas impuestas por los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades y por la ciudad de Nueva York, mismas que incluyen distanciar las mesas y las cabañas más de dos metros, así como proporcionar cubrebocas y desinfectante.

En las redes sociales también se ha hablado de brazaletes de colores y de collares de flores para controlar el contacto en las bodas; algo parecido a las fiestas de reflectores de la universidad en las que vestías de verde si no tenías pareja, de rojo si la tenías y de amarillo si no estabas seguro. Ahora, la idea es usar verde si no te molesta que te abracen y te saluden de mano, amarillo si te sientes cómodo conversando, pero sin que te toquen, y rojo si deseas mantener una distancia absoluta de todos los demás. (“A mí me aterra”, tuiteó una futura novia al referirse a la confianza ilusoria que podrían transmitir esos accesorios).

Conforme los ciudadanos improvisan y se ponen en riesgo, los gobiernos locales siguen tratando de que sea más accesible la realización de pruebas rápidas. Por ejemplo, el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York instaló una estación emergente en los vecindarios del Bronx y ahora Sunset Park de Brooklyn, donde el alcalde Bill de Blasio advirtió en fechas recientes sobre un repunte de casos de coronavirus. La idea es identificar el mayor número de casos positivos de manera oportuna para que la ciudad pueda proporcionar orientación sobre las medidas de aislamiento.

“Existen personas que tienen posibilidades y otras que no”, comentó Daskalakis. “Estamos promoviendo las pruebas rápidas de manera muy consciente en los entornos en que la personas carecen de recursos”.

La ciudad planea llevar esta tecnología a nueve clínicas que antes se especializaban en salud sexual, a fin de transformarlas en centros para realizar pruebas de coronavirus.

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